Ahora que en Ferraz están de fiesta,celebrando con gráficas el nuevo mapa institucional de España; ahora que el PSOE se reconoce como la principal fuerza de izquierdas; cuando Pedro Sánchez se erige como adalid y esencia de los principios y valores que representaba Pablo Iglesias Posse; ahora,en este preciso momento,la frase que más escucho entre mis compañeras y compañeros es “dejo el PSOE”.
Me llegan mensajes de militantes hastiados,cansados de esperar respuesta de la Comisión de Garantías. Un órgano creado aún no se sabe bien con qué finalidad,que deja morir en el sueño de los justos,las violaciones a derechos fundamentales de los que reman cada día. Denuncias que se van sumando y que nadie contesta,o en el mejor de los casos,envía un documento con argumentaciones peregrinas que suelen darle siempre la razón a los que abusan de su “poder”,a los que hacen trampas descaradamente,a los que se saltan a la torera las normas más básicas de educación y respeto hacia sus compañeros.
La lectura que hace la militancia (no toda,claro está,porque es imposible saber lo que opina todo el mundo),al menos la que a mí se dirige,suele coincidir: hemos tenido los peores resultados en unos comicios locales y regionales y no se comprende tanta algarabía. En lugar de reflexionar profundamente sobre los errores -graves- cometidos,se maquilla la realidad y (peligrosamente) la dirección parece creerse sus propias versiones.
Llevamos tiempo diciéndole a los dirigentes del PSOE desde las bases,y también desde los órganos donde se supone que se deben decir las cosas -como es el Comité Federal- que debíamos mirar a nuestro alrededor. Debíamos establecer lazos de diálogo con las fuerzas de izquierda: las tradicionales y las emergentes. Advertimos la necesidad de rebajar la tensión y respetar,tolerar y escuchar. Propusimos foros,plataformas y lugares de común encuentro. Algunos,de hecho,nos embarcamos en el maravilloso proyecto de confluencia desde las bases (Somos Izquierda se presentará el próximo sábado tras varios meses de construcción). Avisamos en reiteradas ocasiones de la necesidad de llevar a cabo un proceso democratizador interno real,sin medias tintas: primarias abiertas,sin avales,a dos vueltas.
Hemos criticado la “apertura” del partido por “arriba”,teniendo la mano a independientes y ninguneando sistemáticamente a los militantes. Saltándonos los procesos democráticos,creyendo que tal o cual nombre valía más que cualquiera de los que trabajan cada día y aportan su cuota con esfuerzo.
He denunciado la falta de operatividad de los órganos que,estatutariamente deben decidir de forma clara y con argumentos: las reuniones del Comité Federal -máximo órgano de decisión entre Congresos- se celebran de manera testimonial. No se facilita la documentación con antelación,imposibilitando un estudio y debate profundo. Las intervenciones no se centran en los puntos del orden del día. Y además,no han sido pocas las ocasiones en las que se han cometido errores graves que han vulnerado derechos de la militancia por parte de este órgano.
Lo hemos denunciado todo a medida que hemos ido conociendo los atropellos que se han ido produciendo. Lo seguimos haciendo. Lo seguiremos haciendo. Aunque haya quien piense que esto carece de sentido,es necesario hacerlo. Así entendemos algunos la lealtad a un proyecto: lejos de aplaudir y mentir para salir bien en la foto,otros preferimos decir las cosas claras para poder corregirlas entre todos. Precisamente por eso no se quiere contar con quienes,como yo,dicen las cosas con lealtad. Somos apartados,difamados,presionados mientras esperan que abandonemos y nos marchemos. Vemos cómo se cuenta con los que nunca dicen nada en ningún sitio,nunca arriesgan ni se plantean la mejor manera. Incluso,experimentamos la frustración de contemplar cómo las malas artes tienen el “premio del reconocimiento” y la cobertura de la dirección en muchos casos.
A pesar de ello,estoy convencida de que decir la verdad es la única manera de frenar la estampida de militantes,el abandono de los votantes y el rechazo social hacia nuestras siglas que en algunos casos viene dándose.
El tiempo es quien da y quita razones. Y los hechos hablan por sí solos: en su momento denunciamos la situación de la federación de Madrid; considerábamos que la manera de actuar de Tomás Gomez era negativa hacia la organización,pero igualmente criticamos duramente la forma de eliminarle. Se mintió en aquel momento señalando que unas encuestas hacían a la dirección federal tomar la decisión de pasar por encima de unas primarias. El tiempo ha demostrado que tales encuestas no existieron y que,además,tras el 24 de mayo no se ha ganado la Comunidad de Madrid. Nadie ha reconocido haberse equivocado. Pero se ha faltado seriamente a la verdad,se han cercenado derechos de militantes. Y se ha pasado página de una manera bochornosa. Lo más grave es que se podrían haber hecho las cosas bien,siempre es más sencillo hacerlas con garantías que con trampas,pero esta dirección se empeña una y otra vez en tomar la justicia por su mano y tratarnos a la militancia y a la ciudadanía como si fuéramos ignorantes y sumisos.
Ya sucedió en su momento en Logroño. Casi nadie dijo nada. Las tierras de Cesar Luena fueron el laboratorio para cortar cabezas,para imponer gestoras. Las urnas han hablado demostrando que el PSOE allí no consigue contactar con la ciudadanía.
En el caso Lopez Aguilar el partido tuvo una actitud deleznable,tirando a un compañero a los pies de los caballos. Fuimos pocos los que alzamos la voz para defender la presunción de inocencia de un compañero ante una situación que,a todas luces,parecía más un preparado conspirativo contra un potente candidato a las primarias que un verdadero asunto criminal. El Tribunal Supremo consideró no encontrar justificación imputar a López Aguilar y ni siquiera en ese momento la dirección del partido fue capaz de reponer el daño causado y reconocer que había actuado de forma precipitada.
Sin embargo,ante una denuncia de espionaje interpuesta por una compañera del partido contra Cepeda,la dirección mira hacia otro lado. Un suceso con hechos probados,el de la socialista que interpone una denuncia contra quien fuera su pareja sentimental por regalarle un teléfono al que se había instalado un mecanismo que permitía controlar las llamadas y mensajes. La Comisión de Igualdad del partido da carpetazo hoy y le invita a que lo plantee en la de Garantías. Ya se imaginará el lector,por lo escrito supra,lo que esto significa. Y lejos de apartarle de la militancia de manera prudencial,el Señor Cepeda tiene todas las papeletas para ser senador en la próxima legislatura. No son pocas las voces que apuntan a que no regaló un solo teléfono,y que pudiera ser que esta persona contase con información que preocupe a los que ahora le respaldan. Vaya usted a saber.
A este PSOE no le reconocería su fundador. A este PSOE no le reconocen los socialistas. Por eso muchos dicen que se marchan a la espera de que un batacazo innegable ponga las cosas en su lugar. Entiendo y comprendo el sentir de tanta gente que nos mira estupefactos a quienes nos mantenemos en este barco que se hunde. Estoy convencida de que algunos no se marchan -los que se empeñan en dirigirnos hacia las rocas- porque no saben nadar. Los que afortunadamente sabemos no tenemos prisa. Intentaremos por todos los medios seguir aportando y remando,aunque esto sea cansado y contra corriente,para ver si conseguimos que se nos escuche. Solamente queremos eso,que se nos tenga en cuenta. Llegado el momento tenemos la certeza de nadar,si es necesario; para algunos seguro que será ya demasiado tarde. Desgraciadamente,es la ciudadanía la que necesita que este barco no se hunda. Pero algunos están más preocupados por asegurar su parcela de “poder” que las lentejas de sus conciudadanos. Dejar el PSOE en sus manos significa dar por perdida la batalla. Y la batalla que se pierde,es la que no se da.
Beatriz Talegón