El 2016 ha sido el año de la pérdida de ingenuidad por parte de millones de votantes. Sin entrar en si esos cambios han supuesto un cambio hacia una buena dirección o no, lo cierto es que la mayoría de la población ya no se ha dejado amedrentar a la hora de decidir su voto. Hasta ahora, uno de los principales argumentos que venían funcionando era el de agitar el miedo a los mercados. Es decir, esta u otra opción dentro de una votación significaría un desastre económico, “un nuevo Lehmann Brothers”, el comienzo de una nueva crisis, etc, etc.

Dichos argumentos fueron utilizados para favorecer una de las dos posiciones antagónicas en las tres súpervotaciones que se han producido en el año 2016: el referéndum del Brexit, las elecciones norteamericanas y el referéndum por la reforma de la Constitución en Italia. Y sin embargo, pese a la victoria de los “enemigos de los mercados”, tras ninguna de las tres citas electorales se ha producido la debacle que se preveía desde numerosos círculos mediáticos de gran relevancia. Los motivos por los cuales los fantasmagóricos mercados no han quebrado son diferentes en cada caso, pero la idea básica extraída de los tres casos en conjunto es que tal miedo al debacle es tan solo eso, un miedo.

A continuación analizaremos más pormenorizadamente los dos casos más recientes, el de las elecciones de los Estados Unidos y el del referéndum italiano que ha acabado con la dimisión de su primer ministro, Matteo Renzi.

El fenómeno Trump tuvo un efecto positivo en los mercados norteamericanos

Durante meses, la mayor parte de la industria mediática estuvo en guerra abierta contra el magnate, y no era para menos. Acusado en multitud de ocasiones de tener comportamientos e ideas racistas, xenófobos y machistas, Trump logró sin embargo sobreponerse a dichas críticas gracias a la falta de popularidad de sus rivales, tanto en las primarias republicanas, primero, como luego en las elecciones presidenciales. Gracias a ellos, el neoyorquino ha llegado a la Casa Blanca pese a los advertencias de una gran crisis mundial en caso de que sucediese lo que, de hecho, sucedió.

Pero como todo el mundo sabe ya, los mercados no se derrumbaron ni la gran crisis se produjo. Es más, la economía estadounidense pareció reflotar tras la victoria de Donald Trump y ésta produjo efectos altamente positivos (para los Estados Unidos) como que el dólar alcanzase tipos máximos en tiempo frente al euro y otras divisas, o que las plazas bursátiles norteamericanas despegasen. ¿El porqué? Pues básicamente porque bajo la presidencia de Trump se espera que empresas de los Estados Unidos y centradas en sectores como el del petróleo (el gobierno de Trump será uno de los mayores negacionistas del cambio climático que hay en el mundo), el de las infraestructuras, el farmacéutico (su rival, Hillary Clinton, planteaba una mayor estatalización del mercado sanitario y farmacéutico) o el del armamento salgan altamente beneficiados.

Por lo tanto, la famosa bandera del miedo a los mercados, al igual que en el caso del Brexit, se demostró inútil y falaz, esgrimida por una total falta de razones (pero de las de verdad) por los bandos a la postre perdedores.

La derrota de Renzi, imperceptible

Al igual que ocurrió con el caso anterior y con la votación por la salida de Gran Bretaña de la UE, desde gran parte de los medios tradicionales se predijo que una victoria del ‘No’ en el referéndum constitucional de Italia provocaría un terremoto en la economía europea.

Quizás, de tanto repetirlo, todos los inversores tomaron posiciones respecto a ese plausible resultado y, por ello, todo se mantuvo tranquilo tras la votación. En primer lugar, porque dicho resultado ya se veía venir. En segundo término, porque la anunciada dimisión de Matteo Renzi en caso de que venciese el “No”, puede dar paso (contrariamente al populismo del Movimiento 5 Estrellas o el far-right de la Lega Norte) a una gran coalición de partidos del sistema o a un gobierno técnico,0 al estilo del de Mario Monti de hace unos años, opciones ambas muy bien vistas por los mercados financieros. Tercero, porque en Italia ya llevan más de 60 años de idas y venidas políticas y ésta no ha sido, ni mucho menos, la primera curva cerrada que toma su panorama político desde la Segunda Guerra Mundial. Más bien es un hecho bastante común. Y, por último, porque el BCE sigue con su programa de compra de deuda.

Así, los únicos perdedores de la jornada poselectoral fueron los bancos: Monte dei Paschi y Unicredit perdieron alrededor de un 4%. Por su parte, los índices bursátiles europeos (con el Ibex 35 entre ellos) mostraron un comportamiento bastante positivo tal y como se pudo ver en webs de trading como Sharp Trader, e incluso ofrecieron subidas inesperadas. Otra muestra más de que la bandera del miedo a los mercados es cada vez menos creíble.