POR ALICIA RIVERA .- El satelite UARS está ya en órbita a 160 por 170 kilómetros,según el último parte de la NASA,a las 16.30 (hora peninsular) y la entrada en la atmósfera «se espera ahora a última hora de hoy o primera hora de mañana» (hora de la costa Este de EEUU). La actividad solar ha dejado de ser el factor principal en la tasa de descenso del artefacto,señala la NASA. Pero la orientación del UARS parece que ha cambiado y ahora desciende más despacio. Además,la NASA matiza que aunque es muy baja la probabilidad de que algún fragmento no se queme al entrar en la atmósfera,no se puede descartar completamente.
Mientras tanto los expertos espaciales de todo el mundo realizan sus propios cálculos para intentar precisar la caída del Upper Atmosphere Research Satellite (UARS). Uno de esos expertos internacionales en dinámica orbital,Miguel Belló-Mora,ingeniero aeronáutico y director de la empresa Elecnor-Deimos ha informado a EL PAÍS sobre los resultados de sus cálculos. La mayor probabilidad de caída del satélite se sitúa en torno a las tres de la madrugada de mañana (hora peninsular) y lo haría sobre el Pacifico,pero advierte Belló-Mora que sus proyecciones de órbita contemplan un error de más o menos seis horas,y que están realizadas con valores medios de la actividad solar,mientras que el valor puntual es un factor determinante del proceso de entrada en la atmosfera del satélite.
En los cálculos de este ingeniero se observan también las órbitas del UARS sobrevolando España en el plazo de doce horas (seis antes y seis después de las tres de la madrugada). En la primera órbita de sobrevuelo de la Península Ibérica,en torno a las 21.30 esta noche,el satélite entraría por Almería (sobre El Ejido,Roquetas) para avanzar hacia Lorca (Murcia) y salir por Gandía). En la segunda órbita de sobrevuelo de España,sobre las cinco de la madrugada,el UARS entraría por Asturias (Avilés),pasaría sobre Burgos y saldría por Valencia. En ambos casos,señala Belló-Mora el sobrevuelo orbital sería de pocos minutos y la probabilidad de impacto «es muy remota».
Norteamérica,descartada
Una caída en territorio de Norteamérica quedó ayer descartada en el parte diario de la NASA. A medida que se acerque el momento crítico,la agencia espacial podrá indicar con mayor precisión los datos de hora y lugar. De momento,ha señalado que la probabilidad de que el UARS produzca algún daño a una persona es muy escasa (una entre 3.200) y lo más seguro es que caiga en el océano,dado que la mayor parte de la superficie de la Tierra es agua. Al entrar en la atmósfera,el UARS se destruirá y quemará en su mayor parte,dadas las altas temperaturas que se generan por el rozamiento,pero algunas piezas pueden sobrevivir,26 han calculado los ingenieros,sobre todo las de titanio y acero,y esas llegarían al suelo. La NASA ha declarado su interés en recuperar cualquier pieza de su satélite y pide,para ello,la colaboración de ciudadanos y autoridades de los países en los que potencialmente pueden caer.
Como el UARS se puso en órbita con una inclinación de 57 grados sobre el Ecuador,va barriendo toda la Tierra entre 57 grados de latitud Norte y 57 de latitud Sur,de manera que no puede entrar en la atmósfera fuera de esta amplia franja.
El satélite,que costó 750 millones de dólares (unos 540 millones de euros al cambio actual),se lanzó al espacio en 1991 con la misión de observar la capa de ozono del planeta,la composición química de la alta atmósfera,los vientos y las temperaturas. Fue un éxito y estuvo operativo,en órbita a 580 kilómetros de altura,más tiempo de lo previsto,hasta 2005,cuando dejó de funcionar.
Ahí se originó el problema. Según Belló-Mora,»no se debe apurar hasta el último momento la utilización de un satélite,sino que hay que conservar algo de combustible y capacidad de control para planificar y dirigir su reentrada en la atmósfera». Si se hace correctamente,como en el caso de la estación Mir,en 2008,los controladores de un equipo en órbita que se deja de utilizar lo dirigen hacia el océano,normalmente el Pacífico (por su extensión),evitando así que puedan caer sus fragmentos en zonas habitadas.