Un buen amigo me dijo: Montse, querida, ten en cuenta que la justicia “SIEMPRE LLEGA TARDE” y que aunque “GANES”, siempre “PIERDES”

Pues bien, mi terrible experiencia profesional con el Ayuntamiento de Hermigua durante el gobierno de Solveida Clemente, que hoy doy por terminada, me hizo pensar que debían haber  excepciones, porque era imposible perder un asunto tan importante en el que se pone en juego valores tan esenciales y fundamentales para una entidad pública como el  respeto, la honestidad, lealtad, responsabilidad ó  el compromiso.

Yo ocupaba el puesto de Arquitecta técnica en La Oficina Técnica Municipal desde el año 2003, pasando desde contratada laboral a interina superando unas pruebas a las que fui convocada por la entidad y a las que no optó ningún otro técnico más que yo, puesto que se desarrollaron en una época en la que los técnicos de mi gremio tenían otras aspiraciones.

Jamás en mis cuarenta años de vida me había tropezado con una persona que encerrara tanta negatividad y pobreza moral, en muchas ocasiones negándome incluso a admitir la evidente  capacidad de ésta para desarrollar tanta mezquindad.

Solveida Clemente entra en el Ayuntamiento en el año 2007, aprovechando un momento de absoluta debilidad política en el que los vecinos de Hermigua reclamaban un cambio de gobierno. Los siguientes tres años, desde el año 2007 hasta el año 2010, los basé en una defensa constante de esos  valores que tan constante y descaradamente eran vulnerados. Jamás en mis cuarenta años de vida me había tropezado con una persona que encerrara tanta negatividad y pobreza moral, en muchas ocasiones negándome incluso a admitir la evidente  capacidad de ésta para desarrollar tanta mezquindad.

Solveida Clemente,  contando con el apoyo jurídico de alguien  que “vende su alma al diablo” por una ambición económica, deciden masacrar la plantilla del Ayuntamiento que en ese momento existía, para ello coge una navaja y convirtiéndose en “mono”, empieza a saltar de manera incontrolada provocando sangrientas heridas a todo aquel que pillaba cerca y que no jugaba con ella. Y ahí estoy yo, negándome a pisotear mi responsabilidad profesional, algo que ella nunca entendió ni podía entender,  incapaz de aceptar que no se pudiera beneficiar a quien ella quería o perjudicar a quien a ella se le antojara, así como el no poder manipular a su antojo el dinero público estuviera o no correctamente justificado e invertido en nuestro municipio, por lo que consigue  apartarme de mi puesto de trabajo desarrollando una batalla bochornosa con armas tan miserables como la mentira, el trato vejatorio y la amenaza, amenazas tan delicadas como las que dirigió, no solo a mí y en muchas ocasiones, sino hacia muchas  “Familias”, ejemplarizado con algo tan cruel como el  ser capaz de cortar el agua a una familia con un niño recién nacido que más tarde pude presenciar como su madre acude al Ayuntamiento con éste en los brazos suplicando “Consideración”, que por supuesto le fue negada. Esto sucedía con muchas familias de nuestro pueblo  y que, a pesar de intentarlo con la mía y  comprobando su inquebrantable solidez, solo le quedaba un ataque directo a la yugular  que empezaría con un expediente disciplinario  de carácter “FRAUDULENTO”, tal como judicialmente quedó sentenciado, lo que le permitió ganar en un momento muy inmediato, aunque hoy todos sabemos que, por justicia, ha perdido.

Hoy, el Ayuntamiento de Hermigua, divulga la noticia que encabeza los titulares de los medios “EL EMPECINAMIENTO” DE SOLVEIDA CLEMENTE CONTRA UNA TRABAJADORA LE CUESTA A LOS VECINOS DE HERMIGUA MÁS DE 23.000 EUROS”, y no sé por qué  razón me hace sentir marioneta de una noticia que más bien me entristece, quizás porque yo he pagado un precio tremendamente alto por defender algo que, tras perseguir el único objetivo de satisfacer el orgullo y mal obrar de un circunstancial y desafortunado cargo público llamado “Solveida Clemente”,  jamás debió contar con la cobertura de las Administraciones  para degradar : “MI DIGNIDAD”. Y cuando a lo largo del día de ayer me paraba tanta gente para felicitarme, se me cristalizaban los ojos pensando que no se trataba realmente de un motivo por el que alegrarse, sino todo lo contrario. No debiera ser posible que personas cargadas de tales desequilibrios ocupen cargos públicos que puedan dañar tanto a los ciudadanos, no es posible que personas que ocupen cargos públicos no estén preparadas para priorizar el bien común sobre el particular, para defender y enriquecer a los ciudadanos en vez de amedrentarlos y machacarlos de manera abusiva  con la única fuerza del poder político.

Que mi éxito nada tiene que ver con los el dinero que el Ayuntamiento de Hermigua ha ingresado en mi cuenta, dinero que en su momento, la misma entidad dejó injustamente de pagarme a pesar de pertenecerme, y que  me permitirá someterme a una intervención para paliar efectos secundarios de una grave enfermedad que hoy espero haber superado.

Por tanto hoy puedo asegurar que aunque la justicia me ha llegado tarde, y que a pesar de haber puesto al límite mi salud  y sufrimiento a mi familia, TODO ha tenido un sentido, porque hoy estoy más convencida que nunca de lo importante que son esos valores que tanto he defendido y defiendo, esos que deben mantenerse latentes junto a nuestro crecimiento profesional y personal,  esos que nos permiten equivocarnos con dignidad y que por los que cada vez con  más firmeza me enorgullece luchar. Que mi éxito nada tiene que ver con los el dinero que el Ayuntamiento de Hermigua ha ingresado en mi cuenta, dinero que en su momento, la misma entidad dejó injustamente de pagarme a pesar de pertenecerme, y que  me permitirá someterme a una intervención para paliar efectos secundarios de una grave enfermedad que hoy espero haber superado.

Esto no ha sido fácil, y reconozco que he tenido la gran suerte de contar con una familia maravillosa, amigos incondicionales, vecinos de gran riqueza personal, y particularmente, con una gran profesional, tremendamente comprometida con sus asuntos judiciales, Olga de Luque, abogada y una excelente persona que hoy,  presumo de ser su amiga.

Montserrat Padilla Herrera