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Sistema electoral y unidad de Canarias

Por Antonio González Viéitez* A nadie le puede extrañar que, una vez más, se constituya en el Parlamento de Canarias, una Comisión para el estudio del sistema electoral canario. Y es que el problema está arraigado en lo más profundo de la población, por las diferencias estratosféricas de representación que supone el sistema actual. Es como el mar de fondo que siempre está ahí, aunque solo se oiga su ronca voz cuando los incomprensibles e indignantes datos electorales salen a flote. En las últimas elecciones autonómicas de forma insoportable. Generando hasta movilizaciones ciudadanas lo nunca visto hasta ahora. Pero que seguirá…

¿Por qué se mantiene el sistema?

La furibunda resistencia a cualquier cambio viene protagonizada por el sistema de la Triple Paridad, que aquí se da por conocido.

Se puede llegar a aceptar que, en su momento en 1982, respondiera a la realidad estructural del Archipiélago de entonces. Cuando las dos islas centrales tenían un absoluto predominio sobre el resto, relativamente homogéneo. Pero un tercio de siglo después, aquella realidad estructural de Canarias ha cambiado drásticamente. A día de hoy, el Archipiélago está constituido por tres bloques de Islas muy diferentes entre sí. Por un lado, permanece la importancia de las dos islas centrales, con una tasa de crecimiento relativamente estable. Por la parte occidental, sus tres islas están en una fase de relativo estancamiento. Por el contrario, en el Naciente, Fuerteventura y Lanzarote han pasado por una etapa de turbocrecimiento, de forma que en la práctica han mutado. Es más, de acuerdo con el ISTAC (Valor Añadido Bruto a precios de mercado y Padrones Municipales), ya en la década de los noventa del siglo pasado, estas dos islas tenían los niveles más elevados de renta del Archipiélago. Posición que han seguido manteniendo  a lo largo de la etapa 2000 – 11, últimos datos que se dispone.

Esta exitosa y formidable conquista, ya supuso disponer de una masa crítica suficiente para solicitar, de forma razonable, la gestión de algunas de las instituciones estratégicas. A saber, Cámara de Comercio, autoridad Portuaria…

Sin embargo, esa profunda transformación estructural de estas dos islas orientales, no les ha hecho modificar su voluntad de seguir adscritas a las islas periféricas de antaño. Eso sí, como el argumento de las penurias y discriminaciones ya no se pueden argüir. Ahora los dos Cabildos, al margen de cualquier compensación lógica del hecho insular, comienzan a defender la tesis que el Territorio está por encima de la Población. Pero este antiguo y reaccionario argumento no es de recibo. Sencillamente, no es democrático. En mi opinión, los hoy poderosos Cabildos de Lanzarote y Fuerteventura, deberían ayudar a liderar una nueva estrategia electoral de futuro para Canarias, arrumbando la sobrepasada y dañina Triple Paridad. Canarias lo necesita.

La necesidad del cambio

Aparece cada vez más acuciante. No se puede seguir tensando la cuerda.

Pero ¿cómo hacerlo? Hay una corriente importante de opinión que quiere mejorar la representación proporcional por la vía de aumentar el número de diputados de Tenerife y Gran Canaria, hasta que las diferencias sean asumibles. En mi opinión, esta propuesta tiene dos desventajas. La menor es que se tendría que subir el número de diputados de forma importante. Un mínimo de veinte diputados más. Sin embargo, creo que la mayor desventaja es su coste de oportunidad. El enredarse en la discusión del aumento de diputados impediría empezar a trabajar sobre una dimensión esencial para la Construcción Nacional Canaria.

El predominio de las relacione verticales

Como todos sabemos la última etapa de la estructura social canaria, siempre extrovertida, viene marcada por la especialización en la exportación de servicios turísticos, comerciales y de transporte. Además y por primera vez se da la característica que esta especialización, cierto con importantes grados de diferenciación, es homogénea y se extiende por las siete islas del Archipiélago.

Esta realidad tiene consecuencias muy evidentes para la estructura social canaria. Mientras cada isla dependa de esos flujos exteriores de servicios, el garantizar su conexión directa y sin tener que pasar por ninguna otra isla, se vuelve fundamental. (El caso de los aeropuertos internacionales es el mejor ejemplo). Porque su capacidad de competir por esos flujos de actividades productivas internacionales, dependerá de sus relaciones verticales y directas con el resto del mundo. Y esto supone que las relaciones estructurales horizontales entre islas, es decir el nivel de integración económica del Archipiélago, deja de ser estratégico y pasa a ser secundario. Botón de muestra: la estructura de representación patronal del Archipiélago, con la importancia que tiene, no es única. Existen dos, por supuesto una por ¡todavía! cada Provincia.

Las cartas están repartidas. Objetiva y económicamente las islas están llamadas a competir entre sí. Atraer una línea aérea, conseguir que una naviera de postín haga un Puerto como base de sus cruceros, anclar un touroperador de relieve, se convierte en objetivos enfrentados y enfrentadores entre las economías insulares.

Un sistema electoral con una poderosa circunscripción canaria

Por eso insistimos que, si encima de la competencia económica objetiva para atraer todo tipo de flujos, le añadimos y sumamos las circunscripciones insulares, donde los diputados electos solo se presentan y responden ante los ciudadanos de su propia isla, la necesaria e imprescindible Unidad del pueblo canario, deja paso inmediato a los más desaforados insularismos. Teniendo razones económicas objetivas para competir, el remache del sistema electoral actual hará imposible Canarias como sujeto histórico.

Así, si desde el punto de vista económico la competencia es ineludible, solo nos queda la Política para compensar esa realidad. Y lo que se puede, y debe, hacer desde la Política es cambiar el sistema electoral.

Una propuesta consiste en mantener dos diputados por cada una de las cinco islas no centrales, atendiendo a la relevancia histórica y social de la vieja doble insularidad. Y una poderosa circunscripción electoral, única para toda Canarias, con los cincuenta restantes diputados. Diputados que ya no responderían solo a su parroquia insular, sino que tendrían que hacerlo ante el conjunto de todos los ciudadanos canarios de las siete Islas. Y que pudieran, desde el ámbito de la Política Canaria, proponer estrategias y políticas equilibradas, consensuadas, programadas en el tiempo y transparentes. Que tuvieran en cuenta tanto las diversidades interinsulares como la imprescindible Unidad de Canarias como un solo pueblo

PS: El desarrollo último de las políticas económicas del actual Gobierno de Canarias, es especial la Ley del Suelo, tansfiriendo las principales competencias a Cabildos y Ayuntamientos, no está haciendo otra cosa que fomentar los insularismos más insolidarios. Al tiempo que sigue vaciando al Gobierno de Canarias y fomentando, por tierra, mar y aire, la triple paridad y todo el poder para los Cabildos y sus presidentes. ¿No les recuerda la situación de la Canarias prehistórica?

*Economista

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