Luis Herrera Mesa

La introducción de Especies Exóticas Invasoras (EEI) a través de la navegación se ha identificado como una importante amenaza para los océanos del mundo y para la conservación de la biodiversidad. Un gran número de especies marinas identificadas como especies invasoras son transportadas mediante el agua de lastre de los buques o de los cascos de los barcos.

Con el fin de prevenir la propagación de las EEI a través de las aguas de lastre la Organización Marítima Internacional acordó en 2004 el Convenio internacional para el control y la gestión del agua de lastre y los sedimentos de los buques, que tiene por objeto evitar la difusión de organismos acuáticos perjudiciales de unos mares a otros, estableciendo normas y procedimientos para la gestión y el control del agua de lastre y los sedimentos de los buques. El Convenio al que se han adherido o lo han ratificado numerosos países entrará en vigor el próximo día 8 de septiembre de 2017.

El problema de la expansión de las EEI por los buques se ha intensificado en las últimas décadas debido al volumen de tráfico marítimo que continúa aumentando. Los efectos en muchas áreas del mundo han sido devastadores. Los datos cuantitativos muestran que la tasa de las invasiones sigue aumentando a un ritmo alarmante. La propagación de especies invasoras es reconocida como una de las mayores amenazas para el equilibrio ecológico y el bienestar económico del planeta. Estas especies están causando enormes perjuicios a la biodiversidad y a la valiosa riqueza natural de los mares y océanos de los que dependemos. En el Mediterráneo, se considera que más de la mitad (54%) de las especies exóticas marinas se han introducido por medio de las aguas de lastre de los buques o incrustadas en los cascos. Los macrofitos representan un 30% en el Mediterráneo occidental y apenas un 10% en el Mediterráneo oriental. Ciertos investigadores estiman que unas trescientas especies se han introducido por medio de las aguas de lastre, unas cien especies a través del Canal de Suez, unas cincuenta especies de macroalgas mediante los cultivos de ostras, unas veinte especies por medio de la acuicultura y unas dieciocho especies a causa del comercio de acuarios.

Los efectos directos e indirectos y el daño para el medio ambiente a menudo son irreversibles. En efecto, por medio de las agua de lastre se transportan una multitud de bacterias, pequeños invertebrados, algas, huevos, quistes y larvas de diferentes especies que generan graves efectos ecológicos y problemas para la salud. Por ejemplo, ciertas epidemias de cólera parecen estar directamente asociadas con las aguas de lastre de los barcos. La bacteria del cólera (Vibrio cholerae) se encuentra en los ecosistemas marinos en el fitoplancton y en el zooplancton. Las poblaciones de fitoplancton y bacterias tienden a incrementarse cuando las temperaturas de los mares son cálidas, pudiendo aparecer brotes de cólera. V. cholerae puede desarrollarse en aguas con baja salinidad, si la temperatura del agua es relativamente alta y hay una elevada concentración de nutrientes.

Además del efecto de las EEI sobre la biodiversidad de los ecosistemas se produce un impacto económico muy significativo para las industrias que dependen del medio ambiente marino y costero, como el turismo, la acuicultura y la pesca, así como costosos daños en infraestructuras. Esperamos que este Convenio para el control y la gestión del agua de lastre y los sedimentos de los buques contribuya a mitigar los efectos de las especies invasoras.

Luis Herrera Mesa

Catedrático emérito de Biología ambiental

Universidad de Navarra