un agosto no apto para corazones débiles le ha seguido un pésimo comienzo de septiembre. Y por si los temblores de los mercados y el recrudecimiento de la crisis europea no fueran suficientes,dos de las principales instituciones de la economía internacional han avisado este fin de semana de que,por muy mal que vayan las cosas,siempre pueden empeorar. El presidente del Banco Mundial,Robert Zoellick,anunciaba en la madrugada del sábado que el mundo entra en «una nueva zona de peligro». La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI),la francesa Christine Lagarde,ha dado un paso más allá. En una entrevista publicada este domingo por el semanario alemán Der Spiegel alerta del riesgo de una recesión global «inminente». Aunque,según dice,aún se puede frenar el «círculo vicioso».
Los síntomas están ahí desde hace tiempo. En Europa,ni los planes de ajuste cada vez más salvajes ni los fondos de rescate cada vez más voluminosos logran calmar a unos mercados en estado de pánico. El viernes,justo el mismo día en el que los diputados españoles aprobaron la reforma constitucional para consagrar la estabilidad presupuestaria,la prima de riesgo de España volvió a repuntar por encima de los 310 puntos básicos. Aún está lejos de los 418 de principios de agosto,pero la tendencia inquieta hasta a los más optimistas.
El peligro de una recaída generalizada de la economía es aún mayor en Europa,donde la crisis de la deuda cada vez se complica más. Tras los rescates de Grecia,Irlanda y Portugal,los mercados se centran ahora en España e Italia,país que cada día preocupa más a las instituciones europeas por la irritante costumbre de su Gobierno de anunciar medidas contra el déficit para echarse atrás a los pocos días. Y Atenas,el foco de este incendio,acaba de anunciar que no va a cumplir sus previsiones de crecimiento ni de déficit. «Europa vive una encrucijada histórica. Hemos llegado al límite de lo que se podía hacer sin cambios sustanciales. Mientras,llegan muy malas noticias de Grecia e Italia,que parece un país sin rumbo»,asegura Luis Garicano,de la London School of Economics.
La situación en Estados Unidos no es mucho mejor. Tras el verano en el que la superpotencia sufrió la doble humillación de perder la máxima calidad crediticia que le otorgaba Standard & Poor's y de un Gobierno a punto de declararse en bancarrota,los datos macroeconómicos decepcionan día a día. El paro,tozudo,se mantiene infranqueable en torno al 9%. El presidente Barack Obama anunciará el jueves un plan de empleo que corre el riesgo de acabar en nada por culpa de la debilidad de los demócratas en el Congreso.
Japón,la renqueante tercera economía mundial,sigue inmersa en sus problemas. Tras el desastre de Fukushima,acaba de elegir al sexto primer ministro que ha tenido en los últimos cinco años. El barril de petróleo brent,además,supera los 110 dólares,cuando hace un año estaba por debajo de los 80. El pesimismo se contagia a las Bolsas,que el viernes vivieron una jornada -otra- negra. El FMI ya anunció la semana pasada que la mayoría de países industrializados -EE UU,Francia,Italia,España…- crecerán este año y el próximo menos de lo previsto.
Tras agitar esta coctelera,la jefa del FMI ha utilizado la entrevista en Der Spiegel para lanzar un mensaje a la desesperada. ¿Está el mundo al borde de una nueva recesión?,le preguntan los periodistas alemanes. «Todavía podemos evitarla. Las posibilidades de los Gobiernos y de los bancos centrales son algo menores que en 2009,porque ya han disparado buena parte de la pólvora. Pero si los Gobiernos,organizaciones internacionales y bancos centrales trabajan juntos,la evitaremos»,responde.
La antigua ministra de Finanzas de Sarkozy propone que los países con problemas «adapten sus programas de austeridad a la nueva situación» y se planteen nuevas medidas «para fomentar el crecimiento». Tras este lenguaje encriptado se esconde una crítica a la austeridad extrema impuesta por Angela Merkel,que amenaza con ahogar el ligerísimo repunte que hace meses comenzó a vivir la mayor parte de Europa. La francesa pide a Alemania que incentive el consumo interno para reactivar la economía. Con esta medida,Berlín compensaría las caídas inherentes a un descenso en las exportaciones producto de la desaceleración del comercio internacional y,además,apuntalaría las economías de sus socios europeos. Lagarde,que solo lleva dos meses al frente del FMI,ya logró enfadar a muchos responsables de la UE cuando aseguró que los bancos europeos deberían recapitalizarse.
Lagarde apunta al corazón de los problemas: el parón del crecimiento y el alto endeudamiento público. «La combinación de estos factores erosiona la confianza en países enteros y en sus sistemas financieros. Cuando los bancos entran en dificultades,las contagian a entidades de otros países,provocando una espiral descendente que es necesario parar ahora»,añade.
Ángel Laborda,director de coyuntura de Funcas,no se atreve a diagnosticar si el mundo está condenado a volver a los peores momentos de 2008. Pero sí está convencido de lo complejo de la situación actual. «Cuatro años más tarde de comenzar,la crisis financiera sigue aquí. El crédito aún está estancado y la desconfianza traspasa de los mercados financieros a la economía real. Por si fuera poco,como señala Lagarde,el margen de maniobra de los Gobiernos es muchísimo menor que antes,tanto en la política fiscal como monetaria»,concluye. «El problema no es que vayamos a recaer en la recesión,sino que nunca hemos salido de ella; y parece que va a durar mucho tiempo»,resume Garicano.