Desde hace semanas,ya sabía que en este primer año de 2011 en el que me incorporé a los turnos de guardia de las farmacias de San Sebastián,el día 24 de diciembre me tocaría pasar la noche entre las paredes de mi establecimiento.

He de reconocer,que la experiencia además de novedosa me intranquilizaba,máxime cuando toda mi vida lo he compartido con mi familia y con los mejores amigos. Es la gran fecha de la Navidad.

Fue oscureciendo y a medida que transcurría el tiempo,las calles fueron vaciándose como prueba evidente de que las mesas estaban servidas en cada hogar y en ellas comían y bebían abuelas y abuelos,padres y madres,hijos e hijas,familias completas…
Yo veía la televisión e intentaba no pensar mucho de lo que en ese momento transcurría en el exterior de mi botica. La tele me distraía,y al mismo tiempo me daba cuenta que estaba prestando un servicio que como boticaria de La Lomada me correspondía esta noche como obligación de servicio público.
Cuando ya daba por superado todo el trance,comienza de repente un ir y venir de gente,de vecinas y vecinos de siempre,de amigos y amigas,que bien o me traían un poquito de ensaladilla,un trocito de torta,una pinchito de carne o simplemente su cariñoso mensaje de felicitación en una noche especial,pero especialmente diferente para mí.
Por todo ello,por el calor que sentí y arrope humano que me hizo comprender que no estaba sola,quiero agradecerles a todos ellos y a todas ellas su afecto y sus detalles,que en honor a la verdad he de reconocer que en algunos momentos me emocionaron.
Gracias,muchas gracias vecinitos y vecinitas de siempre. No lo olvidaré.
Piluca García Darias
Boticaria de La Lomada