Hemos vuelto a las viejas pero infaliblemente efectivas tácticas políticas de siempre. Aquellas que han sido manejadas por gobernantes a lo largo de la historia para desviar la atención de una población que señala un día sí y el siguiente más a los políticos con ánimo inquisidor.
Unos ciudadanos que sin empleo y desahuciados económicamente han sido acusados de ser los causantes de la crisis y cuya penitencia es “aunque ya no queden agujeros» apretarse el cinturón,y todo mientras los principales causantes,aquellos del ordeno y mando,que con políticas ineficaces a favor del más agresivo de los mercados,que despilfarraron el dinero a manos llenas en obras faraónicas de nula funcionalidad,a la par que hacían la vista gorda para que evadieran capital a la espera de una amnistía fiscal,no responden judicialmente y ni siquiera disminuyen un ápice sus ingresos a costa del estado.
Así es. El gobierno de España,desvía la miseria y tensión que se respira creando un enemigo más allá del Atlántico,en el país de La Pampa y el mate,que algunos han osado calificar de país de gobierno poco democrático mientras defienden los gobiernos puestos a dedo en la vieja Europa. Un nuevo enemigo en pro de la patria,de esa patria que “desde el colegio nos han enseñado que Repsol tanto representa”.
Ahora escuchamos,por parte de políticos y personalidades influyentes de la orbita laboral de la petrolera,y que antaño llevaron a la privatización empresas capital 100% español,que Repsol es más española que el aceite de oliva jiennense. Esa misma empresa que como tal,utiliza paraísos fiscales para evitar dejar en España la menor carga fiscal posible,y cuya participación de capital español es minoritaria,donde los pequeños inversores son casi inexistentes.
Recuperen o no Repsol,es intolerable que basen su defensa en la protección del español medio cuando que son un mínimo minimórum de los accionistas,y poco o nada han hecho frente a verdaderas agresiones a los ciudadanos de a pie,como por ejemplo el atropello que han sufrido miles de pequeños ahorradores que invirtieron sus ahorros en participaciones preferentes condenadas a perpetuidad en las entidades financieras españolas.