Hace siglos que la humanidad descubrió las casas de madera, y nunca ha dejado de utilizarse la madera como material principal para la construcción. Hoy en día disponemos de otros materiales como el acero y el hormigón, el vidrio e incluso los derivados del petróleo, y también hay otros materiales que nos acompañan desde tiempos inmemoriales como el barro y el ladrillo. Sin embargo, la madera sigue siendo el material más elegido para construir estructuras pequeñas, bellas y elegantes. ¿Por qué? Eso intentaremos responder aquí, al menos en parte.

Las elegidas para la vida en la naturaleza

Muchos son los que necesitan un respiro de la vida en la ciudad, o un refugio en el jardín donde estar cómodos, y deciden invertir en una casa de madera. Estamos viendo una tendencia muy marcada en las zonas naturales alrededor de las ciudades, donde se observa un mayor uso recreativo del espacio, y por esta razón se construyen casas nuevas constantemente. Lo curioso es que la gran mayoría, lo habéis adivinado, son de madera. A diferencia de los grandes complejos de edificios donde muchos viven su vida normal, las casas destinadas a ser habitadas en vacaciones deben ser bellas y económicas, además de funcionales, por lo que se prioriza una construcción rápida en materiales cálidos y livianos como la madera.

También ocurre esto cuando se piensa en construir algo en el jardín, las casas de madera son menos invasivas a la vista y durante su construcción, más económicas que una construcción de material y, generalmente, también son más bellas. Por supuesto que el buen gusto del diseño no está garantizado y en este sentido las casas de madera tienen también la ventaja de que por sus materiales y gracias a la tradición de siglos a la que se remontan, su diseño ya es naturalmente bello y proporcionado. Todos hemos visto alguna vez un horrible edificio de concreto, pero, ¿hemos visto alguna vez una cabaña de madera horripilante? Muchos no recordarían ninguna.

Casas de madera: un sinfín de ventajas

Pero además del aspecto estético que es tan obviamente importante, hay una cuestión mucho más terrenal que hace que muchos se inclinen por la construcción en madera: el costo. Y esto incluye el factor tiempo, que como ya sabemos, también es dinero, desde cierto punto de vista. Además de que muchas veces la madera puede conseguirse localmente a buen precio, tiene menor costo final porque este tipo de proceso constructivo lleva menos tiempo y requiere menos mano de obra calificada en comparación con la construcción tradicional.

Y ni que hablar si consideramos la opción de las casas prefabricadas, cada vez más requeridas por el público. Estas son fabricadas con tecnología de punta en grandes fábricas especializadas, muchas de ellas en los países del este, con madera proveniente de plantaciones europeas de pino, un recurso renovable. Como se paga un precio fijo con antelación, y luego demoran unos pocos días para ensamblar la cabaña en el lugar escogido, los costos en obra bajan casi a cero, dando como resultado una increíble relación de precio-calidad que la construcción tradicional no puede superar. Incluso algunas empresas incluyen el montaje en su presupuesto, lo cual es recomendable porque sus sistemas requieren cierto conocimiento para garantizar la perfección de los encastres, entonces conviene trabajar con profesionales con experiencia en este rubro si es posible.

Este tipo de construcción, que une la carpintería tradicional de encastres de madera sólida con la tecnología de producción robótica moderna, no podría existir si no tuviera a su disposición este noble material, la madera. Esta permite ser aserrada y pulida como nunca podría hacerse con el concreto, mantiene su estabilidad dimensional como el mejor de los plásticos y soporta la humedad y los cambios de temperatura mejor que muchos metales. Además de todo esto, es un recurso renovable y económico que durante todo su crecimiento, cuando aún era un árbol, acumuló carbono, extrayéndolo de la atmósfera. Cuando se utiliza para la construcción, estamos efectivamente sustrayendo carbono del medio ambiente, dándole una ayuda al planeta.

Esto nos lleva a otro gran beneficio económico de la madera que tiene que ver con la eficiencia energética a largo plazo: la madera es un material relativamente aislante, es decir, no conduce bien el calor. Esto es muy útil ya que permite gastar menos en calefacción durante el invierno, o en aire acondicionado durante el verano. Además de sus propiedades intrínsecas, las casas de madera se construyen de tal forma que sus paredes no son macizas, sino que los tabiques contienen una cámara de aire interior que normalmente se rellena con lana de vidrio o lana mineral, materiales idóneos para la aislación térmica y acústica. Como resultado, una cabaña de madera ofrecerá privacidad en cada uno de sus ambientes y será de una eficiencia energética asombrosa. Otra vez, ahorro y ecología, ¡todo en uno!

Diseño para todos los gustos

Quizás debamos aclarar que no todas las construcciones en madera tienen la clásica forma de una cabaña. ¡Todo lo contrario! La madera es un material con excelentes propiedades estructurales y puede utilizarse para construir casi cualquier estructura, ofreciendo una gran durabilidad y pudiendo revestirse en cualquier material, ya sea piedra, ladrillo, paneles de madera o acabados similares al cemento. Si se opta por emplear madera en el exterior, ésta puede ir envejeciendo naturalmente, adquiriendo un tono particularmente bello que depende de la especie utilizada.

¿Y el mantenimiento?

Por último, unas palabras sobre el mantenimiento de la madera, un tema que normalmente se desconoce y genera dudas cuando se está considerando adoptar la madera como material principal. Dependiendo de la zona, las lluvias y el sol pueden dañar la madera si no está debidamente protegida, y es común ver este tipo de daños en construcciones antiguas que no han tenido un adecuado mantenimiento. Hoy en día se ha simplificado muchísimo el problema gracias a los lasures, un tipo de acabado que puede parecerse al barniz pero que es químicamente diferente y posee grandes ventajas. A diferencia de los barnices que forman una capa sólida sobre la madera, la cual puede descascararse con el tiempo, el lasur está formado por resinas que penetran en la madera, impregnándola y protegiéndola de la humedad y los hongos. Con el tiempo, la capa superficial de la madera se desprende en forma de polvo, lo cual es imperceptible, y basta con aplicar otra mano de lasur directamente sobre la primera cada unos cuantos años, dependiendo de lo duras que sean las condiciones climáticas, sin necesidad de lijar. ¿Qué alivio, verdad?

Por todas estas razones creemos que es natural que la madera esté creciendo saludablemente año tras año en el mundo de la construcción, especialmente con el aumento de popularidad de las casas prefabricadas hechas a medida. ¡Hazte con la tuya!