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Historia de un accidente de avioneta entre Tenerife y La Gomera. 1960

Aristides Noda. Foto El Día

El periódico El Día publica un interesante reportaje sobre los cuatro supervivientes del amerizaje de una avioneta en el año 1960 que, por razones profesionales, trasladaba desde Tenerife a La Gomera a cuatro personas.

El documento periodístico de gran interés y recordado aún especialmente en la comarca de Playa de Santiago, relata la historia de cuatro hombre que tras hundirse el aparato y encontrarse a la deriva solamente con la ayuda de su salvavidas, lograron sobrevivir al accidente.

El papel desarrollado durante aquellas horas por Sito Simancas fue determinante.

Publicamos por su interés parte del documento periodístico y enlazamos con el texto original posteriormente para dar posibilidad a nuestros lectores a poderlo leer completo.

«» Arístides Noda Noda (Playa Santiago, 1938) volvió a nacer el 27 de febrero de 1960 cuando sobrevivió a un accidente de avioneta en el trayecto Tenerife-La Gomera. Aún hoy tiene fresco el recuerdo da aquella tarde, sábado de Carnaval, en la que salió ileso al igual que sus tres compañeros de aventura, el piloto, Alfonso Cabello de Mena, Conrado de los Ríos Rodríguez y Manuel Bretón Funes. Noda es el único de ellos que sigue vivo. Recordó para El Día el acontecimiento en su casa del barrio santacrucero de Salamanca.

La pista de aterrizaje del Revolcadero, a donde se dirigía el aparato, bautizado como «miss Tecina», se construyó como consecuencia de la actividad comercial de Playa Santiago vinculada a la empresa de Álvaro Rodríguez López, quien impulsó el aeródromo, inaugurado de forma oficial el 24 de julio de 1960, apenas unos meses después del accidente de la avioneta.

El avión, un Piper Apache con matrícula ECALQ, había partido de Los Rodeos sobre la una de la tarde del día mencionado. Arístides era en ese momento empleado de la empresa Rodríguez López y, señala, «apenas me quedaban unos días para entra al cuartel». El abogado Manuel Bretón debía realizar una gestiones y ese fue el motivo principal del viaje.

Entre recortes de periódico que reflejaban el hecho y el chaleco salvavidas, que guarda como un tesoro, rememoró para El Día lo ocurrido aquella jornada.

«Seguimos la ruta Norte -explica- y sobre el Puerto de la Cruz nos encontramos con turbulencias por lo que nos desviamos al sur. El tiempo era estupendo y me acuerdo que pasamos por encima del Río Jallas, un barco de Pinillos». Sobre Los Cristianos, «nos desconectamos de la torre de Los Rodeos y pasamos al control de La Gomera».

Un poco antes de llegar a la ermita de la Virgen de Guadalupe, el avión sufrió un problema mecánico en el motor y cayó al mar. Acabó por hundirse, pero los cuatro ocupantes lograron salvarse. Asegura el protagonista que «el piloto amerizó muy bien porque tenía experiencia y ya había sufrido otros accidentes. Pero no teníamos comunicación».

Arístides añade que «el avión era como un coche de dos puertas y yo acabé entre el piloto, al que di un golpe, y Manuel Bretón, colgado sobre el ala».

Nadie sufrió heridas salvo ese pequeño golpe a Cabello que «buscó los chalecos y nos los pusimos. Eso sí, con los nervios de ver el avión hundirse, nos los colocamos al revés. Era bastante molesto aunque poco a poco dimos la vuelta y los pusimos bien»

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