No tengo ninguna intención de que suene frívolo,pero no me gustaría estar en la piel de una princesa. De verdad,no envidio ese tipo de vida. Pero,en el muy hipotético caso de que un príncipe me hubiese pedido el matrimonio y yo hubiera aceptado,lo habría hecho siendo consciente de lo que ese matrimonio supondría. Para lo bueno y para lo malo. Y eso es algo que parece haber olvidado Letizia Ortiz.
No hay excusa para el comportamiento de la princesa de Asturias. Esta vez,no. Ni siquiera me vale que sufre la crisis de los cuarenta (este domingo cumplió 41). Y mira que la Familia Real lleva una rachita de meteduras de pata que,en este momento,cualquier otra salida de tono de la consorte del príncipe se habría quedado en aguas de borrajas. Pero,la otrora periodista se ha esforzado para superar,y con nota,a toda su familia política. Y eso,hay que reconocérselo,tiene micho mérito,incluso para ella.
Es lo que tiene tener un carácter difícil,o,lo que es lo mismo,querer salirte siempre con la tuya,pasando por encima de quien haga falta. También es lo que tiene no ser consecuente con las responsabilidades que uno asume de forma voluntaria a lo largo de su vida. Y también es lo que tiene el no aceptar que,para lo bueno y lo malo,desde el 22 de mayo de 2004,Letizia Ortiz Rocasolano dejó de ser una ciudadana normal y corriente y entró a formar parte de una institución en la que rigen unas normas que hay que cumplir y cuya única misión es la del servicio público a España y los españoles. Y eso,lejos de ser un trabajo como otro cualquiera,es una tarea que exige una dedicación exclusiva,por lo menos si se pretende ser,algún día,reina de España.
Hemos tenido un verano plagado de noticias en la que se hablaba de la crisis matrimonial entre don Felipe y su esposa; de las escapadas de Letizia a lugares que no han trascendido,con unos amigos de los que tampoco se sabe nada; de su decisión personal e intransferible (como el DNI ) de llegar más tarde a Mallorca,a la cita anual de la Monarquía. No sólo llegó con retraso,sino que se marchó antes de que le diera tiempo a ponerse protección solar para evitar las quemaduras… En fin,que la princesa está rebelde y caótica mientras que el príncipe está triste y nadie se pregunta qué tendrá el príncipe,porque es público y notorio.
Algo tendrá que hacer la Casa Real para evitar males mayores y darle un nuevo aire a la institución,que ya va siendo hora. Claro que lo primero que habría que poner en orden es alguno de los comportamientos de la familia Borbón (hijas,yernos,nueras,nietos y demás parientes). Habrá que poner coto a las cacerías del rey y a la afición al papel couche de algunas de sus amistades. Porque la fama de la princesa Corina fue tal que hasta inspiró un concurso en Cuatro. En este país tenemos esa cualidad: nos reímos hasta de nuestra sombra. Pero hay que evitar que la sombra nos impida ver la luz y nos demos de morros con la cruda realidad,esa misma que le obligó al Monarca a pedir perdón por algunas de sus aficiones… Me refiero a la de cazar elefantes en tierras muy lejanas.
También habrá que hacer algo con la infanta Cristina. Ella es muy libre de querer mantener su matrimonio a flote contra viento,marea,juzgados,pruebas,correos electrónicos y supuestas infidelidades. Pero si se mantiene casada con Urdangarin,es bastante complicado y dañino para sus padres y la institución que ellos representan,que ella siga gozando de un status privilegiado y mantenga intactos sus derechos dinásticos. Todo ello sin contar que ha viajado en los últimos años más que el baúl de la Piqué. Dentro de poco se podrá hacer un cómic titulado ¿Dónde están los Urdangarin?,con un mapamundi incorporado y unas chinchetitas de colores que marquen las respuestas correctas. ¡Menudo periplo lleva encima la infanta! Con toda su prole a cuestas y con un servicio de seguridad que pagamos entre todos nosotros.
De Felipe Juan Froilán de Todos los Santos mejor no hablar,que bastante tiene el pobre que ese nombre que le ha caído encima. Una no sabe si el jovencito es rebelde porque el mundo le ha hecho así o simplemente le toca pagar siempre el pato… porque de los hijos de la infanta Cristina nunca se oye nada y digo yo que no serán angelitos caídos del cielo.
Con este panorama,va Letizia y se pone morrúa y perretosa,pretendiendo trabajar como princesa de 8 a 3,con horario,como en las oficinas. Al paso que va,terminará pidiendo reducción de jornada. Y con sus vacaciones y sus días de asuntos propios. No le discuto yo a la princesa su derecho a tener unos días de asueto. Lo que pasa es que en el resto de las Monarquías europeas todo el mundo sabe dónde están de vacaciones sus príncipes con sus hijos,mientras que ella quiere que sus vacaciones sean tan secretas como la fórmula de la Coca Cola. Y si ella entiende que lo de ir todos juntitos a Mallorca forma parte del trabajo,pues que apechugue con ese trabajo como el resto de los mortales apechuga con el suyo. Y,sobre todo,tendría guardar las formas. El otro día en Buenos Aires,ya tenía una olímpica cara mosqueo antes de que los miembros del COI defenestraran a Madrid de sus aspiraciones para 2020. Ella,la princesa,que es tan perfeccionista,debería ser exquisita a la hora de comportarse en público. Además,forma parte de sus obligaciones. Porque para exigir sus derechos,primero tiene que cumplir con sus deberes.