El año 1990,publicaba en una revista de la UNED el trabajo de investigación titulado “Ruiz de Padrón: sacerdote,diputado,ilustrado y liberal”. Era un primer acercamiento a una figura que desde el principio me cautivó,y de la que consideraba que no tenía en Canarias el reconocimiento al que se había hecho merecedor por su trayectoria vital y por su labor como diputado. Así lo afirmaba en la sexta conclusión de aquel estudio –accesible hoy a cualquier persona interesada a través de internet-: “Canarias está en deuda con este sacerdote gomero.
Un monumento debería perpetuar la memoria de quien,desinteresadamente,luchó por conseguir lo que él creía lo mejor para su tierra”.

Felizmente,hace unos años se inauguró,en el centro escolar que lleva su nombre,en San Sebastián,un magnífico busto en bronce de Ruiz de Padrón.

Para difundir la figura de nuestro paisano,el Ayuntamiento capitalino editó el año 2000 nada menos que mil quinientos ejemplares de mi biografía Ruiz de Padrón,gomero ilustre,que sería ampliada en 2005 con otra publicada por el Parlamento de Canarias y la Fundación Víctor Zurita,muy difícil de conseguir.

En 2007,la concejalía de Cultura del Ayuntamiento capitalino,con ocasión de cumplirse 250 años del nacimiento de nuestro diputado,organizó las Primeras Jornadas de estudio sobre “Ruiz de Padrón en el tránsito del Antiguo Régimen al Régimen Liberal”,y vio la luz De las Cortes de Cádiz al Trienio Liberal. Antonio José Ruiz de Padrón,que cuenta con un interesantísimo estudio crítico del profesor de la Universidad de La laguna Manuel Hernández González.

Todas estas iniciativas,deudoras en parte de la obra de un gran impulsor del conocimiento de Ruiz de Padrón el recientemente fallecido profesor López Caneda,junto a otras,nos han ayudado a descubrir a un hombre singular,que acabó pagando,con su libertad y su salud,su inquebrantable compromiso con los principios de la Ilustración y del liberalismo.
 
A Ruiz de Padrón le debe Canarias sus desvelos por conseguir la división de la Audiencia,y por crear la Diputación y el Obispado de Tenerife y la Universidad de la Laguna. Le debe el campesinado gallego de la época la abolición del impuesto conocido como voto de Santiago,y le debe toda España un discurso,con apéndice incluido,que en la historiografía aparece como fundamental para convencer a los diputados de las Cortes de Cádiz de la conveniencia de abolir el Tribunal de la Inquisición.

Además,tuvo el arrojo necesario para enfrentarse a las tropas napoleónicas,al absolutismo de Fernando VII,y al inmovilismo de la Iglesia Católica.

Tan poderosos enemigos acabaron por minar su salud hasta llevarlo a la tumba,y después se encargaron de borrar su huella física. Murió el 8 de septiembre de 1823,sin bienes materiales suficientes para pagar su entierro,en la parroquia orensana de Villamartín de Valdeorras,cabe suponer que confortado con el convencimiento de haber permanecido fiel a sus principios,y añorando su querida isla de La Gomera: “Te aseguro de veras –le había escrito a una hermana- que si me hallase con 8 ó 10 años menos me iba a sepultar ahí… No sabéis las ventajas de vivir en paz y tranquilidad como ahí,y no en continuos sobresaltos y agitaciones”.
Por todo lo anterior,cuando hoy reciba Ruiz de Padrón el título de Hijo Predilecto de La Gomera,independientemente de lo simbólica y tardía que pueda resultar la entrega,se estará haciendo un acto de justicia.

Quienes somos o nos sentimos gomeros,debemos sentir el orgullo de ser paisanos y paisanas de un hombre excepcional,cuya vida y obra deberíamos conocer y difundir,empezando por los centros escolares y terminando en cualquier lugar o situación propicia en la que nos encontremos.