En el año 2008,el Cabildo Insular de La Gomera,el Gobierno de Canarias y el Ayuntamiento de Hermigua impulsan la publicación de uno de los trabajos de investigación más pormenorizados sobre gran parte de la historia de esta Isla en los primeros años 50 del siglo XX.
El libro realizado por la doctora gomera de la Universidad de La Laguna,Gloria Díaz Padilla hace un recorrido importante,detallado y amplio sobre esas infraestructuras portuarias que «aún se pueden contemplar en el litoral norte de La Gomera» conocidas como Pescantes.
Partiendo del marco temporal en que se sitúa la edificación de los pescantes la autora se extiende en sus análisis desde los últimos años del siglo XIX haciéndolo coincidir con el comienzo en Canarias de un nuevo ciclo económico basado en la exportación del trinomio de productos agrarios: papa,tomate y plátano del que La Gomera tampoco fue ajena.
En los últimos días,la publicación de diversas opiniones sobre la idoneidad o no de rehabilitar,reconstruir o habilitar sobre los prismas de lo que fue el proyecto de construcción del segundo pescante de Hermigua ha puesto de actualidad precisamente uno de los apartados del libro señalado. Sin ánimo de entrar en valorar los criterios de unos y otros,intentando así mostrar la máxima de la línea editorial de este medio de comunicación,si queremos incorporar de forma prácticamente textual los argumentos de la Doctora Díaz,máxime cuando esta publicación fue avalado precisamente por tres instituciones públicas que de una manera u otra tendrán que ver con lo que pueda significar el futuro inmediato de la costa del municipio norteño de Hermigua.
Señala Gloria Díaz Padilla,que «en la segunda mitad del década de los veinte,la euforia de los exportadores de Hermigua propició que la sociedad 'La Unión' tratar de levantar,a la derecha del primer pescante y a unos 30 m de distancia,otro pescante de superiores dimensiones,cuyo presupuesto quintuplicaría al primero. ¡Todo un desafío',apunta.
«El objeto fundamental de esta segunda obra era contar con otro pescante que permitiera operar a mayor distancia de la costa. De este modo se podía garantizar más la extracción de la producción porque aumentaría la capacidad de maniobra»,señala Díaz Padilla que «sin embargo,este proyecto quedó inconcluso. La caída de los cultivos y el cierre de los mercados receptores debido a diferentes motivos como el crack económico del 29,conflictos bélicos,como la guerra civil española y la segunda guerra mundial,además de la competencia de otros países,frenaron este ambicioso proyecto. De él quedan hoy enhiestos cuatro enormes primas alineados,que emergen de las movidas aguas de la costa de Hermigua como fieles y mudos testigos de una quimera».
En la página 151 de la publicación,se indica que «estos primas,de una sección de 3 metros por cuatro metros,que distan del primero del último unos 30 metros,fueron fabricados a base de piedras muy bien encajadas y unidas por un mortero,posiblemente ya de cemento. El parámetro del cuarto prisma posee un color diferente al de los tres restantes debido quizás a habérsele dado un enlucido de mortero fino. En opinión de Ángel Hernández Fagundo,estaba previsto construir dos prismas más que se hubieran cimentado aprovechando una baja que aflora a partir del cuarto prisma mar adentro. En la parte superior de esta especie de monolitos se aprecian restos de unos espárragos que estaban destinados a afianzar el brazo metálico,que tendría unos 150 metros,cuatro veces y media mayor que el brazo del primer pescante.
Gloria Díaz recuerda que la maquinaria fue importada de Inglaterra y que a diferencia de la de los demás pescantes de La Gomera era movida por electricidad. Después de estar mucho tiempo almacenada en el taller que la compañía Fyffes poseía en la playa,los accionistas decidieron finamente venderla a un mecánico de la localidad,Rafael Rodríguez Espinosa,que más tarde la revendió en Tenerife sin haberla utilizado. Abandonado –señala la Doctora– el segundo pescante,el ejemplo fue seguido después por los existentes en la geografía insular.
Concreta Díaz Padilla que a partir de ese momento,»el ciclo vital de los pescantes gomeros había acabado,la concurrencia de factores externos,junto a la terminación de la carretera general del norte,que une la capital de la Isla con los pueblos más importantes de la comarca septentrional: Hermigua,Agulo y Vallehermoso,contribuyó de manera inexorable a que estos pescantes de madera y hierro pasaran a un segundo plano. Luego los dictados de la naturaleza –afirma– lograron inutilizar totalmente a dos de ellos,y ya,por último,el acabado puerto principal de San Sebastián,en diciembre de 1957,hicieron innecesaria la existencia de estas atrevidas obras de ingeniería que habían desafiado durante medio siglo al Atlántico. No hay duda que cumplieron su ciclo y también su misión. Las circunstancias cambiaron.
Gloria Díaz Padilla señala que «hay que poner de relieve el valor patrimonial que tiene per se los vestigios que quedan de estas obras de ingeniería y también de los transportadores,de los talleres de empaquetado,etc,pues como partes integrantes del panorama arquitectónico e industrial de una determinada época de la historia de Canarias. Y aunque desde el punto de vista material ya algunos son irrecuperables,por su deficiente estado de conservación y sus casi nulas alternativas de funcionalidad,otros en cambio reúnen buenas condiciones para reconvertirlos y ponerlos en valor».
La publicación considera que «bien es cierto que desde 1999 en el seno de algunas instituciones han surgido propuestas en esta línea,que han vuelto a plantearse en el 2004″ e incluso más adelante. Quizás éste sea el momento –el libro se publica como se ha señalado en 2008– de hacer propuestas más imaginativas que sepan encauzar e interés que sin duda despiertan estos exponentes de la arqueología industrial de La Gomera y de buscar fórmulas para que algunos de ellos puedan rehabilitarse y dárseles un nuevo uso,una nueva función,no sólo para que puedan incluirse en la oferta turística municipal e insular sino también para que se conviertan en oferta de ocio y cultura para la propia población,de la que los pescantes constituyeron uno de los referentes más importantes y emblemáticos de la historia de los pueblos del norte de La Gomera».