La crisis sanitaria generada por la Covid-19 nos deja una economía debilitada que precisa, más que nunca, de un potente motor que la impulse en este largo camino hacia la recuperación económica. Y en esta senda, si hay un motor capaz de poner en marcha todo este complejo engranaje que conforma el tejido productivo es el de las pymes y autónomos.

Nuestro PIB canario languidece y pide a gritos un mayor fortalecimiento, algo en lo que contribuye en gran medida las pequeñas y medianas empresas pero lamentablemente, esta situación es la pescadilla que se muerde la cola. La actividad que generan nuestras pymes es esencial para crear empleo y avanzar en la recuperación económica pero no disponen de la liquidez suficiente que les permita mantener sus puertas abiertas, por lo que cada vez que se hunde un negocio de este tipo, arrastra a nuestra debilitada economía.

El futuro más cercano se dibuja poco halagüeño. El run run de un nuevo confinamiento cada vez se escucha con mayor fuerza y esto sería catastrófico para la economía de miles de familias canarias. La mayoría de las pymes se verían abocadas al colapso, más del 70 por ciento de los autónomos se plantearía el cierre de su negocio o una drástica reducción de plantilla, tal y como constata el barómetro elaborado por la Asociación de Trabajadores Autónomos.

Nadie es ajeno a que esta situación se agravaría en mayor medida en el caso de los autónomos y las pymes instaladas en las islas no capitalinas, que sufren además los estragos de la lejanía y la doble insularidad. Y cuando hablo de estragos me refiero a los sobrecostes injustos a los que tienen que hacer frente a diario. Todos sabemos que resulta mucho más complicado mantener un negocio de este tipo en islas como La Gomera o El Hierro, ya que tal y como he comentado en más de una ocasión, el mercado de una pyme en estas islas es tres veces menor que el de las islas capitalinas.

Si bien es cierto que se ha activado una batería de acciones recogidas en el Pacto de Reconstrucción Social y Económica de Canarias, tenemos que trabajar de forma conjunta en mayor medida, implicando a toda la sociedad, instituciones, grupos políticos y sindicatos porque esta crisis no entiende de colores políticos ni de egos partidistas. Los recursos son vitales y lo deseable sería disponer de ellos lo antes posible, pero aún lo es más el trabajo coordinado y una ágil gestión. Sólo de esta forma lograremos alcanzar la ansiada meta de la reactivación económica en las islas.

Además, es necesario que articulemos medidas económicas y fiscales que impliquen a todas las administraciones en un plan mucho más ambicioso. Nuestras empresas esperan como agua de mayo en pleno mes de agosto que se prorroguen los ERTE como mínimo hasta final de año, pero esta medida debe ir acompañada de otras que eviten que cada día nuestros negocios cuelguen el cartel de cierre. Acciones que, tal y como he comentado, demandan una estrategia coordinada y conjunta a todos los niveles.

La pandemia ha golpeado con dureza a todos nuestros sectores productivos, siendo especialmente beligerante con el turismo. El Gobierno canario, desde la Consejería de Turismo, ha volcado todos sus esfuerzos en activar medidas que supongan un atractivo para los turistas pero ante una crisis de tal magnitud queda en evidencia nuestra gran dependencia del turismo exterior y por ello, resulta clave la elaboración de un plan turístico especial y singular para Canarias que ayude a mejorar la vida de los canarios, y en especial de aquellas familias que cuentan con menos recursos.

No podemos seguir dependiendo exclusivamente del sector turístico, lo que nos recuerda la tan necesaria y ansiada diversificación económica. Una necesidad que se hace cada día más evidente y que precisa de una hoja de ruta clara que impulse un cambio real en nuestro modelo productivo, apostando por otros sectores como el primario, el industrial y, por supuesto, el comercial. Nuestra industria precisa avanzar en la innovación para ganar territorio en la digitalización, a la vez que se apuesta por la internacionalización, sin dejar de lado ni un momento la lucha contra el cambio climático y la introducción real de las energías renovables. Es indudable que este sector debe asentarse en estos pilares para crecer y contribuir con más ahínco a fortalecer el PIB canario.

Los colectivos más vulnerables de nuestra sociedad no pueden seguir sufriendo las dramáticas consecuencias de esta crisis, que nos deja más pobreza y desempleo. He pedido al Estado un plan específico para luchar contra los datos alarmantes de pobreza y en ello juega un papel fundamental el Ingreso Mínimo Vital que debe llegar de forma rápida y efectiva a todos los canarios que lo precisen. Nuestras islas necesitan poner en marcha el motor hacia la recuperación económica, pero en este camino no podemos mirar para otro lado y dejar solas a las familias con menos recursos, tenemos que avanzar de la mano, con paso firme y decidido, ya que sólo de esa forma conseguiremos cruzar la ansiada meta.