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La fortuna de la Bonoloto que se esfumó en los bancos

A Francisco Guerrero la Bonoloto le ha hundido la vida. Del todo a la nada en siete años. La suerte llamó a su puerta pero se fue por el desagüe de los bancos y ni rastro de los seis millones y medio que le cayeron en 2006. Los gestores le convirtieron en un tiburón de las finanzas cuando apenas sabe leer ni escribir y él firmó todo lo que le ponían por delante. Compulsivamente,sin filtros. Y su fortuna directa a la trituradora. Don Francisco volvió a ser Paco. Entonces se fue en busca de su apellido y lo agarró fuerte.
Ahora es el guerrero,ni Francisco ni Paco,el que demandará al Banco Santander por jugarse los dos millones y medio que le quedaban en unos productos tóxicos que no sabe ni pronunciar. «Me han engañado y me han robado»,clama. El abogado valenciano Diego Muñoz-Cobo ultima un escrito que pivota sobre la peculiaridad de su cliente; un hombre que nunca ha ido al colegio y que,especifica,no estaba preparado para esas inversiones. Ni tiene perfil inversor ni conocimientos. A Paco,como a tantos otros,le hicieron un ocho y él está dispuesto a deshacerlo.
Guerrero llegó a la oficina central de Castellón del Santander de 2007 escaldado tras su paso por otra entidad en la que palmó más de tres millones por unas operaciones que,dice,ejecutó a ciegas. Otro episodio para olvidar. Los estructurados tridente entraron en su vida de la mano del Santander y devoraron los dos millones y medio que le quedaban: 1.200.000 suyos y el resto de sus cuatro hijos,a quienes regaló 650.000 por cabeza nada más tocarle el premio. «Todavía no sé qué es eso. Firmé cosas pero no sabía qué porque confié en ellos. Me toreaban,me decían firma aquí que el dinero va a estar en muy buen sitio y yo lo hacía»,explica.
Los tridente -un producto de gran complejidad financiera que supone una inversión de altísimo riesgo y que,en el mejor de los casos,no se traduce en una alta rentabilidad para el cliente,indica un experto financiero- fueron el principio del fin. Paco sigue sin entender nada pero cuando eso pasa echa mano de Guerrero y entonces se viene arriba.
Lo suyo arranca un diciembre de 2006. La lotería llegó a su casa de Castellón. Un golpe de suerte para aquel niño que con 12 años se hizo marinero en su Barbate natal y que llegó a Castellón con 16 para trabajar de paleta. La lluvia de millones no le hizo bajarse del andamio aunque con ella escaló unas posiciones en su profesión. Creó su propia empresa de albañilería,fue generoso con sus hijos y a seguir currando. Eso siempre lo tuvo claro.
Paco se fue con sus millones a un banco y dejó en manos de sus responsables la gestión de su patrimonio. Fue nefasto. Pidió créditos,incluso teniendo liquidez,que todavía hoy están pendientes de pago,tal como recuerda. Perdió más de tres millones así que decidió cambiar y su Bonoloto entró en el Santander. Por la puerta grande. «Salía por la tele como un banco de confianza. El director me dijo que mi dinero estaría muy bien y a mí me pareció buena persona. Me dejé llevar. Además vino un jefe de Madrid y me invitaron a comer»,relata. En aquel momento era don Francisco. Sus hijos le siguieron y depositaron su herencia en la misma entidad.
Todos ellos dijeron que no querían riesgos de ningún tipo; que ya habían tenido suficiente con la experiencia anterior. Pero los estructurados tridente les atropellaron. «Nadie nos escuchó». El Santander,según el letrado,puso 1.200.000 euros de Paco y 300.000 de cada hijo en estos productos. La vida siguió para ellos ajena a los movimientos bancarios.
Él continuaba trabajando en lo suyo hasta que en 2009 el menisco le falló. Fue al banco a retirar 30.000 euros para operarse en Barcelona. Pero el dinero no estaba. Comenzó el calvario. Paco no encontraba a Paco. Las puertas que antes se abrían a su paso ahora estaban cerradas. «Me dijeron que no podía sacar nada»,lamenta.
Su letrado considera que no fue informado de los riesgos que implicaba invertir en los fondos tridente; que nunca supo de su alcance. Meses antes,relata,el Santander le ofreció otro producto estructurado sustituto del primero. Y él volvió a firmar.
Pasó el test de idoneidad,el cuestionario MIFID,que evalúa el perfil como inversor. Para el banco,Paco era un hacha de las finanzas y por eso le colocaron otra vez los dichosos tridente. Su mala suerte se derrama también en la vertiente sentimental. No sólo ha perdido el dinero sino también a sus hijos. «No me hablan»,afirma. Consideran,dice,que es el responsable de que hayan perdido el dinero que les regaló cuando la suerte llegó a su vida. «El banco cumple escrupulosamente con la normativa de comercialización de productos»,argumenta el Santander. Será un juez el que ponga orden y decida si,como denuncia Paco,el banco se aprovechó de su dinero y de su confianza.
'Me han robado todo'
Los estructurados tridente son unos productos completamente desconocidos para el común de los ciudadanos. Su explicación técnica,según un experto: «Son activos financieros de renta fija o variable ligados a uno o más instrumentos derivados. Los instrumentos derivados,a su vez,son productos financieros cuyo valor se basa en el precio de otro activo (opciones,futuros,swaps,contratos a plazo,entre otros). En definitiva,estamos ante una inversión del altísimo riesgo». Francisco Guerrero nunca supo esto ni tampoco que su dinero corría peligro. Tiene puesta su confianza en la Justicia,en la demanda que presentará su abogado. «Lo único que quiero es que un juez me dé la razón y que el banco me devuelva el dinero. Una cosa es que te quedes sin una parte del dinero y otra,que te hayan robado todo»,concluye.

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