El portavoz de IU en el Congreso, Alberto Garzón (d) conversa con el líder de Podemos, Pablo Iglesias (i) al inicio del Pleno / Kiko Huesca (EFE)

Izquierda Unida no va a pronunciarse sobre nada que no sea un planteamiento oficial y público de Podemos. Fuentes próximas a Alberto Garzón rechazan que haya un acuerdo «precocinado» y aseguran que la pelota está en el tejado de la formación morada. La coalición esperará a que, si se confirma la repetición de elecciones tras la ronda de consultas del rey de la próxima semana, sea Podemos el que les traslade alguna propuesta después de haber resuelto su debate interno al respecto. Sólo entonces será cuando abran negociaciones oficiales, conscientes, eso sí, de que los tiempos son apremiantes porque el 12 de mayo finaliza el plazo para registrar coaliciones electorales.

Recuerdan que la postura de Izquierda Unida es clara: sólo aceptarán una alianza de carácter estatal, una fórmula jurídica de coalición electoral, de igual a igual y que suponga el pleno reconocimiento a la identidad y a la autonomía política de Izquierda Unida. En privado, las fuentes consultadas por la Ser apuntan a que, en caso de acuerdo, Alberto Garzón tendría que ir por Madrid y en un puesto destacado de salida. Esas fuentes admiten la predisposición clara de Garzón, apoyado por el PCE,  para sellar un acuerdo que, según dicen, podría evitar el riesgo de que gobierne la derecha, pero admiten que es Podemos quien tiene que decidir e insisten en que la coalición no aceptará «un cheque en blanco». A nadie se le oculta en IU que el eventual cambio de postura de Podemos obedece a un cálculo electoral, ahora que el declive que apuntan las encuestas y las dificultades para reeditar las confluencias autonómicas bajo el paraguas de la formación morada, podría mermar de forma sensible los 65 diputados (42 propios y 23 de las confluencias) que actualmente conforman su grupo confederal en el Congreso. Y todo ello mientras las encuestas apuntan a una recuperación del voto de IU que, ahora sí, podría permitirle lograr grupo parlamentario.

Fuentes de la dirección admiten que «aunque el escenario ha cambiado el acuerdo para alcanzar una fórmula satisfactoria no es fácil». Por ello insisten en que IU aguardará la decisión de Podemos pero si no hay acuerdo con condiciones aceptables para ellos, volverán a ir a las urnas como se concurrió el 20D, probablemente repitiendo las mismas listas, ante la falta de tiempo para volver a hacer primarias y teniendo en cuenta el poco tiempo transcurrido desde las pasadas elecciones.

Desde la coalición remarcan que no van a contribuir a una ceremonia de la confusión, ni a repetir los errores de hace seis meses que culminaron con la abrupta ruptura con Podemos y que dejó a la formación sin apenas tiempo para armar una candidatura electoral. Esa es la versión oficial, pero internamente hay desconfianza y recelos manifiestos sobre el alcance de las conversaciones que se estén produciendo entre Alberto Garzón y Pablo Iglesias y sobre el desenlace de las mismas.

Con algunas heridas que no han cicatrizado tras los desencuentros de hace unos meses, el cómo se afronte la negociación con Podemos y sobre todo los detalles concretos y la letra pequeña del posible acuerdo, marcará de forma decisiva la Asamblea de Izquierda Unida, prevista para los días 4 y 5 de junio. Algunas fuentes no descartan incluso el riesgo de escisión si el proceso no se resuelve bien. De hecho, las dos candidaturas que competirán con Garzón en esa Asamblea ya han expresado, con matices, objeciones y advertencias ante los términos de esa posible convergencia.

Es el caso de la candidatura «IU sí, con más fuerza», que lidera la eurodiputada Paloma López y que como avanzó este miércoles la Cadena Ser, presentará la próxima semana una lista a la Asamblea de la coalición. López, que representa a una ponencia política avalada por Cayo Lara, el todavía coordinador federal de IU, considera capital que señala que en cualquier acuerdo electoral se «visibilice» con claridad a IU porque esas siglas son el patrimonio y la mochila de una militancia a lo largo de treinta años y porque excluirla sería excluir una referencia de izquierdas imprescindible en el futuro Parlamento. «No se nos ocurriría exigirle a Podemos ni a nadie que renuncie a su nombre y sus siglas en una confluencia, y reclamamos lo mismo». También exige un referéndum entre las bases de IU para que la militancia decida sobre los términos, incluida toda la letra pequeña, de una posible confluencia con Podemos. Sería la manera de sortear, según López, «toma de decisiones por arriba para imponer acuerdos por abajo».

Por su parte, Gaspar Llamazares, cuyo partido Izquierda Abierta  también presenta candidatura a la Asamblea de IU encabezada por los periodistas Teresa Aranguren y Tasio Oliver,  apuesta directamente por que Izquierda Unida vuelva a ir a las urnas con Unidad Popular como el 20D, sin Podemos, y alerta sobre el riesgo de aceptar una fórmula que excluya la visibilidad de la coalición. “Difícilmente podríamos aceptar un proceso confuso y una subordinación a otro proyecto en el que Podemos mantuviese su nombre e IU abandonase el suyo, eso sería reconocer que IU se abandona como referencia del espacio de la izquierda. Evidentemente IU no debe ser utilizada para tapar la vía de agua de Podemos por su mala gestión de los resultados electorales”, apunta Llamazares a la Cadena SER.

Cree el sector del diputado de Asturias que el papel de Izquierda Unida no debe ser el de mero instrumento, tras los desprecios del pasado, para que Podemos maquille su previsible caída electoral y logre dar el ‘sorpasso’ al PSOE. Llamazares asegura que la convergencia se puede plantear desde la autonomía política en el futuro Congreso que salga de las urnas.

Así las cosas, la coalición celebrará un Consejo Político clave el 7 de mayo para abordar cómo se presentará IU a unas nuevas elecciones.