Un somero análisis de la política canaria demuestra que cuando mejor le ha ido a las islas en sus relaciones con Madrid es cuando han tenido representación de fuerzas políticas de esas que se autodenominan “de obediencia canaria”. Es decir, cuando hay partidos que no dependen de instrucciones impartidas por una jerarquía centralista que actúa, como es lógico, con una disciplina y unas instrucciones que atienden a los intereses de los jerarcas que están en Madrid. Y la segunda evidencia es que, si exceptuamos a Nueva Canarias, un partido nacionalista situado en la izquierda, en las islas este espacio ha sido ocupado de forma importante por el centro derecha que representa Coalición Canaria.

Este hecho, por sí solo, ya es razón suficiente para que los partidos de la izquierda hicieran una profunda reflexión sobre la necesidad de situarse ‘en lo canario’: en ese espacio en el que la defensa de los intereses particulares de las islas no estuviera limitada por ninguna disciplina o imperativo jerárquico. Pero hay más.

Agrupación Socialista Gomera se ha convertido en estos últimos años en la voz de las islas menos favorecidas, que padecen en mayor medida los costos de la doble insularidad, que soportan un envejecimiento patente de su población, la emigración laboral forzada por la inexistencia de alternativas de trabajo y la inequidad de unas islas en donde todo el poder, la población y los recursos tiende a concentrarse en las islas más desarrolladas. Existe una Canarias de dos velocidades que se percibe de forma clamorosa en todos los indicadores de nuestra tierra.

Estos años han servido para que las cosas empiecen a cambiar. El surgimiento de una contestación política de las islas no capitalinas, la presencia de tres diputados de ASG en el Parlamento de Canarias —cuyos votos son fundamentales para construir mayorías— y el discurso reiterado del desfase que padecen las islas Occidentales —La Palma, La Gomera y El Hierro— que ha logrado agrietar el centralismo que también se padece en las islas. Que se haya aprobado una Ley de Turismo de las Islas Verdes, para atender la realidad de tres islas que tienen una realidad turística distinta a las desarrolladas; que se hayan impulsado las obras del Fondo de Desarrollo Regional o que el nuevo Estatuto de Autonomía contemple el hecho de la doble insularidad, como un sobrecosto añadido a los costos de la insularidad, son logros históricos para los canarios que sufren un atraso inaceptable en conectividad, en prestación de servicios públicos y en oportunidades laborales.

Los grandes partidos están mirando con alarma este movimiento de los más débiles, de los más desfavorecidos y necesitados de Canarias. Porque nuestro discurso se basa en la justicia social y la igualdad con la que debe construirse una Canarias diferente. Y ese discurso emergente ha despertado todas los miedos de quienes quieren que todo cambie, para que todo siga igual.

Los Presupuestos Generales de la Comunidad Autónoma de Canarias han tenido que negociarse con ASG. Y hemos llevado a ellos la representación de los intereses de esas islas de las que nos sentimos representantes. Somos la fuerza que ha quebrado la tendencia de dedicar más recursos a los que más tienen —fomentando la superpoblación ya existente en las grandes aglomeraciones de las islas capitalinas— promoviendo una mayor redistribución de la riqueza hacia quienes más necesitan infraestructuras, desarrollo y gasto público. Porque a la larga, el crecimiento de Canarias será mucho más sano y más justo si la población se distribuye de forma racional por nuestro limitado territorio.

El ejemplo de ASG está sirviendo de acicate para que en otras islas se estén planteando el nacimiento de alternativas socialistas, fuerzas que desde una nueva izquierda comprometida con las islas y con los más débiles, sean capaces de alterar el tradicional reparto de poderes que acaban siempre en las mismas manos. La reacción de los grandes partidos ha sido cambiar las reglas del juego dándole más diputados a las dos islas mayores. Es el primer efecto del miedo a la transformación y a la reacción de los que están hartos de padecer un abandono secular y una injusticia inaceptable. Nos dijeron que esa reforma no supondría mayores costos para los canarios. Quien tenga la curiosidad puede comprobar que el Parlamento crece en sus presupuestos casi un 18%. Pero da exactamente igual que nos hayan mentido y que intenten parar una ola que es imparable. Es demasiado tarde.

Los menos favorecidos de Canarias están despertando. El pueblo de La Gomera, dando su confianza a ASG, ha abierto una puerta que estaba cerrada en Canarias y el mensaje ha llegado alto y claro a todas las islas. La voz de los que no tenían voz, la fuerza de los que no tenían fuerza, ya es una realidad imparable. Una Canarias distinta, más justa para todos, es posible. Y seguiremos luchando por ella con todas nuestras fuerzas.