La alimentación y nutrición del ganado son fundamentales para mantener la buena salud y producción de carne. Para producir piensos compuestos, se utilizan materias primas especialmente preparadas para este fin (como cereales u otros cultivos), sustancias sintéticas y residuos de la industria alimentaria que no se comercializan para el consumo humano.

Otras alternativas de suplementación son los bloques nutricionales que contienen melaza de caña. Según la web nutricional Sundt.es, ‘’esta sustancia tiene una consistencia similar a la miel y se utiliza para añadir minerales como potasio, calcio, magnesio, sílice, cloro y azufre en su alimentación’’. Por lo general, se coloca en recipientes en forma de rueda para que los animales obtengan nutrientes adicionales, pero también evita un consumo excesivo ya que con lametones no puede consumir mucha cantidad.

Sin embargo, el precio de la alimentación animal es inasequible hoy en día. Esta situación se ha incrementado desde noviembre, pero la subida a principios de año ha sido brutal para la ganadería.

Alza de materias primas

Los precios de las materias primas para piensos han aumentado en un 20 % a nivel mundial, a causa de las restricciones de ventas al exterior en los principales países exportadores (como Rusia o Argentina) y a la demanda de soja en China.

La industria ganadera de Canarias se encuentra en una encrucijada, dado que el Gobierno planteó objetivos políticos como la autosuficiencia alimentaria para promover el consumo local, en lugar de depender de las importaciones.

Casi todas las materias primas utilizadas para la alimentación animal provienen de fuera del archipiélago y están subvencionadas a través del Sistema de Abastecimiento Específico (REA), que tiene como objetivo asegurar el abastecimiento de productos agrícolas básicos en el archipiélago. Para los residentes del territorio de la Unión Europea (UE) se aplica asistencia directa por cada tonelada, hasta un cupo máximo que se revisa anualmente.

Sin embargo, actualmente muchos ganaderos se enfrentan a una subida internacional que aumenta los costes de producción. Jorge Pelayo, ganadero y veterinario, pudo comprobar este año cómo la soja (que representaba alrededor del 16% de la alimentación porcina) aumentó en 100 euros por tonelada. “Si antes me costaba 330 euros, ahora vale 430 euros, simplemente no es asequible”, mencionó.

Pelayo entiende que “si aumenta un 20% el sobrecoste, los beneficios netos de la explotación no existen. Como no podemos luchar contra el mercado internacional, la Consejería de Agricultura debe abrir ayudas directas al ganadero, además del REA”.

En ese contexto, propone establecer subsidios directos para poder adquirir los piensos elaborados en el archipiélago con materias primas importadas mediante el pago trimestral de asistencia “15 o 20%” y reducir costos adicionales.