El día después de la tragedia aérea del vuelo 4U9525,el piloto de Germanwings Frank Woiton,de 48 años,se presentó voluntariamente al trabajo,porque muchos de sus colegas no se veían en condiciones de volar. El jueves cubrió la ruta Düsseldorf-Barcelona-Düsseldorf,la misma en la que 150 personas murieron al estrellar el copiloto de forma presuntamente deliberada el aparato cuando sobrevolaba los Alpes franceses.
En ese vuelo se repitió lo que Woitan ya había hecho el miércoles,un día después de la tragedia,en la ruta Hamburgo-Colonia. «Reinaba un ambiente de extrema aflicción entre la tripulación y entre los pasajeros. Se les podía ver en la cara»,explica Woiton,padre de dos hijos.
El piloto se ha ganado el respeto en internet y en las redes sociales por haberse presentado en la cabina de pasajeros y haberle estrechado la mano una a una a cada persona en un intento de tranquilizar al pasaje. «Quería que los pasajeros vieran que delante,en la cabina,también hay una persona»,explica.
Tras el gesto,Woiton se colocó en el pasillo y,micrófono en mano,pronunció un emotivo discurso: «Les llevaré sanos y salvos de Düsseldorf a Barcelona. Pueden confiar en ello,porque también yo quiero sentarme esta noche con mi familia a la mesa». Tras un primer momento de silencio,el pasaje aplaudió al capitán,relataba una pasajera del vuelo Hamburgo-Colonia,Britta Englisch,en su cuenta de Facebook. «Quiero darle las gracias a este comandante,por entender lo que todos pensaban y por lograr que al menos yo me sintiera bien después durante el vuelo»,agrega en un mensaje,que ha sido compartido ya 19.462 veces y al que 325.346 han dado un «Me gusta».
Voló con Andreas Lubitz
Se da la circunstancia de que Woiton había volado con Andreas Lubitz y,según ha relatado,también dejó solo en la cabina al copiloto de la tragedia aérea de los Alpes,ha explicado en una entrevista al diario Bild. «Le recuerdo bien. Cuando volé con él,también abandoné mi lugar durante un breve momento para ir al baño»,señala Woiton,quien asegura que no había nada que le llamara especialmente la atención de Lubitz,de 27.
Según explica,cuando compartieron cabina el copiloto le habló de su formación,»de lo feliz que era» y de que «pronto volaría largas distancias y que quería convertirse en comandante». «Dominaba muy bien el avión,lo tenía todo controlado. Por eso también lo dejé sólo en la cabina para ir al baño»,indica Woiton,que ha lamentado que «el inconcebible acto de este hombre ha destruido una infinita confianza que ahora debe