Una vez al año se enfoca la atención a todas las mujeres. Activistas y políticos organizan charlas,talleres y otras actividades. Pasa el día,o sea los actos,y la desigualdad y la violencia del género siguen. Para cambiar la rutina hace falta un esfuerzo continuo.
El machismo está profundamente arraigado en nuestra sociedad. Las mujeres son las perjudicadas,pero los hombres tampoco ganamos nada. Los hombres también sufrimos de la frialdad y de la competición por el “amor” condicional. Pero muy pocos lo admiten. Con el machismo pierde nuestra sociedad el cariño,la compasión y la unión; estamos condenados a ver la tristeza en las caras de muchas mujeres no apreciadas ni valoradas. Y ver los intentos de muchas de servir a los hombres,no es menos triste. Pues el amor se convierte así en un concurso que ganan los más guapos,ricos o listos.
¿Queremos seguir viviendo las degradantes e indignas telenovelas que pasan por nuestras pantallas?
Muchas veces siento vergüenza de ser hombre,especialmente cuando veo como otros hablan de las mujeres o como las tratan.
Pero también es cierto que los machos no nacen sino que los criamos nosotros. Los niños están obligados adaptarse a nuestra sociedad,obviamente insana. La falta de libertad para su desarrollo individual,la experimentan como un abuso de poder que impide que aprenden a tomar decisiones para mejorar su vida. Muchos tienen que asumir que el amor tiene muchas condiciones. Si haces las cosas “bien”,si te adaptas y obedeces ciegamente,serás aceptado y recibirás “amor”. El desarrollo de la infancia está bien organizado y controlado por muchos “expertos”. Cada edad tiene diferentes lecciones según el sexo y muchas expectativas sobre el desarrollo. ¿Quién pregunta a los niños y niñas lo qué quieren? Ellos y ellas tienen que adaptarse para que se les quiera y admita. La competencia empieza temprano. Inteligencia,belleza y fuerza física son las calidades apreciadas mientras intuición,ternura,compasión y colaboración,solamente molestan.
Por mucho que algunas de las fuerzas progresistas y educativas de nuestra sociedad intenten enseñar otros valores,es la realidad cotidiana que vivimos la que influye y enseña más. Así sigue el rollo. Tenemos que esforzarnos toda la sociedad por romper con esta rutina.
Hay muchas formas de inteligencia,pero la más importante es la inteligencia social-emocional,que evita que destruyamos nuestra sociedad y nuestro mundo con nuestra inteligencia racional.
Deseo a las mujeres que no se dejen dominar por la racionalidad que domina nuestra sociedad,que recuperen la magia de su espiritualidad y aprendan a confiar en su intuición.
Deseo a los hombres que terminen con esta tontería de ser machos. No merece la pena pretender ser fuerte,duro e inteligente. Esta competencia es puro estrés y genera agresiones. Necesitamos mujeres que nos quieran y respetan como somos. Y esto requiere que las respetemos ellas como son y no como nosotros queremos que sean.
El verdadero amor es incondicional.
“He aquí mi secreto,que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible para los ojos.” Antoine de Saint – Exupèry “El Principito”
Ralf Zinke,militante de Sí se puede La Gomera