Me hubiera gustado empezar este artículo afirmando que en Canarias el sector primario es un sector fuerte, con capacidad de producción y comercialización, que alcanza unos niveles altos de autoconsumo para el Archipiélago, que da de comer al 60/70 % de los dos millones de habitantes de las islas.

Me hubiera gustado decir, además, que agricultores, ganaderos, pescadores y pequeñas empresas viven holgadamente de su trabajo, que es rentable, que viven igual que los dueños de un hotel o de una empresa de construcción, o un comercio de venta de ropa y calzado.

Pero lamentablemente, no es así ni de lejos, porque la realidad es otra. La realidad es que en febrero y marzo las organizaciones del sector primario estaban en la calle en Europa, en España y en Canarias, denunciando su crisis particular, o propia, amenazados por los recortes en los fondos europeos, con la negociación de una nueva PAC, y en la que peligraba que no se tuvieran en cuenta las peculiaridades de las zonas RUP como Canarias.

Por otra parte, también se denunciaba la falta de rentabilidad de esta actividad económica. Los precios por debajo de los costes de producción dejan a los agricultores en fuera de juego, con esos números no pueden competir ni producir. Es más, nadie va a querer trabajar en este sector asumiendo que van a ganar “malamente” para sobrevivir. ¿A qué jóvenes vas a convencer de que planten papas, que es más rentable que ser camarero? ¿o que vaya a pescar porque es más rentable que ser fontanera o albañil?

En Canarias, además, sumamos otras dificultades: la fragmentación de nuestro territorio; el transporte de mercancías agrarias entre islas y hacia fuera para la exportación; las pequeñas explotaciones; el minifundio como actividad predominante; la sequía; la nula modernización, ni industrial, ni tecnológica, ni administrativa, ni la comercialización, ni el marketing, etc. etc.

Existe una falta de profesionalización, y el envejecimiento de personas que se dedican o se han dedicado a la actividad agrarian es patente, por lo que las escasas perspectivas obligan a un replanteamiento.

Y en este contexto, apareció el coronavirus. Lo que ha puesto en evidencia que, mientras, nos teníamos que proteger en nuestras casas, cerrando todos nuestros negocios, incluido nuestro monocultivo del siglo XXI, el turismo. Pero teníamos que seguir comiendo, y quienes no han parado han sido precisamente los agricultores, ganaderos y pescadores. No han parado desde el primer día de este confinamiento para traernos la comida a casa, y es ahí cuando hemos visto las costuras del sector. Es ahí cuando hay que responder a las preguntas que surgen:

¿Qué porcentaje de lo que consumimos se produce realmente en nuestras islas para abastecer a dos millones de habitantes de las islas? ¿cuánto consumen los millones de turistas? ¿cómo se comercializa y se transporta la mercancía agraria?

Éste es el paisaje que tenemos a día de hoy, y a esto no llegamos de un día para otro, ni se ha hecho en un año ni en dos. Son muchos años, décadas, en los que no ha existido una falta de estrategia clara para resolver estos problemas.

No podemos limitarnos a señalar que ésta es la herencia recibida, ya que cuando desde el Partido Socialista nos presentamos a las elecciones, sabíamos que esta situación se encontraba así, y afrontamos el reto de gobernar para cambiarlo y desarrollar otras estrategias que sirvieran para resolver esos problemas, dificultades o inconvenientes.

Pero hay algo que es evidente, necesitamos tres cosas: un trabajo, mucho trabajo del equipo de la Consejería de Agricultura para hacer un buen diagnóstico, planificar las líneas estratégicas y ejecutarlas. También la implicación de todos, de la Consejería y el gobierno entero, empresas, ciudadanía, etc.

Y además de ese tercer ingrediente, la implicación, también necesitamos tiempo para cambiar el modelo. Ya no se puede mirar para otro lado, y debemos dejar claro que el sector primario es prioritario. Todos podemos contribuir a ese cambio social, a esa dignificación de este sector, que nos va a garantizar una calidad en nuestros productos, seguridad alimentaria y salud, además de la protección medioambiental que supone.

Todo el Gobierno debe ser consciente de la reconversión de la que hablamos. La apuesta del actual gobierno presidido por Ángel Víctor Torres es firme y decidida. Una apuesta realista, que se plantea desde el Pacto de Reactivación Económica y Social de Canarias.

Por primera vez, un gobierno coloca al sector primario (agricultura y ganadería) a la altura de nuestro motor del sector servicios, el turismo, y del cambio climático, en un mismo lugar para salir reforzados de esta crisis. Como ya dijimos alguna vez: “esta situación debe convertirse en una nueva oportunidad para el sector primario y construir su futuro con ciencia y tecnología”

En el Pacto de Recuperación se propone un mayor control en la entrada de productos del sector primario; la agilización de inversiones para la modernización del sector con la revisión de leyes y procedimientos administrativos que agilicen trámites; medidas de apoyo al empleo en el sector, y un plan de lucha contra la sequía que incluya infraestructuras hidráulicas.

Por otro lado, dando ejemplo, las administraciones públicas han de comprar producto local para hospitales, residencias e incluso hoteles y restaurantes.

Debemos convertir esta crisis sanitaria y económica en una “nueva oportunidad” para el sector primario, porque el sector lo pide, está dispuesto y tenemos que hacerlo, y además de aportar a la economía, valoriza otras áreas como medio ambiente y turismo.

Mientras tanto, cada uno de nosotros desde casa, debemos pensar en elegir los productos de cercanía. Es una responsabilidad de todos.

*Ventura del Carmen Rodríguez

Portavoz de agricultura del Grupo Parlamentario Socialista