“Cuando una nave española pasaba frente a la costa de Puntallana en su ruta a América un centinela observó cómo unos resplandores provenían de este lugar. Avisada la tripulación,el capitán ordenó la detención de la embarcación y el traslado a tierra de algunos marineros que acompañasen. Al llegar al punto indicado,comprobaron como la misteriosa luz salía del interior de una cueva,próxima a la orilla,donde se encontraba la imagen de la Virgen con el niño en brazos. Impresionados,cayeron de rodillas y la veneraron.
La Virgen,a pesar del intento de trasladarla a la embarcación,quedó en su primitiva cueva. Los marineros se dirigieron a la Villa,donde anunciaron la noticia,que se propagó por todo el vecindario. Todos se dirigieron a Puntallana y veneraron la imagen,colocándola en un rústico y sencillo albergue que improvisaron.
La imagen de la Virgen de Guadalupe es una pequeña talla de madera,de estilo gótico,fechada en los primeros años del siglo XVI y de unos 25 cms de alto. La devoción que desde los inicios fue despertando la advocación a la Patrona ha crecido desde esos tiempos inmemoriales.
La Imagen que se venera en nuestra Isla,fue coronada por el que fuera obispo de Tenerife,Luis Franco Cascón en el año 1973,según se publicó un periódico de la Provincia aquel 12 de octubre,se congregó en San Sebastián más de la mitad de la población de La Gomera,sin contar a los visitantes de diferentes. Eran unas lustrales y además se daba la coincidencia que era la única patrona de una Isla de Canarias que aún faltaba por coronar.
La Cofradía para la ocasión,con la ayuda de muchos,adquirió un manto y una corona de oro,unas andas de madera noble forradas en plata de Ley y unas jarras de plata,además de otra corona de oro en este caso para el niño.
El médico,Doctor Bencomo además,donó con el fin de adornar esta joya unas esmeraldas y un broche que había pertenecido a su madre. Las jarras,también fueron donación suya,según deja constancia el libro ‘La Virgen de Guadalupe,Historia de una tradición viva’ de los profesores Antonio Tejera Gaspar y Gloria Díaz Padilla.
La ermita que alberga a la Patrona se presume que pudo ser construida en las primeras décadas del siglo XVI,aunque inicialmente en el momento de su construcción no fuera precisamente tal y como la conocemos ahora. A lo largo de los siglos,se fueron añadiendo habitáculos,incluyendo una de las capillas y la sacristía,reforzando el arco,la construcción de las dependencias aledañas para acoger peregrinos etc.
Todo esto enclavado en un lugar enigmático llamado Puntallana. Un paraje solitario que antaño fue origen de naufragios y tempestades,pero…por encima de ello,es un sitio de encuentro y devoción en torno a la Patrona de nuestra Isla.

La Virgen de Guadalupe es la única patrona de Canarias también,que llega a una capital insular a través del mar. Cada cinco años,decenas de embarcaciones engalanadas se dirigen hacia su ermita con centenares de personas a bordo,que quieren acompañar a la Morenita en su trayecto lustral hasta la Villa. También junto a estas pequeñas embarcaciones,se une de forma tradicional un barco de la Armada Española que este año 2013,no podrá hacer acto de presencia,y embarcaciones de la Guardia Civil y de Cruz Roja del Mar,que colaboran en la organización de la travesía.
. Allí,llenos de ilusión y de alegría,esperan fondeados durante bastante tiempo a que la Patrona sea bajada desde su ermita a través del cangrejito,que es el camino que se dirige hasta el pequeño embarcadero para subirla a bordo del barco principal que será el responsable del traslado.
Durante el trayecto entre San Sebastián y Puntallana,podemos comprobar como son muchos los que esperan en el camino y también los que por tierra previamente,están en los alrededores de la ermita mientras se organizan los preparativos de la salida de la Virgen hacia el reencuentro.
Mientras esto acontece,en su interior la Camarera de la Virgen ultima los preparativos ayudada por otras personas que minuciosamente la visten y la preparan para su triunfal paseo y llegada a San Sebastián.
También en Puntallana muchas personas procedentes de los diferentes pueblos de La Gomera y de la propia Villa capital,no quieren perderse el embarque que viene celebrándose según diferentes apuntes desde hace más de ciento cuarenta y cinco años. Desde siempre,los senderos de la Isla fueron testigos de peregrinos que atravesaban el monte,para el reencuentro con su Patrona.
El momento del inicio de un gran trayecto da comienzo. La Virgen recibe vítores y emociones. Los que la acompañan hasta el barco cantan en su honor mientras bajan el camino,y son conscientes que durante dos meses aproximadamente,Puntallana quedará sola y vacía por el recorrido lustral de la Patrona. Las embarcaciones tocan las cornetas y desde ellas,mayores y niños,son testigos de unos acontecimientos que cada cinco años se repiten. Las Palomas,atestiguan también,que la Virgen comienza su largo peregrinar.
En esta edición de la Fiestas Lustrales,se calculan más cien los barcos que acompañan a la Virgen de Guadalupe por este trozo de costa norte de La Gomera. Es un recorrido lento que dura más de dos horas hasta llegar a la bahía de San Sebastián. Todos sabemos que es el instante más importante en la vida de los gomeros. Cada llegada de la Patrona Insular a la playa es un ‘antes y un después’. Muchos agradecen haber llegado a una visita más de la Virgen y piden entre promesas y emoción,verla llegar de nuevo el lustro siguiente. Hasta los niños calculan su edad,cuando pasen de nuevo cinco años.
La entrada de la Morenita de Puntallana a la Villa,es uno de los acontecimientos más impresionantes y fascinantes de La Gomera. Aparecer con ella ante el frente litoral y presenciar desde el mar a miles y miles de personas que esperan,es difícil de describir. Es totalmente indescriptible. Hay que vivirlo y cuando eso sucede,siempre se pretende repetir,aunque incluso el inmigrante viva a kilómetros de distancia por las circunstancias de la vida.
El brillo de los ojos de los que la reciben,la fuerza vital de los jóvenes que muestran su adoración impulsiva siempre con el mayor cariño y respeto,la mirada profunda de nuestras abuelas y abuelos,la esperanza ante la incertidumbre o la adversidad o incluso la enfermedad y la gran emoción que embarga a todo un pueblo,hacen de esta llegada lustral un gran acontecimiento de devoción popular y de gran participación ciudadana.