Penelope Powrie

Lleva más de cuarenta años en La Gomera. Se siente escocesa hasta la médula, tengo recuerdos propios y memoria de mis familiares. Algunos nos trataban como de segunda categoría, no lo puedo olvidar. Cuando el referéndum, yo no quería que nos separáramos, escocesa sí, pero unidos con Gran Bretaña y con Europa. Ahora con el Brexit es muy distinto, escocesa sí, europea también… no entiendo la situación actual en Inglaterra.

Su acento hablando español es característico, muy peculiar, casi la define en una sociedad tan pequeña como la insular, habla como Penelope, decimos muchos. Sin embargo, entiende perfectamente el español y se hace entender de forma clara.

Dice que lo mejor que define su pertenencia es cuando alguien muere, siente que se muere alguien cercano, como de su familia y siente la pérdida como propia.

Habla como los gomeros, llama extranjeros a los que a lo mejor son de su propio país y nombra muchas veces la paz que vive aquí, la seguridad, la tranquilidad, como en ningún sitio…

Muchos recordamos a una joven medio pelirroja y muy atractiva que paseaba a caballo en los años 70 del pasado siglo, venía desde el Barranco donde vivía, iba hasta la playa de La Cueva, el caballo se llamaba Pompidou, la joven, Penelope, así sin acento, como en inglés.

Se hizo fuerte viviendo aquí, tenía que poder con todo, debía demostrar su capacidad para llevar adelante sola una familia, sin ayudas, su marido era marino y pasaba mucho tiempo fuera, a veces hasta cuatro meses “yo tenía que ser capaz, yo me adapto a todo, a cualquier circunstancia y no quería que nadie pensara que por ser de fuera no podría con todas mis obligaciones familiares”. Un reto conseguido con sobresaliente y que le ha procurado la lealtad y el reconocimiento de los que la conocemos desde hace años.

De tradición familiar protestante, pasó gran parte de su infancia y adolescencia en un colegio de monjas católicas, en Escocia. Habla maravillas de la que fue su casa tanto tiempo, de lo estricto, de la generosidad, de la amistad. Cuenta muchas anécdotas que definen su carácter y su experiencia vital.

No se, si por esta experiencia o por como es ella, dice que la enseñanza es su vida. Enseñó inglés durante muchos años, en clases particulares y en el Ruiz de Padrón. Le encanta, es lo que más le gusta, los niños, ver cómo van cambiando.

No cree que la maestra deba ser la “amiga”, debe ser “la maestra”, comprensiva pero exigente, cómplice pero en “su sitio”, sin concesiones para quedar bien. Estaría muchas horas hablando de los niños y de los aprendizajes.

Con sus hijos es distinto, es madre, también exigente, pero madre. Ahora sus nietos también son parte de su mundo y de su responsabilidad de abuela. Habla de Quique su hijo, de Isabel e Inés, sus hijas y de aquel latino, isleño, de piel morena y pelo rizado que la enamoró hace ya tantos años y sigue siendo su marido, su compañero.

HAPPY LIFE-Piedras pintadas

Empezó pintando camisetas y pijamas para sus hijos, y píntame esto para mi amigo y esto otro para… para no sé quien. Después vinieron las piedras de la playa, las telas, más camisetas y bolsos, perros, paisajes. Dice que ya ha olvidado cuantas veces pintó el perro de su hija Isabel, lo dice con ese maravilloso acento y ríe.

WORLD AT WAR-BOLSA PITADA

Cuando habla del Viaje Interior, expresa su admiración por los trabajos que ha ido conociendo en este tiempo y dice no entender como ella con las cosas sencillas que hace está en este grupo. Será por eso, Penelope, por la sencillez y la humildad con la que se afronta la vida y se construyen cosas bellas.

Es por eso, Penelope.

( Penelope Powrie es componente del grupo de artistas del VIAJE INTERIOR IV )

Benjamín Trujillo.

FOTOS: CARLOS BRITO.

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