POR FRANCISCO POMARES.-

Francisco Pomares
Francisco Pomares

El Festival de Música de Canarias cerrará este año con el más estrepitoso de los fracasos. Nunca antes -en sus más de treinta años de historia- se había producido una caída tal de la participación de los aficionados y una deserción del público similar a la ocurrida este año. Los responsables de la Consejería de Turismo y Cultura no pueden decir que ignoraban lo que iba a pasar. Se pasaron las advertencias de los expertos por el arco de triunfo, rechazaron la opinión del consejo asesor del Festival (de hecho cesaron a todos sus miembros menos a Jerónimo Saavedra, con él no se atrevieron), pasaron de todos los que manifestaron una opinión crítica sobre el modelo experimental propuesto por Nino Díaz, y de las opiniones recogidas en los medios de comunicación; desautorizaron a la propia directora general de Cultura, que intentó impedir que el primer evento cultural del Archipiélago se convirtiera en un desfile de bandas municipales, y a la que Mariate Lorenzo dejó sin competencias como consejera delegada de Canarias Cultura en Red y apartó de un Festival que siempre había coordinado esa dirección general. La consejera Lorenzo no hizo caso a nadie, excepto a un militante de Coalición de Lanzarote que toca el clarinete y tiene unos cuantos amigos que hoy mandan mucho. Y así ha salido esto.

No creo que Nino Díaz y su banda de activistas en red hayan actuado de mala fe. La idea de incorporar nuevos formatos, nuevos estilos y nuevos participantes no es necesariamente mala. Todo debe evolucionar y puede mejorarse. Pero acabaron por retroalimentarse con ideas peregrinas sobre el hecho cultural y la importancia de innovar por innovar. Anunciaron un Festival radicalmente nuevo y diferente, en forma y contenidos; abjuraron de los abonados de toda la vida, a los que Díaz descalificó públicamente tildándolos de viejos que en su mayoría se estaban muriendo. Se empeñaron en inventar un «público nuevo» que no ha aparecido por ninguna parte. Nino y los suyos han capitaneado un proyecto inmeditado y loqueta que ha destruido el Festival sin aportar más alternativa que una programación que ha vaciado los auditorios y teatros.

Lo peor es que todo era previsible y estaba advertido, y a nadie le importó una higa. No le importó al Gobierno, instalado en la crisis y en sus equilibrios político-territoriales. No le importó a la consejera, a quien se le advirtió en el Parlamento de lo que iba a pasar. Ella rechazó todas las críticas y dijo que la 33 edición sería un éxito y que asumiría las consecuencias de no ser así. Creo que en realidad no tenía ni pajolera idea de lo que estaba hablando, sólo pendiente de hacer lo que le pedían desde Lanzarote. Porque el principal mérito de Nino Díaz para hacerse cargo de un Festival que le quedaba claramente grande es el de ser amigo de la infancia de David de la Hoz, mandamás conejero en Coalición, que ya lo había contratado a dedo como secretario suyo en el Parlamento regional. Nino es un aficionado un poco crecido, que no tiene más currículum para gestionar un Festival con dos millones de euros de dinero público y 33 años de historia exitosa, que su vieja amistad con el presidente de Coalición en Lanzarote.

A ver si es verdad que Mariate Lorenzo asume alguna responsabilidad por este previsible y anunciado desastre. Pero no va a ser ella quien pague los más de 400.000 euros de déficit que dejará el Festival… Va a ser usted quien pague los platos rotos que nos deja este capricho de iluminados. Va a pagar usted el desaguisado, le guste o no la música culta. Y también usted. Y además usted.