Roque de Agando Parque Nacional de Garajonay

Un día como hoy hace 40 años se aprobaba en las Cortes Generales la ley de creación del Parque Nacional de Garajonay. Un empeño logrado después de muchos años de trabajo y negociación. La creación del Parque Nacional, que es, recordémoslo, la categoría más importante y conocida que un Espacio Protegido puede tener, supone un profundo reconocimiento de los extraordinarios valores naturales que alberga y una apuesta decidida por la conservación de su naturaleza original. Es una conmemoración que merece ser celebrada. Un día para el reconocimiento de la sociedad gomera que ha logrado conservar como en ninguna otra isla de Canarias sus bosques de laurisilva. Y también es un día para mostrar la gratitud a todas las personas que con su esfuerzo, apoyo y dedicación han contribuido a su conservación y restauración.

En este trabajo, se rememora, una vez más, los valores más sobresalientes y esenciales de este territorio por los que es Parque Nacional y Patrimonio Mundial, pero sobre todo se explican aspectos mucho menos conocidos como las iniciativas que hicieron posible la creación del Parque, su trayectoria como proyecto de conservación y restauración, su carácter de laboratorio científico y escuela al aire libre, su labor como dinamizador socioeconómico, el ordenamiento de la visita y la potenciación de un turismo respetuoso. Y todo ello mirando al pasado, al presente y al futuro.

El nacimiento del Parque tuvo una prolongada gestación y distintos protagonistas. Pocos lo saben hoy en día, pero la primeras iniciativas que conocemos para la declaración de un Parque Nacional en los montes de La Gomera se remontan a principios de la década de los años cincuenta del siglo pasado, coincidiendo en el tiempo con los momentos en los que se inician las gestiones para crear los parques nacionales del Teide y Caldera de Taburiente. Fue el eminente botánico noruego afincado en Canarias Eric Sventenius, del que hablaremos más adelante, junto con el apoyo entusiasta, entre otros, de personas muy vinculadas a La Gomera como los hermanos Ventura y Telesforo Bravo, quienes durante muchos años promovieron, sin éxito, esa idea. Pero no es hasta el año 1974 cuando el ICONA, organismo estatal responsable en ese momento de la gestión forestal y de conservación de la naturaleza, inicia la tramitación de un proyecto de creación de un Parque Nacional en los montes públicos de la isla, asumiendo la iniciativa de dos destacados y bien conocidos funcionarios de ese organismo en Canarias, José Miguel González e Isidoro Sánchez. La coincidencia en el tiempo con el periodo de la Transición a la democracia, recordemos que fue aprobada apenas un mes después del fallido golpe de estado del 23 F, explica el retraso en la aprobación de esta ley declaratoria.

Garajonay es sobre todo laurisilva. Representa la muestra que mejor se conserva de los bosques húmedos de Canarias. Este exuberante ecosistema forestal siempre verde, caracterizado por árboles de hojas lauroides y una espléndida profusión de musgos y helechos, entre otros, que llegan a cubrir el suelo y los propios árboles, es el tapiz de vida más complejo y diverso de Canarias. También es agua, desde sus nieblas que envuelven de magia el bosque hasta los riachuelos que se despeñan para regar y dar de beber al resto de la Isla. También es geología, con sus impresionantes domos volcánicos, Los Roques, diques volcánicos, conocidos localmente como taparuchas y profundos acantilados que exponen impresionantes apilamientos de coladas basálticas, todas ellas manifestaciones de las viejas raíces volcánicas de un territorio desmantelado por la erosión. Y también es un espacio cultural donde se conservan algunos de los mayores santuarios de los antiguos gomeros, sin olvidar las huellas de los usos ganaderos y forestales vigentes hasta hace varias décadas y todavía presentes en la memoria de personas que vivieron aquellos tiempos pasados.