Ninguna palabra es capaz de reproducir el dolor que se siente ante una tragedia y,sin embargo,las voces ayudan; ayudan en primer lugar a trasladar el pésame a las familias de los fallecidos y a desear una pronta recuperación de los heridos. Y ayudan también a tomar conciencia de nuestra fragilidad y la necesidad de trabajar por los ciudadanos que más lo necesitan en momentos tan difíciles como estos.
La Gomera está con Galicia. No podía ser de otra manera,de ahí que desde el Cabildo se haya transmitido a la comunidad gallega la solidaridad insular ante el desgraciado suceso que se produjo en la tarde noche del miércoles. Nada hay más terrible que la muerte inesperada y han sido demasiadas las vidas pérdidas como consecuencia del descarrilamiento del tren Alvia Madrid-Ferrol.
Tenemos que remontarnos más de 40 años para encontrar en nuestro país otro accidente ferroviario de la misma gravedad. El 21 de julio de 1972 murieron 77 personas y 103 resultaron heridas tras la colisión entre el ferrobús Cádiz-Sevilla y el expreso Madrid-Cádiz. Fue el siniestro de El Cuervo y muchos avances tecnológicos se han producido desde entonces,pero cuando confluyeron factores adversos ni los sistemas más modernos pueden impedir el desastre.
El conductor del que ya se ha calificado como el episodio ferroviario más grave del mundo en 2013 reconoció que circulaba demasiado rápido a su paso por las cercanías de Santiago de Compostela,justo a la salida de un túnel y en una curva que muchos califican de peligrosa. No es cuestión,no obstante,de empeñarnos en buscar culpables,y sí de analizar al detalle lo sucedido para,en la medida de lo posible,evitar que se repita el horror,el duelo y el desconsuelo que hemos vivido estos días en todo el país y que,lamentablemente,viven todavía los allegados de las víctimas.
Es tiempo,además,de reconocer la labor encomiable de los cuerpos de seguridad,de los bomberos,de los vecinos y de los cientos de voluntarios que se han convertido en los héroes de los damnificados. Una vez más los ciudadanos han dado muestras de Humanidad con mayúsculas,una humanidad que deberíamos tener presente en todos y cada uno de nuestros días,pero que en ocasiones olvidamos.
Muchos vecinos no dudaron en romper con sus propias manos los cristales de las ventanas del tren para rescatar a las víctimas,que en algunos casos,y según cuentan los protagonistas,se murieron en las manos de sus socorristas; otros muchos gallegos hicieron cola para donar sangre,llegando incluso a saturar instalaciones hospitalaria,y los que no podían hacer más aportaron alimentos,mantas y todo lo que pudieron para los evacuados.
Nosotros no estábamos allí. Nos separan miles de kilómetros,pero nos consta el sufrimiento vivido. Los testimonios de viajeros y vecinos revelan la violencia del choque. La crudeza de los hechos es espeluznante y,una vez más,desde La Gomera transmitimos nuestro respeto y cariño a todos los afectados,en particular,y a todos los gallegos,en general. Sabedores de la tristeza que deben estar pasando,les animamos a sobreponerse y mantener la lucha por la vida que siempre ha caracterizado a ese pueblo hermano.
Casimiro Curbelo
Presidente del Cabildo de La Gomera