Parece que los ciudadanos de San Sebastián tenemos que convivir a diario con la contaminación acústica.
Con una simple aplicación de móvil podemos comprobar los niveles de ruido que sufren a diario los habitantes de la capital gomera, no es necesario un sonómetro de última generación, simplemente paseando por las calles de la villa nos cruzamos a diario con los conductores de esos vehículos que nos alegran el día compartiendo su música con nosotros, a ritmo de chunda, chunda vibran hasta los edificios capitalinos, tampoco falta el estridente sonido de los escapes ruidosos, de esas motos y coches que resuenan en las calles de la capital, vehículos que circulan a gran velocidad, poniendo en peligro la vida de
los peatones y como si de un circuito urbano se tratase, o esos locales que vulneran todas las normativas y someten a los vecinos a la tortura del insomnio día tras día.
Es necesario que las administraciones y los cuerpos fuerzas de seguridad del estado se impliquen en la lucha contra una contaminación que cuenta con una regulación nacional y europea, pero que no es visible, aunque su invisibilidad no la hace menos molesta e insana, creo que si podemos eliminar el sonido de los motores de una embarcación que durante años arrullo a los vecinos de la capital, también podemos acabar con el castigo acústico diario que provocan estos ciudadanos incívicos.
También se podrían establecer medidas que reduzcan la velocidad de los vehículos y garanticen la seguridad de los peatones en el interior del casco urbano.
A modo de reflexión, una capital que es la puerta de una isla verde, un paraíso reserva de la biosfera, debe trabajar para mejorar no solo su imagen sino la vida de los que la habitan y la de aquellos que la visitan a diario.
O. González