Desde una red social,invitan algunos usuarios a manifestar nuevamente la protesta por el colapso permanente de la carretera TF-5. No hay punto ni una parada concreta de concentración. Basta con hacer sonar el claxon en algún lugar del largo y tortuoso trayecto,allí donde haya pillado la retención y comiencen las insufribles primeras y segundas marchas. Y así,todos los lunes hasta que se agite alguna solución en los departamentos competentes. La vía soporta una media diaria de ochenta y cinco mil vehículos.
Solo quienes la padecemos,sabemos lo desesperante que resulta la habitual cola,de lunes a viernes,de la autopista del norte,a primera hora,a eso de las siete,dirección a Santa Cruz de Tenerife. Si quiere tomar un vuelo,sobre ese horario,salga con mucha antelación (en cierta ocasión le dijimos a unos parlamentarios europeos que para recorrer veinte y tantos kilómetros,había que arrancar hora y media antes y les costaba creérselo,claro). Si tiene una consulta médica o clínica,ármese de paciencia a sabiendas de que puede perder su turno. Si hay un examen convocado,es recomendable cualquier cosa menos verse atrapado en la cola. Si acude a su trabajo,pida flexibilidad horaria. Si va en guagua,puede que prolongue su sueñecito. Y así sucesivamente. Es la cola nuestra de cada día que,por cierto,en sentido contrario,empieza a cobrar cuerpo a partir de las tres o cuatro de la tarde: claro,la hora del retorno.
Algunos agitan ahora ese desespero. Igual es que han descubierto el problema. Que lleva años. Y que no tiene visos de solución inmediata. La autopista no absorbe todo el tráfico rodado. Las incorporaciones en las cercanías del padre Anchieta,en Guamasa,en Tacoronte,en La Matanza… agravan la intensidad de la circulación a esas horas. Colas largas y atascos hasta que se despeja en el descenso a la capital después del Hospital Universitario de Canarias (HUC). La cola cotidiana,donde los conductores se desesperan. Y donde quienes tienen la radio por compañía se darán por identificados cuando escuchen la información sobre el estado de las autovías,incluso a escala estatal.
Y mientras tanto,se piden más conexiones al anillo insular. O un tercer carril. O alguna solución como modificar los horarios universitarios. Bien. Es una demanda lógica que precisa de soluciones. Pero no hay que hacerse muchas ilusiones: el Gobierno de España ha vuelto a dar un hachazo unilateral al convenio de carreteras,o sea,un recorte de 628 millones de euros. Así las cosas,independientemente de las respectivas planificaciones,cabe augurar que esa cola,esos atascos,se van a prolongar por espacio indefinido. Desde el Cabildo Insular se habla de reordenación de los enlaces entre Guamasa y el HUC. Entre tres y cinco millones de euros costaría una actuación que prevé el ajuste,la creación o eliminación de carriles de entrada y salida de esta carretera. Pero,aún en el mejor de los escenarios (presupuestos,proyectos,licitación y ejecución a toda pastilla),¿para cuándo o hasta cuándo? Igual hay que acelerar esa otra alternativa de poner en marcha un carril bus desde Guamasa a Santa Cruz.
Condenados pues a sufrir quebrantos,a desesperar. A desahogar con cláxones. Y luego hablando de calidad de vida.