Una lengua de fuego acabó con sus casas y con todas sus cosas. Sus pertenencias y sus recuerdos han quedado ahora reducidos a un montón de cenizas. Al llegar,cuentan,que lo más impresionante es que no hay que abrir la puerta; simplemente no queda nada de ella como tampoco se distingue ningún mueble ni objeto de decoración que se aprecie. Ellos se esmeran en explicar que aquí estaba el salón o que esto era el comedor,pero realmente eso está solo en su memoria porque todas las habitaciones están tenidas de negro y oliendo a carbonilla.
Una verdadera desgracia que se ha vivido estos días en La Gomera donde cerca de 40 casas han perdido incluso su nombre,muchas han quedado reducidas a ruinas. Un drama sí,pero no para la gente de esta isla que está acostumbrada a superarse y salir a delante. Es asombroso con que fortaleza Ángel Manuel García nos explica que lo ha perdido todo,su casa y la de sus padres,pero que hay que levantar la cabeza y comenzar la reconstrucción. Y lo dice un hombre de más de 50 años que logró pagar esta casa haciendo transportes en el barrio de Guru con un burro. “No voy a entrar en discusiones,ni voy a perder el tiempo ni la salud buscando responsables… yo he empezado a trabajar desde hoy con el mismo ánimo que cuando llegue a esta casa por primera vez”,todo un ejemplo de serenidad.
La casa de detrás no se quemó pero la de un poco más arriba si,el incendio en el Guro saltó a su antojo entre los tejados eligiendo sus víctimas al azar. La de Diego Navarro,la primera casa en arder,está pendiente de la calificación de un perito que determine si se salva o hay que demolerla. “La vida te puede cambiar en cuestión de minutos,yo me quedé hasta el final para intentar frenar las llamas,nos cuenta Diego,pero la bola de fuego bajó a tal velocidad por el barranco que sabia que estaba todo perdido”. Al menos él tuvo la entereza de soltar a los animales y hoy nos muestra con una sonrisa en la cara que todas sus gallinas,patos,cerdos y perros siguen vivos.
Fleck Wolfganc,un alemán afincado en este barrio bohemio de Valle Gran Rey,señala a las cañas del barranco con su dedo y asegura que esa fue la causa de que el incendio se propagara a tal velocidad. “Estábamos rodeados de combustible,si los terrenos hubieran estado limpios el fuego no hubiera sido tan devastador”,afirma en una mezcla de ingles y español este vecino que,sin embargo,no está preocupado por su casa porque él se dedica a la construcción y cree que en un par de meses la casa será otra vez habitable.
Mientras nos despedimos de Fleck aparece otro vecino,Don Manuel Correa de 83 años,que le explica al alemán,levantando el tono de voz para hacerse entender,que antes del incendio fue a su casa y se llevó las bombonas de gas al terreno por si acaso. Fleck se lo agradece,el anciano le salvo la cocina. Don Manuel insiste en que veamos como pasó el fuego por su casa y allí vamos… pero la encontramos sin ningún daño. El fuego quemó el terreno de delante y el de detrás pero saltó su tejado si tocarlo. “Yo nunca vi algo parecido,pasó como un torbellino llevándose por delante lo que se le antojó”,nos cuenta mientras señala de un lado a otro del barrio. Después coge la manguera y empieza a regar un terreno negro como el carbón. Ante nuestra cara de asombro nos explica que “esto sale adelante. Para primavera ya veras que empiezan a salir brotes verdes y dentro de un año estoy cosechando”,admirable determinación.
Y así,sin llantos ni dramatismos,se está reponiendo el pueblo gomero de su desgracia. Con el valor que supone asumir lo ocurrido y creer en ellos mismos para salir de ésta sin esperar ayudas o indemnizaciones. No van a mirar más las cenizas,es hora de levantar la cabeza y continuar su vida.