Don Ramón Lorenzo Francisco Joseph Diego de Romay y Jiménez de Cisneros (La Coruña, 9 de agosto de 1764 – Madrid, 23 de mayo de 1849) conocido comúnmente como Ramón Romay, fue marino, noble y estadista español que alcanzó el más alto rango naval de Capitán General de la Armada. La presente biografía aspira a ofrecer una visión completa y documentada de su trayectoria, proporcionando un contexto más profundo y una aproximación personal a la figura legendaria que hoy recordamos.
A lo largo de su dilatada carrera desempeñó los cargos de Vicepresidente del Almirantazgo, Senador del Reino y Ministro de Guerra y Marina. Su brillante liderazgo, su dominio de la estrategia y sus tácticas poco convencionales propiciaron importantes victorias navales para España. Su hoja de servicios abarca las campañas de Argel (1783 y 1784), América (1793), Gran Bretaña (1797), la Guerra de la Independencia y las Guerras Carlistas, sumando más de setenta años al servicio activo del Reino. Fundador del Museo Naval de Madrid, Don Ramón de Romay está considerado una de las grandes figuras de la historia naval española.
Infancia y antecedentes familiares
Romay nació en el seno de una ilustre familia gallega. El historiador José Santiago Crespo Pozo confirma que «fue bautizado en la iglesia de Santiago de La Coruña el 11 de agosto de 1764» con los nombres de Ramón Lorenzo Francisco Joseph Diego de Romay, según consta en los registros parroquiales conservados en el archivo de la misma iglesia (libro 3, folio 240).
Su abuelo paterno fue Don Ignacio Antonio Ricardo de Romay Becerra y Andrade, Regidor perpetuo de La Coruña y Betanzos, nombrado Síndico Procurador General por el rey Felipe V.
En lo que respecta a la nobleza gallega, los Romay pertenecían a la hidalguía de sangre, una forma de nobleza hereditaria no vinculada a un título específico, sino a un linaje inmemorial. Crónicas genealógicas tempranas, como las de López de Lezana (c.1540), Seixas Vasconcelos (1656), Argote de Molina (1588), Don Pedro, Conde de Barcelos(c.1340) y el Livro Velho de Linhagens (c.1280), sitúan los orígenes de la Casa de Romay en Remón Romay, Conde de Monterroso, hijo natural del rey Fruela I de Asturias y de Ermesinda Romay, Señora de Santa Marta de Ortigueira.
La documentación histórica demuestra que los descendientes de esta rama conservaron el Señorío de Monterroso durante siglos posteriores. Aunque el título condal revirtió a la Corona —por razones hoy desconocidas—, la administración efectiva del territorio permaneció en manos de los descendientes de Doña Ermesinda, cuyo señorío original pasó a su hijo Ramón de Romay al ser elevado a condado.
La familia Romay conservó los señoríos de Romay, Cadro, El Rosal, Do Monte, Monterroso, Fiobre, Ardán, Seixo, Marín de Arriba, Santa Marta de Ortigueira, Morrazo y diversos pazos, jurisdicciones, estados y patronatos vinculados a su linaje. Su apellido dio nombre a numerosos lugares: el poblado de Romay, la parroquia de San Julián de Romay y la localidad de Romay Vello en Pontevedra; la localidad francesa de Romay, en Paray-le-Monial, con su antigua iglesia de Notre-Dame de Romay del siglo XII, célebre por su fuente milagrosa; la bahía de Romay en Chile, y el Romay Point en la Columbia Británica, Canadá. Los descendientes de esta estirpe llevaron su mayorazgo hasta la Nueva España, donde obtuvieron notables dominios en la capital de México y en el estado de Veracruz, considerado la puerta de entrada al Nuevo Mundo.
Su abuela paterna, Doña Mariana Bermúdez de Mandiá, pertenecía a la Casa de Mandiá, señora jurisdiccional de diversos señoríos como Otero de Lamas, Pacios, Cedeira, Soelle, Juvia, Caranza, Santa Cecilia de Trasancos y los pazos de Trasancos y de la Merced.
Por línea materna, Romay estaba emparentado con el célebre Cardenal Francisco Jiménez de Cisneros, primado de España y arzobispo de Toledo, dos veces regente del Reino y promotor de la Biblia Políglota Complutense, la primera edición impresa multilingüe de las Sagradas Escrituras.
Carrera naval temprana
Como exigía la tradición, Romay demostró su nobleza mediante las cartas de hidalguía para ingresar en la Real Compañía de Guardias Marinas del departamento de El Ferrol, en junio de 1780. Fue ascendido rápidamente a subteniente en 1782.
Bajo las órdenes del general Barceló, participó en el alistamiento de la escuadra de ochenta y tres navíos reunida en Cartagena y en las expediciones contra Argel (1783 y 1784), donde combatió contra las cañoneras enemigas. Fue promovido a alférez de navío en 1784 y a teniente en 1789.
En 1793, al iniciarse las hostilidades con la República Francesa, zarpó de Cartagena con una escuadra de veinticuatro buques y nueve fragatas que operaron en el Mediterráneo, cerca de Cerdeña. Allí capturó la fragata Hélène y contribuyó a la destrucción del Rinchout. Conquistó las islas de San Pedro y San Antioco, situadas al suroeste de Cerdeña, ocupadas por los franceses. Más tarde, la escuadra se desplazó a las costas de Provenza para proteger las operaciones de los ejércitos piamontés y napolitano en el río Var.
Tras una grave epidemia, la flota regresó a Cartagena transportando a más de tres mil enfermos. En 1794, Romay fue ascendido a teniente de navío y destinado a la escuadra del almirante Lángara, participando en la defensa de la plaza de Rosas y en el bloqueo de Santa Margarita, hasta la Paz de Basilea (1795).
El 1 de febrero de 1797, al reanudarse la guerra con Inglaterra, embarcó en el navío Mejicano bajo las órdenes de José de Córdova, tomando parte en la batalla del cabo de San Vicente (14 de febrero) contra la escuadra inglesa de Jervis. Muerto el comandante, Brigadier Herrera, y herido su segundo, Romay asumió el mando del navío, resistiendo los ataques enemigos hasta que fue liberado por la vanguardia española.
Posteriormente participó en la defensa de Cádiz frente a la flota de Nelson y, ya como comandante de la corbeta Infante Don Carlos, realizó travesías a Montevideo y La Habana. Fue hecho prisionero por una fragata inglesa, pero su conducta fue declarada honorable en Consejo de Guerra.
La Guerra de la Independencia
En junio de 1808, al estallar la guerra contra Francia, Romay se incorporó a los batallones de marina formados en Ferrol. Destacado en numerosos combates —Astorga, Tordesillas, Valladolid, Zornoza, Espinosa de los Monteros, Lugo y Santa Marta de Tera—, demostró valor y capacidad de mando. En febrero de 1811 dirigió el asalto de La Bañeza, logrando la rendición francesa y capturando setenta y un prisioneros.
Promovido a capitán en mayo de ese año, tomó parte en el sitio de Astorga y en la liberación de Tordesillas, para después trasladarse con su regimiento a Portugal y de allí nuevamente a Galicia.
En 1814, al frente de una brigada, colaboró con las fuerzas británicas del duque de Wellington en las campañas del norte, participando en las batallas de San Sebastián, San Marcial y Tolosa, donde asumió el mando de la división tras caer el general al mando. Por sus méritos fue ascendido a brigadier el 8 de enero de 1814.
Exilio en Inglaterra
Tras el regreso de Fernando VII y la abolición de la Constitución de 1812, Romay se sumó a la insurrección liberal de Díaz Porlier en Galicia (1815). Fracasada la sublevación, Porlier fue ejecutado y Romay, condenado a muerte, logró huir a Inglaterra, presumiblemente bajo la protección del duque de Wellington. Por Real Orden de 4 de diciembre de 1815 fue dado de baja en la Armada.
La rebelión de Riego en 1820 cambió su suerte: el rey juró nuevamente la Constitución y Romay fue restituido como brigadier. En 1821 fue nombrado Comandante General de Tuy, donde destacó por su prudencia. En 1823 fue ascendido a jefe de escuadra y designado Ministro de Marina, cargo que declinó continuar tras la intervención francesa que restauró el absolutismo. Volvió a exiliarse en Inglaterra hasta la amnistía de 1832.
Regreso y ascenso final
Regresó a Ferrol en 1833, recuperando por Real Orden sus honores y uniforme, junto con una pensión vitalicia. En 1834 fue nombrado Comandante Naval de Bilbao, y en 1835 rehabilitado como jefe de escuadra con antigüedad de 1823. Al año siguiente fue Comandante General de Cádiz y, ya como Teniente General, presidió la junta revolucionaria que se formó en aquella ciudad. En 1837 fue nombrado Ministro de Guerra y Marina.
Por Real Orden de 1 de agosto de 1838 fue condecorado con la Cruz del Primer Sitio de Bilbao.
En 1843 alcanzó la cúspide de su carrera: Capitán General de la Armada, el rango más alto de la Marina española. Ese mismo año fue nombrado Vicepresidente del Almirantazgo, y, por Real Decreto de 19 de agosto, se le confió la reorganización de la Dirección General de la Armada.
Senador vitalicio del Reino
En 1845 fue designado Senador vitalicio, y con motivo del matrimonio de la reina Isabel II con su primo Francisco de Asís y de la infanta María Luisa Fernanda con el duque de Montpensier (10 de octubre de 1846), la soberana honró también a su esposa, Doña Dolores de Urzáiz y de Castro, nombrándola Dama Noble de la Orden de María Luisa.
Últimos años y legado
Pese a su avanzada edad, Romay continuó al frente de la Dirección General de la Armada hasta 1847. Fue el fundador del Museo Naval de Madrid, inaugurado el 19 de noviembre de 1843. Murió en la capital el 23 de mayo de 1849, a los ochenta y seis años.
Casado en primeras nupcias con Doña Isabel Fernández-Valdés y González-Valledor, con licencia real otorgada por Carlos III (1787), tuvo varios hijos, entre ellos Don Juan Romay y Fernández-Valdés (nacido en Neda, 1784), también oficial de la Armada, y Doña María de los Dolores Romay, casada con Don Juan de Godoy y Castro, Señor de Godoy. Este enlace unió a los Romay con la Casa de Godoy, a la que pertenecia Don Manuel de Godoy Álvarez de Faria, Príncipe de la Paz y Duque de Alcudia y Sueca.
Honores y condecoraciones
Por Real Decreto de 8 de noviembre de 1843, tras la declaración de mayoría de edad de la reina Isabel II, se le concedió la Gran Cruz de la Real Orden de Carlos III, la más alta distinción civil del Reino, reservada entonces a miembros de la nobleza y altos dignatarios. Fue asimismo titular de las Grandes Cruces de Isabel la Católica y de San Hermenegildo.
Bibliografía
- Archivo Museo Don Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), leg. nº 620/1070, Hoja de Servicios de D. Ramón Romay.
- F. de P. Pavía, Galería biográfica de los generales de Marina, Madrid, Imprenta de F. García y Cía., 1873.
- T. Vesteiro, Galería de gallegos ilustres, Madrid, Imprenta de Heliodoro Pérez, 1874.
- C. Fernández Duro, Armada Española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón, Madrid, Museo Naval, 1972.
- F. de Bordejé, Crónica de la Marina Española en el Siglo XIX (1800–1868), t. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 1995.
- J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. Por quiénes hemos sido gobernados los españoles (1705–1998), Madrid, Editorial Actas, 1998.
- G. Argote de Molina, Nobleza de Andalucía, 1588.
- G. de Seixas Vasconcelos y Lugo, Corona imperial conseguida en la mayor victoria…, Madrid, Diego Díaz de la Carrera, 1656.
- Enciclopedia General del Mar, compilada por C. Martínez-Valverde, Barcelona, Garriga, 1957.
- J. I. González-Aller Hierro, Catálogo-guía del Museo Naval de Madrid, Madrid, Ministerio de Defensa, 1996.
- F. González de Canales, Catálogo de Pinturas del Museo Naval, t. II, Madrid, Ministerio de Defensa, 2000.
- D. de la Válgoma y Finestrat, Real Compañía de Guardias Marinas y Colegio Naval, Madrid, Instituto Histórico de Marina, 1944–1956, 7 tomos.
- VV. AA., Historia General de España y América, Madrid, Ediciones Rialp, 1985–1987, 25 vols.
- L. Fernández Gasalla, «Las bibliotecas de los arquitectos gallegos en el siglo XVII: los ejemplos de Francisco Dantas y Diego de Romay», El Museo de Pontevedra, XLVI, 1992.
- M. A. Fernández Álvarez, Arte y sociedad en Compostela, 1660–1710, A Coruña, Ed. do Castro, 1996.
- Gran Enciclopedia Gallega, dir. R. Otero Pedrayo, Santiago de Compostela, Silverio Cañada, 1974–1991, v. 27, p. 97.
- Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico Español: https://dbe.rah.es/biografias/4980/ramon-romay-y-jimenez-de-cisneros

