Los tachirenses deben hacer las compras antes de la 1:00 pm porque en la tarde se inicia un estado de ocupación no declarado por el gobierno,que ha desplazado paracaidistas y utilizado aviones de combate para intimidar a los manifestantes
Los mensajes se multiplicaron el viernes,a modo de respuesta.
Estaban escritos sobre el asfalto para ser leídos desde las alturas,desde donde los helicópteros y aviones Sukhoi rusos volaron el jueves a muy baja altura y amenazadora,tratando de demostrar poder aéreo. «El Táchira no se rinde»,escribió un grupo. «FANB ¿somos los paracos?»,preguntó una familia con cuatro niños sosteniendo una bandera nacional. Mujeres se acuclillaron para formar el acrónimo SOS,y los estudiantes escribieron el símbolo de helipuerto en desafío a los vuelos militares. En Pueblo Nuevo fueron al grano y trazaron la silueta de un hombre muerto en el suelo,una imagen que simboliza una de las causas de las protestas que desde hace 20 días tomaron el estado andino: la inseguridad.
Las jornadas de protestas que comenzaron por un intento de violación a una estudiante universitaria a principios de mes y que han ocasionado por lo menos seis heridos,se recrudecieron esta semana después del llamado de Leopoldo López a no abandonar las calles. La situación derivó en un estado de sitio de facto. El emplazamiento de dos batallones de paracaidistas,piquetes de la Guardia Nacional Bolivariana armados y tanquetas de guerra en las entradas del estado y especialmente en San Cristóbal,además de los aviones de combate en las cercanías prosiguieron a la advertencia ­no formalizada- del presidente Nicolás Maduro: «Si tengo que decretar un estado de excepción en el Táchira,así lo haré».
Su enviado especial,el ministro del Interior Miguel Rodríguez Torres,se instaló con el Estado Mayor el miércoles y acusó a los alcaldes opositores,incluyendo al de la capital,de liderar las manifestaciones.
La militarización del estado ­tradicionalmente opositor y donde el antichavismo obtuvo el 8 de diciembre 17 de las 29 alcaldías- antecedió la suspensión del servicio de Internet por parte del proveedor público Cantv -que se restableció el viernes- y empeoró el cuadro de blackout informativo que sufrían ya los tachirenses por la crisis de los medios impresos y la ausencia de medios radioeléctricos que informen libremente. En medio de la arremetida militar,que ha barrido esporádicamente las barricadas de los manifestantes de las principales avenidas,el tachirense ha tenido que apurar la mañana y abastecerse de alimentos,medicinas y gasolina,cuyo expendio fue amenazado de suspensión el viernes.
Después de la 1:00 pm,los comercios cierran y muchas calles y avenidas se vacían en San Cristóbal,parcialmente: desde el lunes no hay transporte público. Los motorizados ­mototaxistas pescando transeúntes o sospechosos de pertenecer a colectivos violentos- se multiplican y los miembros de la Guardia Nacional se preparan para «pacificar» el Táchira.
Sigilo y blackout. El sigilo con que la Guardia Nacional hizo una ronda en Barrio Sucre el jueves,para luego accionar de manera violenta,llamó la atención de Susana,psicóloga que realiza labores comunitarias y quiso mantener su nombre a resguardo para así preservar su trabajo. Ese día,luego de salir de compras antes de que cerraran los comercios,se desplazaba con su carro por la avenida 19 de abril,esquivando restos de basura,latas,troncos,desechos de metal,cabillas sueltas y alcantarillas abiertas. Al llegar a la entrada de su urbanización,encontró una barricada adicional por lo que decidió dejar el carro en la avenida y continuar a pie. «Había un grupo de jovencitos,entre 18 y 21 años de edad conversando. Cuando me bajé del carro vi a los muchachos correr con pánico»,relata. Al voltear la mirada,Susana observó 12 motos con guardias nacionales que portaban escopetas. «Me sorprendí porque no los escuché llegar: se desplazaron con las motos apagadas hasta donde estaba yo,en silencio». De inmediato y sin decir nada comenzaron a disparar bombas lacrimógenas. El estruendo hizo que personas en un cajero cercano buscara,al igual que ella,refugio en los edificios aledaños. «Fue muy tenso. Esa situación duró una hora y media»,precisó.
Saber lo que ocurre en otras zonas de San Cristóbal o pueblos no es fácil,dice. «Con el corte de Internet,sólo nos enteramos de las cosas los amigos,o por mensajes de texto y aplicaciones de chat de los celulares». No se observan grupos de periodistas de televisión haciendo cobertura de los hechos en las calles,se queja la psicóloga. «La prensa escrita saca las cosas nacionales,e incluso lo de Ucrania,pero poco lo de aquí». El viernes,su amiga Josefina,que también quiso resguardar su nombre,dijo que la gente salió a hacer las compras «con muchos nervios». «Las colas en los supermercados más abastecidos son interminables,en las bodeguitas de las barriadas tienen poco y cierran al mediodía. Luego la gente se encierra. Y después,por donde vivo,eso es escuchar hasta la media noche detonaciones de disparos o bombas,motorizados y los gritos de los manifestantes que se quedan en las barricadas».