Foto Clave Canaria

Cuba fue el país que recibió más inmigrantes canarios en la segunda mitad del siglo XIX. En total pudieron haber llegado a la Perla de las Antillas unos 60.000 canarios, incluyendo los clandestinos, según varios estudios publicados. Sólo en el siglo XVI emigraron 10.000 canarios, entre ellos muchos gomeros. La Gomera fue la cuarta isla canaria en volumen de emigración a Cuba. La Asociación Canaria en Cuba contaba en 1924 con 25.000 afiliados, la mayoría nativos del Archipiélago.

Entre 1848 y 1898, salieron de La Gomera a Cuba 1.461 emigrantes, el 5,54 por ciento de la emigración canaria total en ese mismo período, cuyas cifras oficiales alcanzan los 19.259. El flujo de personas desde La Gomera hacia Cuba ocupaba el cuarto lugar en el conjunto de todo el Archipiélago, después de La Palma, Tenerife y Gran Canaria. Después de La Gomera vendrían Fuerteventura, Lanzarote y El Hierro.

De total de emigrantes gomeros en este periodo, 1285 varones (el 87,95 por ciento de su total) y 176 mujeres (12.05 por ciento del total de La Gomera),. No hay datos contrastados sobre emigración infantil.

La zafra de 1887 fue la primera que se hizo totalmente con mano de obra asalariada. La crisis y reestructuración de la economía cubana después de la abolición de la esclavitud hacia necesario disponer de una gran cantidad de mano de obra. Al tiempo, Canarias vive una de sus crisis más profundas con el hundimiento del comercio de la cochinilla tras haberse descubierto los colorantes químicos sustitutorios.

Varios estudios reflejan que el significado para los canarios al viajar a Cuba tenía como aliciente un salario tres veces superior al del Archipiélago. “Frente a las 1,5 pesetas diarias cobradas en Canarias los canarios podían ganar 25 o 27 trabajando como colonos de la United Fruit Company, incluso más en las vegas tabaqueras. Un informe elaborado por la Asociación Fomento de la Inmigración sostiene que “un peón corta 36.000 arrobas de caña en 180 días de trabajo, ganando en total 6.000 pesetas, de las que ahorra de 3.000 a 3.600”, añade el historiador Antonio Macías Hernández. Sin embargo, Hernández matiza que el coste de la vida era más alto en el Caribe que en Canarias. “Entre 1913 y 1918 el índice de precios se triplicó”.

Macías Hernández aportaba más razones para la emigración en un amplio reportaje del Periódico La Isla de La Gomera en 1996, realizado por el periodista Juan Manuel Pardellas. Señalaba que “una población que crece en un suelo pobre, castigado por frecuentes crisis y pertinaces sequías y de ahí el hambre, la miseria y la poderosa atracción de la riqueza indiana”.

Los canarios empezaron a llegar a Venezuela y a Cuba a partir de 1550. “y según parece el rigor permanentemente aplicado rindió resultados tan favorables que si prestigian el talento zahorí de los fiscales reales, enaltecen mucho más al canario, que usualmente era honrado” se apuntaba en el mencionado reportaje. Los archivos de las cárceles de Sancti Spiritus no hablan de un sólo isleño ladrón. “El canario no roba, tiene un concepto especial de la caballerosidad, la seriedad y el honor” asegura el escritor cubano Tomás Alvarez de los Ríos.

Solo en el siglo XIX se establecieron en Cuba unas 320.000 personas procedentes de las siete islas Canarias, afirma el demógrafo Juan Pérez de la Riva, el 33 por ciento de la inmigración blanca libre. Sin embargo, ni estos canarios escaparon del azote de la esclavitud. “Hay noticias de que en el lapso de 1870 a 1880 se registró una afluencia migratoria entre Canarias y Cuba cuyos viajeros eran víctimas de contratos opresivos”.

Un artículo aparecido en El Guanche, medio de expresión del Partido Independentista Canario fundado en La Habana en 1924, y firmado por el escritor y periodista Serafín Rodríguez asegura que este isleño “venía para trabajar en las fincas azucareras comprometido a laborar 15 horas diarias”. Además, se le obligaba a pagar el pasaje, ropa, enseres básicos y renunciar al sueldo en períodos de enfermedad. “El inmigrante se afanaba en liquidar sus deudas con el patrón, reproducidas más adelante en un círculo vicioso en cuya trampa cayeron más de 5.000 canarios”.

La Travesía

Los transportes se efectuaban en barcos a vela o vapor, aunque desde 1880 se generalizaba la emigración den barcos de vapor. Algunos nombres de barcos permanecen unidos para siempre en la memoria de los canarios emigrantes o de sus familiares, más aún con el hundimiento del mítico Valbanera en 1919, sobrecargado como siempre de pasaje que se hundió con más de 300 pasajeros a bordo, la mayoría de ells canarios. Otros barcos emblemáticos fueron Infante Isabel de la compañía Pinillos, María Cristina, Alfonso XIII, Cristóbal Colón, Marqué de Comillas y Habana (todos de la compañía Trasatlántica Española) Espagne, Cuba, Flandre, Mexique y Niagara ( de la compañía general francesa Trasatlantique).

La doble insularidad no es un concepto inventado por los nacionalistas de nuevo cuño. Ha sido una realidad constante par el pueblo gomero. Y la emigración no escapó a ella. La mayoría de los 1.461 emigrantes de finales del XIX viajaban antes de La Gomera al puerto de Santa Cruz de Tenerife, aunque algunos prefirieran zarpar desde el puerto de Santa Cruz de La Palma.

Los viajes oscilaban entre 10 y 15 días, con mucho más pasaje del permitido. “La condiciones del viaje eran bastante duras, porque normalmente las ofertas hablaban de una serie de condiciones en travesía que no se cumplían; incluso se dieron casos en los que el emigrantes tuvo que dormir en cubierta, porque no había suficientes camarotes”, comenta Valentín Medina, profesor en el centro de medias Lomo Apolinario experto en emigración canaria a Cuba, en especial en el periodo 1848 a 1898. En 1522 el viaje de Las Palmas a Santo Domingo costaba 2.150 maravedíes (entonces 58 jornadas de trabajo). “En 1862 un billete de tercera costaba 175 pesetas, 120 en 1878 y 100 entre 1879 y 1900” asegura Manuel Hernández González en ‘Canarias: la emigración”. El coste del pasaje fue bajando. “Entre los años 1900 y 1910 bastaban de 40 a 45 días de trabajo en los campos canarios para sufragarlo, frente a los 80 ó 90 días de 1880”.

Si del viaje se efectuaba a través de un contratista el pago del pasaje podía resolverse detrayendo parte del salario en el lugar de destino durante ciertos meses. Las contratas surgieron a mitad del XIX con la intención de suplantar la mano de obra esclava, “pero ls condiciones de las contratas eran terribles” recuerda Valentín Medina. “Incluso hacían constar que cuando el emigrante estuviera enfermo no tenía derecho a ningún tipo de salario y apenas de contemplaba la posibilidad de abandonar la hacienda a la que se pertenecía”.

Antonio Marcías Hernández explica que padres, parientes cercanos o los propios emigrantes “hipotecaban sus bienes como garantía de que los emigrados abonaban al capitán del buque el flete de su pasaje a los 15 ó 30 días de su llegada a Cuba; el patrimonio hipotecado quedaba al descubierto en el supuesto de que el emigrante no cumpliera su compromiso y, en tal caso, es probable que éste perdiera su participación en la herencia paterna”.

Azúcar y tabaco

Los gomeros que emigraron estaban vinculados a la ganadería y agricultura, casi en exclusiva de sexo masculino y muy joven y con carácter definitivo. Estos dos últimos factores contribuyeron a que la pirámide de población casi se estancara y apenas se produjera relevo generacional. “Una gran diferencia de la emigración canaria respecto a la peninsular es que el isleño en Cuba sigue ejercitando la misma actividad que realizaba en Canarias, fundamentalmente en la economía azucarera y tabaquera.

La emigración gomera estuvo muy vinculada a las plantaciones tabaqueras. Precisamente un canario, Demetrio Pela, vislumbró la importancia del tabaco y logró que las enseñanzas milenarias de su cuidado le fueran transmitidas en primera persona por el indio Erio-Xil Panduca. “Bastan dos aguaceros al mes, porque si el agua es mucha roba la miel del tabaco” comentaba en una carta familiar.

Eugenio Burriel analizó los padrones municipales de La Gomera entre 1870 y 1930. Las conclusiones de este estudio indican que la emigración gomera fue casi exclusivamente masculina (en torno al 90 por ciento), joven, predominantemente soltero y cuyo destino principal era Cuba.

Manuel Hernández González añade que los hacendados prefieren esta mano de obra “que desea trabajar de solo a sol, incluso domingos, ahorrar lo más posible, economizando prácticamente todo”. A su juicio, ésta era “la fuerza de trabajo ideal para los propietarios, que no plantea quejas ni huelgas, con escasa capacidad de protesta y movilización y que ofrece una oferta permanente de trabajo que frena la organización combativa de trabajadores”.

Las familias canarias fundaron Matanzas, Santiago de las Vegas, alcanzan las dos quintas partes de La Habana y aumenta su proporción a medida que se aleja del caso urbano.

Valentín Medina reconoce la difícil labor para encontrar datos contrastados sobre la emigración anterior a 1848. “La emigración canaria tiene pendiente un estudio por cada ayuntamiento” lo que añade la dificultad de que los censos en Cuba no se efectuaban en función del lugar exacto de procedencia de isleño, sino bajo el nombre genérico de canario. No obstante, Medina cree que el movimiento emigratorio gomero se produce desde el siglo XVI hasta 1936. En este sentido el profesor grancanario habla del “gran trabajo” del catedrático de la Universidad de La Laguna, Julio Hernández, cuya aportación “fue estudiar las comendaticias –los permisos oficiales que los ayuntamientos expedían para poder emigrar– en prácticamente todos los municipios, por lo que cuantificó casi toda la emigración oficial”. Las cifras de emigración clandestina no fueron tan importantes, asegura Valentín Medina, y estuvo más bien vinculada a los prófugos de la Justicia, el Ejército o a la imposibilidad de costear el precio de los pasajes.

El final

A partir de 1930 Cuba dejó de ser la tierra prometida, Diez años antes se había producido el primer aviso. Manuel Hernández González recuerda que el 19 de mayo de 1920 el azúcar se cotizaba en Estados Unidos a 22 centavos, pero en diciembre de ese mismo año pasó a tan sólo 3,74. Valentín Medina comenta que se produce en 1929 el crack mundial, los precios del azúcar bajan muchísimo y desciende también la demanda de puestos de trabajo para los ingenios”. La nacionalida dde los medios de producción con la llegada de Casto “obligó a muchos a salir de Cuba, regresar a las islas o exiliarse en la Florida”.

Canarias: la emigración relata cómo vivieron muchos gomeros y canarios esos años. “La crisis del 21 fue un duro golpe par la comunidad canaria. Los inmigrantes se agolpaban ante los consulados para retornar. En este periodo dramático, las compañías trasatlánticas, que habían hecho un fabuloso negocio con los inmigrantes, deciden elevar el precio del pasaje en tercera, que se mantiene a 113.60 pesetas. Se reclama que los transporten por medio pasaje, pero se les niega. La situación empeora una vez finalizadas las zafras, porque en este periodo muerto hay poco trabajo. Los que llevaban poco tiempo en la isla, que eran muy numerosos, son los que más sufren las consecuencias”.

El texto de Hernández González añade: “Una compañía norteamericana, la Ward Line, se ofrece para la repatriación. Los inmigrantes son recluidos de forma provisional en el campamento de Triscornia a la espera de su embarque. Las asociaciones benéficas de la migración colaboran en la labor humanitaria. No obstante, se criticó la actitud egoísta de los inmigrantes más afortunados que no ayudaron a los más desfavorecidos”. Muchos de ellos al llegar a su tierra tuvieron que volver a empezar.