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El 31 de enero de 2020 nuestro mundo, tal y como lo conocíamos hasta ahora, cambiaría para siempre. Este día quedará fijado en mi memoria como un recuerdo imborrable. Acudí a Playa de Santiago dispuesto a presentar los avances en las actuaciones del puerto cuando recibí una llamada inesperada que me alertaba de un posible caso de coronavirus en la Isla. Lo cierto es que no me imaginé que a nuestra isla, tan alejada de China, llegaría antes que a cualquier otro lugar del país ese dichoso virus que más tarde se bautizaría bajo el nombre de Covid-19.

En apenas unas horas la noticia corrió como la pólvora y La Gomera pasó a ser el centro de la información a nivel nacional de todo lo que acontecía con respecto a la evolución del paciente alemán afectado. Por aquel entonces nadie pensó que estos cinco ciudadanos alemanes que se alojaban en una residencia vacacional en Hermigua fueran a ser portada de los rotativos del día siguiente. Nadie pensó que La Gomera se convertiría en un laboratorio para crear los protocolos y las primeras acciones que se emularían poco más tarde en otros lugares.

Lo cierto es que inicialmente, la mayoría de los responsables públicos de la Isla y de Canarias no lo vivimos con extrema preocupación, quizá fruto de nuestro desconocimiento, ya que hasta ese momento no se conocían demasiados casos en el mundo, más allá de los detectados en Wuhan. Por ello, lejos de alarmarnos nos pusimos a trabajar para gestionar este complejo asunto de la mejor forma posible. Esa misma tarde acudí a la primera de las incontables videoconferencias a las que he asistido desde que el virus se coló en nuestras vidas.

Sentado en mi mesa y conectado con las autoridades sanitarias de las islas trazamos los primeros pasos del plan a seguir para evitar que el virus siguiera avanzando en la Isla, en Canarias y en el resto del país. Nació el primer comité técnico y científico y se activó un rastreo exhaustivo para tratar de cercar al virus. Mientras, en el Hospital Ntra. Sra. de Guadalupe los sanitarios dieron ejemplo al mundo de la profesionalidad y dedicación que volcaron en la atención a este primer caso de Covid-19 y al resto de pacientes infectados que tendrían que tratar en los meses sucesivos.

La buena noticia llegó con los resultados que indicaban que los cuatro acompañantes del visitante germano no eran positivos en el virus y la mala llegaría nueve días después cuando se detectó otro caso en Palma de Mallorca que dio pie a otras incidencias en Madrid, Cataluña y Valencia. En el sur de Tenerife, el Hotel Costa Adeje, albergaría el primer gran aislamiento masivo del país, con unas mil personas en cuarentena.

Estos son los primeros meses de vida de la cronología de un virus, que a día de hoy, sigue instalado en nuestras vidas, convirtiéndose en nuestra constante y recurrente preocupación, siendo una auténtica pesadilla para muchas familias que ni siquiera han podido despedirse de sus familiares y amigos. Canarias ha tenido que lamentar el fallecimiento de 512 personas por coronavirus y 56.799 en toda España.

El 14 de marzo se cumplirá un año desde que se decretó el estado de alarma que nos llevaría a todos a permanecer confinados durante más de dos meses. Son 365 días llenos de incertidumbre en los que hemos visto por fin encenderse una luz con la llegada de la vacuna. Cada día damos pasos hacia delante, ganando terreno al virus y precisamente esta semana, Canarias y en concreto, la provincia de Santa Cruz de Tenerife, es noticia por ser el territorio con menor incidencia acumulada del país durante los últimos quince días. Además, La Gomera sigue manteniéndose como la única isla de Canarias libre de coronavirus.

Estos datos nos llenan de esperanza y energía renovada para afrontar la senda que nos lleve a poner fin a esta cronología del virus. Gran parte de ello depende de nuestros actos y nuestra responsabilidad. Está en juego el futuro de miles de autónomos y pymes de nuestras islas que padecen una crisis que se acentúa con el paso de los días, dejando a muchas familias sin el balón de oxígeno económico que hasta ahora tenían. Sabemos que la vacuna es nuestra fiel aliada en esta batalla pero debe ir acompañada de nuestra responsabilidad individual para cuidar de nosotros, de los nuestros y abordar el futuro con la convicción de que esto acabará.