Casi seis millones de personas sin empleo son casi seis millones de poderosas razones para exigir,con rigor y con fuerza,que los dos principales partidos aparquen su interminable batalla de reproches y firmen,junto al resto de las fuerzas políticas,y agentes económicos y sociales,un pacto por el empleo que permita enderezar una economía que,al parecer,todavía no ha tocado fondo.
En Canarias,se ha abierto el diálogo entre el Gobierno y el Partido Popular,pero no parece que exista suficiente entusiasmo y compromiso para dialogar sobre cuáles son los ejes estratégicos que se deben impulsar para frenar las desastrosas consecuencias sociales y económicas del desempleo en las Islas. Con el añadido de que,en el caso de Canarias,el margen de maniobra de la Comunidad Autónoma está condicionado por el apoyo y aval del Gobierno del Estado y la Unión Europea.
Los partidos han comenzado a poner sobre la mesa sus propuestas. Lo hacen cada uno por su cuenta,con excesiva lentitud. Y cada día que pasa aumenta la lista de desempleados,especialmente entre la población juvenil. La tasa del paro entre los menores de 25 años es del 55 por ciento. Una cifra tras la que se esconden muchos jóvenes a los que la crisis –de la que no son responsables- ha borrado de un plumazo la sonrisa de toda una generación.
Lo más curioso y,a la vez,más desesperante,es que todos coinciden en que la política de austeridad y de contención del déficit no es la vía más adecuada para frenar la sangría del desempleo. Lo saben los Gobiernos y lo repiten a diario los analistas económicos. Pero no pasa de ahí. Todos consideran que es necesario adoptar medidas indispensables,pero ninguno se atreve a concretar un plan de choque que vaya más allá de anuncios aislados como el realizado ayer por la ministra de Empleo,que prometió poner la alfombra roja a los emprendedores con una ridícula tarifa plana de 50 euros durante seis meses.
La prioridad es salvar el pellejo de las entidades financieras. Entidades que ya han recibido una gran parte del montante de fondos públicos prometidos por Europa. Fondos que,sin embargo,no son utilizados para abrir el grifo del crédito,especialmente a las pequeñas y medianas empresas y a aquellos emprendedores con excelentes proyectos de negocios,pero sin recursos para ponerlos en marcha.
No existen palabras que permitan describir la situación que viven miles de familias. Hemos recurrido tantas veces a las mismas palabras,que a estas alturas han perdido hasta su propio significado. Drama,desesperanza o tragedia son sólo algunos de los calificativos a los que aferramos para describir una realidad que,en muchos casos,permanece totalmente oculta.
El último dato que acabamos de conocer es que el número de pensiones supera por primera vez los nueve millones. Hay menos de dos trabajadores cotizando por pensionista. ¿Y qué sucede cuando aumenta el desempleo,descienden los salarios y se bloquean las inversiones? Que se produce un frenazo en el consumo,como lo certifica otra cifra dada a conocer esta misma mañana: las ventas del pequeño comercio se desploman un 7 por ciento en 2012.
Puede que 2013 sea el inicio del fin de la crisis. No lo sabemos con exactitud. Existen más sombras que certezas sobre el futuro inmediato. Pero puede ser también el comienzo de una nueva forma de hacer política en España. Una política basada en el diálogo,en el entendimiento. Una política de grandes pactos pensando en el ciudadano y no en rencillas partidistas absurdas y detestables. Rencillas que sólo sirven para que los políticos estén cada día más lejos de los ciudadanos a los que representan.
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