Salvador García Llanos

POR SALVADOR GARCÍA.- Ya se ve cómo va palideciendo la aspiración independentista de Catalunya: han terminado desdiciéndose en sedes judiciales, riéndose hasta Tabarnia, escapando por los cerros de la artificialidad y el simbolismo, luciendo incoherencias y, lo último, haciendo desplantes al Jefe del Estado en ocasión de un congreso mundial de tecnología. ¿Así quieren los catalanes que los demás simpaticemos con su causa? ¿Así es como pretenden ganarse el respeto del resto de los españoles? ¿Son estos los perfiles de su república igualitaria? ¡Ah! La exclusión y sus tendenciosidades…

Vaya paradoja: president del Parlament y alcaldesa de Barcelona no acuden a la recepción oficial al rey Felipe pero luego sí van a cenar con él y otras autoridades a la cena inaugural del congreso. Es un poco lo del himno en la final de una competición futbolística: silban y abuchean hasta ensordecer -eso sí: libertad de expresión- y luego ovacionan si su equipo vence y el capitán recoge el trofeo.
Y de traca es ya la petición del ex president de la Generalitat desde su lajenía voluntaria: el Rey -ha dicho- será bienvenido a la república igualitaria cuando pida perdón porque el Gobierno haya aplicado el artículo 155 de la vigente Constitución Española, la misma que los impulsores del proceso soberanista presumen de no respetar.
Por no hablar del discurso del president del Parlament ante los jueces que provocó una reacción inesperada de unos cuantos de ellos.
Estos, los de los desplantes y los que se refugian en la solidaridad con los “presos políticos” son los que quieren un referéndum pactado. ¿Qué querrán concertar?
Nada: no han sabido jugar, no han optado por la vía dialogada, se han equivocado en las formas y siguen, erre que erre, empecinados en imponer su particularísima reivindicación, aunque no esté amparada legalmente. Nada: les da igual el saqueo que algunos cometieron y las sentencias judiciales que lo prueban mientras se aguarda la resolución de otros muchos y peores casos. Nada: como los nacionalistas de mismo núcleo, o conmigo o contra mi.
De verdad: ¿es así como quieren simpatizar, es así como pretenden que la gente no diga que está harta del proceso y de los caprichos unilaterales? ¿Es así como quieren convencer de que lo suyo no es el pensamiento único?
Pero las empresas se van, el adoctrinamiento desde una televisión pública no se frena, las reservas turísticas decaen, aumenta el número de desempleados y de la educación y la sanidad, para qué hablar.
Faltaban los desplantes, acaso los últimos cartuchos. Qué valientes, qué diestros, qué diligentes, qué especialistas en la distancia corta… Y también qué soberbia, qué irrespeto y qué oportunidades perdidas para, mostrando un poco de cordura, tratar de dejar alguna ventana abierta.
No se ven, no. Algunos empecinados, los que excluyen porque les da la gana, así lo quieren. Allá ellos.