El juego está entre cuatro partidos políticos,a poca distancia unos de otros,que necesariamente tendrán que establecer algún tipo de alianza para formar gobierno. Los dos grandes partidos tradicionales,PP y PSOE y los emergentes,Podemos y Ciudadanos,se reparten casi el 80% de los votos,según el estudio del mes de marzo de Metroscopia que se publica íntegramente en EL PAÍS este domingo.
Las dos nuevas fuerzas políticas apuntan con solidez a su asentamiento definitivo y,como consecuencia,a poner el punto final al largo ciclo político bipartidista.
La duda sobre si el partido de Pablo Iglesias sería flor de un día parece despejarse ya que el paso de los meses no lo marchita,aunque sí continúa en descenso en el último trimestre. En paralelo Ciudadanos va al alza,a ritmo rápido,y PP y PSOE intercambian segunda y tercera posición,según sus actuaciones hayan sobresalido para bien o para mal. La excepcionalidad del momento actual la marca la escasa distancia entre el más y el menos votado de este cuarteto. Muy cerca unos de otros pero muy lejos,individualmente,de una mayoría que permitiera a uno de los cuatro alzarse con comodidad como opción de gobierno.
Pese a la previsible necesidad de pactos,la estabilidad no tiene por qué producirse necesariamente con un gobierno de coalición o un acuerdo formal. La mayoría de los ciudadanos prefiere que gobierne en solitario la formación más votada “con apoyos puntuales de otros partidos”.