El pleno de investidura de Pedro Sánchez, este lunes en el Congreso. En vídeo, resumen de la intervención de Pablo Iglesias. FOTO: JAIME VILLANUEVA / VÍDEO: EPV

No hay resquicio para que Pedro Sánchez sea investido este martes presidente del Gobierno pero tampoco hay certeza de que el acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos se produzca en la segunda votación del jueves, según una información de Anabel Díez para e periódico El País. Las posiciones siguen alejadas y el clima entre ambos se enrareció ayer notablemente como se apreció en el primer día del debate de investidura. Pablo Iglesias le advirtió que no será “ un decorado”, que es como traduce la oferta que le ha hecho el PSOE. Las diferencias se mantienen sobre el contenido de las áreas de poder que tendrá Podemos. Sánchez no puso paños calientes. Si no hay coalición le pidió a Iglesias que pacte solo la investidura y no provoque elecciones. Mantuvo su petición a Pablo Casado y a Rivera para que se abstenga. Votarán no.

A tumba abierta, a cara descubierta, todos los reproches y diferencias salieron a la luz entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias en el primer día de debate de la investidura del candidato socialista. Aunque para el PP y Ciudadanos el pacto está ya hecho, tal como decían antes y después de las elecciones del 28 de abril, y hasta ayer mismo, la sesión parlamentaria no ofreció ni mucho menos esa apariencia. Iglesias, en tono grave y muy serio, advirtió al líder socialista de que su formación no estará en un gobierno de coalición en el que sea “un decorado”, es decir, sin poder ni competencias reales. El presidente en funciones, por su parte, enfrió también la apuesta por un Gobierno de coalición u pidió a Unidas Podemos que no descarte otras opciones, como un acuerdo exclusivamente para la investidura o un pacto de legislatura sin entrar en el Gobierno.

La mera exposición de propuestas alternativas a un Gobierno de coalición ahondó aún más la brecha entre los dos políticos y sus respectivas formaciones. No ayudó tampoco que antes de la intervención de Iglesias el presidente en funciones insistiera a Pablo Casado y a Albert Rivera que se abstuvieran. Tanto énfasis en pedir la colaboración del PP y a Ciudadanos enturbió aún más la ya difícil situación de las negociaciones. En fondo y forma, la discrepancia y la distancia entre los pretendidos socios fue ostentosa y descarnada.

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