El año en el que nos encontramos tiene una relevancia supina para el devenir de nuestro país ya que se celebrarán dos citas electorales de máxima repercusión: en mayo las elecciones locales y en noviembre las generales.
Es 2015 el año del “despegue“,el año “de la salida de la crisis“,“de la mejoría de la economía española“ tras meses agónicos en los que este país ha vivido un cambio significativo si lo comparamos con los primeros años del 2000.
Estos son algunos de los titulares que hemos podido leer y escuchar en los medios de comunicación durante los últimos días por parte de responsables públicos que en función de su color estarán de acuerdo o no con las afirmaciones señaladas.
España pasó de ser un país receptor de inmigración a convertirse en emisor,de ser un país que jugaba en la Champions League de la economía a pelear por no descender de categoría,y podemos seguir haciendo símiles que nos muestren lo mal que muchas familias españolas lo han pasado,y aún lo están pasando,y lo más preocupante –sin ser catastrofista- lo seguirán viviendo a pesar que los datos macroeconómicos remontan pero los micros,los que interesan al ciudadano de a pie,siguen siendo débiles,insuficientes aún para acabar con la tasa de desempleo que tiene España y Canarias.
Sin salir de nuestro entorno hemos visto como familias han sufrido las consecuencias más terribles de esta crisis,perdiendo su hogar y frenando muchos planes de futuro que en la zona intermedia de la pirámide poblacional se traduce en una emancipación tardía (si es que se realiza) y un descenso en la tasa de natalidad cuyas consecuencias a largo plazo,serán negativas para la economía.
Si hay algo que en parte ha amortizado las trágicas consecuencias de esta coyuntura han sido sin duda las familias,que han servido de paraguas para miles de personas que viven con las pensiones de sus padres o abuelos.
Se han visto en la obligación de regresar al hogar de sus padres ante la incapacidad de seguir emancipados.
Así está la cosa en un país que da la sensación que se preocupa más por el duelo futbolístico Cristiano Ronaldo contra Messi,que por los problemas que nos afectan a diario.
A todo esto hay que sumar otra crisis,que también es importante pero que no es tan visible ni tiene tanto protagonismo y cuya vigencia podría ser mayor que la económica: la crisis de valores que tiene una cara intrínseca y otra más visible.
Pero no hay que perder tiempo en lamentarnos,hay que buscar soluciones que corrijan esta particular crisis,que va desde lo individual a lo colectivo.
Ante el panorama que presenta el país,los diferentes partidos políticos que concurrirán a las elecciones -tanto locales como estatales- tendrán que cambiar sus estrategias con respecto a otros comicios,ya no basta únicamente con mítines en donde cientos o miles de personas,levantan la banderita,se ponen la pegatina y jalean las consignas del líder,ahora el voto es más volátil,se mueve,cambia de unas elecciones a otras y es esta balsa de votos,la que van a decidir los próximos sufragios.
El personal directamente vinculado a la comunicación de la campaña tendrá un gran trabajo y éstos parte de culpa del éxito o no de los resultados.
Hay que buscar el voto persona a persona y tomar parte de instrumentos que hasta hace unos años no aparecían en los manuales de marketing político en España.
Hay que llegar a la mayor cantidad de personas,en el menor tiempo posible y con menos recursos económicos.
Si las formaciones políticas –sobre todo las hegemónicas- quieren volver a tener la confianza del electorado conservando su “cuota de mercado“ y adquiriendo nuevos votantes,no solo bastará con utilizar las nuevas recetas propagandísticas,hay algo que tiene que salir de las propias formaciones y si no lo hacen dudo mucho que puedan contentar a los suyos. Hago mención a la renovación de los partidos a nivel interno. Las personas que se dedican a lo público tienen que saber que los tiempos en política son distintos a los tiempos en otro ámbito,que tienen una fecha de caducidad. Un error,en la fecha del “punto y final’’ en lo público podría marcar a la persona para el resto de su vida.
Estarán conmigo que es mejor ser recordado por saber marcar los tempos y salir por la puerta grande,que hacerlo por la puerta pequeña.
Toca renovación,los partidos tienen la oportunidad de volver a enamorar como lo hicieron durante los primeros años de la democracia,es el momento de debatir con un mismo objetivo: el bienestar del ciudadano,aportando nuevas ideas,haciendo partícipes a la sociedad,con programas reales y empíricos y no desde el sillón,desde lo teórico. Hace falta nuevos proyectos que refresquen y sirvan para que la población vuelva a creer en la política que ha sido repudiada por un alto porcentaje de los ciudadanos debido a los numerosos casos de corrupción como lo demuestra el último estudio del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) donde el 42,3% de la población ve la corrupción como el principal problema de los españoles después del paro con un 76%.
Estoy convencido que por la atmósfera social en la que nos encontramos,los jóvenes de este archipiélago y por ende del resto del país tendremos un poder de decisión con nuestro voto muy importante,siendo los que decidan numerosos grupos de gobiernos en la geografía española.
Quizás en anteriores procesos electorales el voto joven no se había tenido tan presente por las formaciones políticas como se debe tener ahora.
El trabajo de los partidos tiene que ser importante en este estrato de edad,menos firmes en relación con sus opciones que las personas de edad intermedia,lo que nos convierte en público objetivo que es preciso privilegiar en los distintos programas que configuren las formaciones.
Un error en la hoja de ruta de los partidos con respecto a la juventud – que no solamente quiere propuestas sino acciones reales – puede condenarlos al olvido por buena parte del electorado joven,que frenados por la virulencia de la situación y siendo la generación más preparada de la historia,muchos obligados -en cierto modo- a dejar su país para poner en práctica su conocimiento en otros lugares del planeta.
Hay que tener bien presente lo que supone la pérdida de capital humano para un país. Inviertes a partir de su niñez en una formación,lo sigues haciendo en su etapa de educación superior con el objetivo que ese conocimiento adquirido lo ponga al servicio de su país recuperando en cierto modo la inversión pero resulta que otro Estado,se lleva dicho conocimiento que podría comprar el país emisor en un futuro por la falta de oportunidades y por no apostar de forma decidida.
Con todos los condicionantes señalados y como reza el título de estas líneas,“La juventud se la juega en 2015“,estoy seguro que un gran número de jóvenes que no votaron en las pasadas elecciones lo harán,haciendo que la abstención disminuya el 24 de mayo.
Seamos conscientes del momento y de la oportunidad que se nos presenta para intentar cambiar las cosas,el muro de Facebook no es suficiente.
Como señala la frase del ensayista y clérigo estadounidense,James Freeman Clarke: “Un político piensa en las próximas elecciones,un estadista piensa en las próximas generaciones“.