La esperanza es el sueño del hombre despierto (Aristóteles)

Se avecinan las elecciones de mayo de 2019 y a nadie se le escapa que los partidos mayoritarios y de corte tradicional se han apresurado ya a poner en marcha sus respectivos aparatos propagandísticos para pedir la confianza de los votantes. Su principal objetivo no es otro que el de obtener el respaldo meramente formal que los legitime para volver a ocupar los puestos de responsabilidad desde los que regir -con los consabidos estilos y resultados- los destinos de nuestra tierra durante otros 4 años más.

Ante esta nueva cita con las urnas, a muchas personas se nos plantea la duda -y es comprensible que así sea- sobre a quién apoyar o, incluso, sobre si realmente vale la pena ejercer el derecho al voto. ¿Existen visos de un cambio a mejor o, por el contrario, estamos irremisiblemente condenados a que todo siga como hasta ahora? Sin duda, superada históricamente la época del bipartidismo, elegir acertadamente entre los 8 partidos o coaliciones que concurren a estos comicios, para representar a la isla de La Gomera en el Parlamento regional, no parece que sea tarea sencilla.

Quizás haya llegado el turno de hacernos ciertas preguntas. Preguntas necesarias, aunque no siempre cómodas para algunos. Preguntas sobre nosotros, sobre nuestros hijos e hijas, sobre nuestro presente y nuestro futuro, sobre nuestra dignidad… Preguntas como: ¿no resulta paradójico que, habiendo -como las hay- otras formas de hacer las cosas, aquellos que durante décadas han contribuido a mantener a la isla en una lamentable situación de dependencia y precariedad sigan queriendo perpetuarse en los cargos institucionales para continuar haciendo lo de siempre? ¿No sería posible y deseable que otras personas, otras ideas y otros partidos tengan la oportunidad de demostrar que se pueden gestionar los recursos de forma más sostenible, justa y equitativa? ¿No sería quizás éste el momento de dar un cambio y que la gente en la isla deje de tener miedo a hablar libremente, sin arriesgarse por ello a que no se le vuelva a tener en cuenta en los planes públicos de empleo, perder las ayudas a las que pudiera tener derecho o, simple y llanamente, verse condenada al ostracismo? ¿Hasta cuándo vamos a resignarnos a que sigan prodigándose el paternalismo y el clientelismo político por parte de quienes ostentan el poder desde hace demasiado tiempo? ¿Cuánto más vamos a tener que esperar para que esa juventud que se ha estado preparando con tesón, esfuerzo y sacrificio tenga la oportunidad de quedarse a vivir y trabajar en la tierra de sus ancestros, en vez de seguir en la diáspora?

La Gomera cuenta con una serie de valores que para sí quisieran otros territorios: desde un clima benigno y una privilegiada naturaleza, pasando por unos paisajes de extraordinaria belleza, hasta un excepcional patrimonio cultural, apreciado por propios y extraños, que ha merecido el reconocimiento de las más altas instancias internacionales. Ejemplo de todo ello es que La Gomera haya sido declarada Reserva de la Biosfera o que el Parque Nacional de Garajonay forme parte del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO; sin olvidar que, asimismo, el silbo gomero ostente la consideración de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Con todos estos elementos favorables, a los que habría que añadir la acreditada feracidad de su tierra, la riqueza de su mar o la abundancia de fuentes de energías renovables ampliamente distribuidas por toda su geografía, La Gomera posee un enorme potencial para lograr un desarrollo equilibrado, que puede y debe garantizar el bienestar de sus gentes a corto, medio y largo plazo.

Por fortuna, hoy en día contamos con una nada despreciable cantidad de experiencias, ideas, documentos y propuestas para dinamizar la economía local y fomentar una actividad basada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU o en la Carta Europea de Turismo Sostenible.

En todas esas iniciativas previas encontramos numerosos elementos orientadores para imaginar nuevas políticas, planes y programas encaminados a acercarnos a las grandes metas estratégicas pendientes: la soberanía agroalimentaria, la autosuficiencia energética, la adecuada dotación de los servicios públicos esenciales en materia de sanidad, asistencia social y educación, etc. En suma, oportunidades claras para generar empleo autocentrado, más verde, estable y de calidad. Unos retos y unas aspiraciones legítimas que hay que trasladar al Parlamento canario para que sean debidamente atendidas, en el ámbito de sus competencias, a fin de obtener cotas crecientes de bienestar y cohesión social en la isla.

Nuevamente, nos volvemos a preguntar ¿hay todavía algún atisbo de esperanza? Sinceramente, pensamos que sí. Creemos que hay otros modelos posibles y otras maneras de hacer las cosas, otros estilos de hacer una política honesta e inclusiva, con y para la gente, que permita el progreso de La Gomera y favorezca las condiciones de vida de sus habitantes. Y en sintonía con todo esto nos comprometemos a trabajar desde el Parlamento para el logro del tan necesario cambio que la isla necesita y su gente se merece, impulsando y apoyando tanto iniciativas de carácter general para toda Canarias como otras más específicas para La Gomera.

La clave del éxito va a estar, sin duda alguna, en la implicación y participación decidida de los gomeros y gomeras para encontrar colectivamente soluciones inteligentes, consensuadas y satisfactorias al objeto de resolver los problemas y cubrir las necesidades que, en todos los ámbitos, tiene la sociedad gomera del siglo XXI, sumando voluntades, talentos, generosidad y coraje a partes iguales.

Movidos por la convicción de que aún es posible encontrar oportunidades de cambio, nos atrevemos humildemente -pero sin complejos- a presentarnos a las próximas elecciones al Parlamento de Canarias. Con una actitud abierta, receptiva y dialogante, intentaremos desplegar –ahora y tras los comicios- un intenso ejercicio de pedagogía democrática para dar a conocer nuestra propuesta alternativa, nacida con vocación de servicio a los gomeros y a las gomeras de bien, más allá de los logros que podamos obtener en las urnas. Con la ilusión, el compromiso, el cariño, la organización y el trabajo de todas y todos, podremos lograrlo. Con el corazón en la mano, creemos firmemente que, de esta otra forma, un día habrá una isla que no sea silencio amordazado. ¡Si se puede!

José García Casanova (jgarcas@gmail.com). Doctor en Biología y candidato de Sí Podemos Canarias al Parlamento de Canarias en representación de La Gomera.