Inmigrantes, que esperaan cruzar la frontera entre Grecia y Macedonia, pelean por comida en un campo provisional cerca de Idomeni / MARKO DJURICA (REUTERS)
Inmigrantes, que esperaan cruzar la frontera entre Grecia y Macedonia, pelean por comida en un campo provisional cerca de Idomeni / MARKO DJURICA (REUTERS)

Por Elena Falcón.- La isla de Lesvos no protagoniza actualmente las imágenes de hace unos meses, pero en la frontera entre Grecia y Macedonia se acumulan los refugiados que llegaron entonces y que siguen haciéndolo, ya en menor medida. En esta crisis humanitaria de dimensiones imprevistas, la situación más delicada, por la falta de organización e infraestructuras, se vive ahora en el campo de refugiados de Idomeni, en la frontera greco-macedonia, donde se amontonan unas 15 mil personas en muy precarias condiciones, según el testimonio de un psicólogo canario desplazado a la zona y obtenido por la CADENA SER.

Asociación Reciproka Subteno (que significa en esperanto Apoyo Mutuo), con sede en La Gomera. Su intención es permanecer un mes aportando ayuda, dentro de una experiencia que reconoce supone «un desgaste emocional muy fuerte», la cual, también admite, «nos está ayudando más a los ayudadores que incluso a ellos, porque sentimos que allá donde llegamos somos útiles».

Alonso explica: «Venimos a hacer toda la labor posible. Nos dedicamos a doblar y lavar ropa, entregar botas, hacer y repartir comida, limpiar los espacios…» La labor psicológica, indica, es más limitada y va intrínseca en la acción, «como jugar a la comba con los niños, que es una acción psicosocial». También la barrera idiomática, indica este psicólogo, limita la comunicación a «abrazos, sonrisas y miradas cómplices», que sustituyen a terapias y palabras de ánimo.

En este sentido, para la Asociación, los refugiados se encaminan hacia un profundo desengaño: «Se han encontrado con nosotros, los voluntarios, que les damos abrazos, y creen que todo va a ser así«. Alonso se muestra convencido de que los gobiernos europeos intentan mandar una señal a los países de los que provienen los refugiados, huyendo de la guerra y el hambre, «de que vamos a ser intransigentes con ellos, que los vamos a retener en las fronteras y no vamos a darles apoyo; pero este mensaje no les llega a los que están ya aquí, sobre el terreno, y tienen la esperanza de que han llegado a una nueva vida, sin ser conscientes de que vienen de un infierno, que es la guerra, pero van a otro tipo de infierno, que es la xenofobia».

CADENA SER