ORFEO SUÁREZ.- Weidenfeller es la roca que cayó en el Bernabéu en ese instante que tanto pone al Madrid:_la remontada. Esa roca que no se movió mientras los blancos se despeñaban como una bola de nieve la temporada pasada,cedió paso finalmente a un sueño eterno. La Copa de Europa,la Champions es tanto en la historia de este equipo,que todo lo que sucede incide para bien o para mal,pero siempre en clave de hipérbole. Provoca la depresión o la euforia,no hay término medio. Hoy,pese a perder el paso en la Liga,incluso después de la discusión de familia en la grada,Europa es la euforia,el perdón de Dios.
El club de las segundas oportunidades nunca cierra en el fútbol. Si por malo que haya sido el día,siempre amanece otra vez,lo mismo sucede con la pelota. La única condición es volverlo a intentar como si nada hubiese pasado,como si fuese la primera y la última vez. Si esa oportunidad la tuvo Di María,en su ausencia quiso Ancelotti que le perteneciera a Isco. Es justo. Se trata de un jugador que gusta al técnico,pero no ha tenido forma de encajar gusto y jerarquía. Cristiano,Bale y Benzema condicionan los esfuerzos del resto de tal forma que para compensarlo era más necesario pulmón que pie. En la proporción de ambas,Di María es más parejo; Isco,en cambio,es un futbolista para una cosa,pero vaya cosa. El Madrid,sin embargo,no siempre juega a esas cosas.
Un Isco enchufado
En función de cuál fuera su intención ante el Borussia,la imbricación del malagueño sería más o menos satisfactoria. La inicial lo puso en valor,porque partió el equipo de Ancelotti con la presión alta y la voluntad de jugar en los tres cuartos,con un pie en el área alemana. Ese es el jardín de Isco,cuyo regate merecería el apodo que tuvo el chileno Carlos Cazely: el Rey del metro cuadrado. Si aumentan los metros,no obstante,pueden hacerlo también los problemas. Isco tocó,aclaró y hasta marcó desde su sitio,el mirador del área. Lo hizo colocado,con un toque sutil,frente a dos oponentes.
El tanto,segundo del Madrid,puso la eliminatoria en el carril antes de la media hora y concedió al equipo una prematura tranquilidad. Pero como si tuviera cierta adicción al tremendismo,la tranquilidad no le sienta del todo bien al Madrid,es lo cierto. No es un equipo que dosifique bien la calma,necesita la tempestad. El Borussia lo atizó lo suficiente,en llegadas peligrosas pero estériles,ya que sólo Marco Reus provocaba realmente temor. La forma en la que Aubameyang falló en una llegada limpia ante Casillas era propia de un futbolista sin las millas necesarias en la Champions. Todo lo contrario que Lewandowski,ausente por sanción. El equipo de Jürgen Klopp mantiene los principios,pero no las herramientas. De un año a otro,la desfiguración es excesiva. En el Bernabéu era como una formación de ajedrez sujetada por los peones. Apenas Weidenfeller,un portero excepcional,Hummels en defensa y Reus a un costado recuerdan lo que fueron frente al mismo rival,acompañados de Subotic,Gündogan,Mario Götze y el propio Lewandowski,que aparecerá en la vuelta para el honor,poco más. Fue bienintencionado con la pelota,pero fue tierno,muy tierno.
Bale,sin compartir
Contra el Madrid es imposible sobrevivir si no acompaña cierto instinto criminal,el que comparten Bale y Cristiano,que ya disputan en goles,en apetitos y hasta en algún pito. Los recibió el galés en dos llegadas que no quiso compartir. Fue,sin embargo,el primero en llegar a la red,antes incluso de que algunos socios lo hicieran a sus asientos. Carvajal lo encontró con claridad y tino en el área. La lesión de los laterales Arbeloa y Marcelo ha dado mayor continuidad a este futbolista que crece sin ninguna estridencia,aunque atravesara problemas frente a Messi e Iniesta. El que no los tenga contra semejantes prodigios,que levante la mano.
Cristiano dejó su sello antes de retirarse lesionado,que fue como si sonara la alarma de incendios en el Bernabéu. La sensación es que lo hizo con mucho control,no después de una acción traumática. La forma de marcar del portugués dejó un detalle técnico magnífico para salvar a Weidenfeller,un tic,tac que acabó en la red. El gol estaba en deuda con Modric,que encontró fruto a su presión sobre la salida del Borussia.
Cristiano,como Bale,probaron al portero antes y después de marcar,de falta y en movimiento. Fueron verdaderos killers,acompañados esta vez de un Pepe sólido y ubicuo,con un peinado que recordaba al de otro killer,el Alex DeLarge de La Naranja Mecánica.También Benzema encontró a Weidenfeller en su mejor versión. Ese mismo hombre que separó al Madrid del milagro hace unos meses,en la vuelta necesitaría la ayuda de una fuerza suprema. Más que un sueño,una utopía.