Alguien podría inventar una fábula semejante,pero con todo,no hubiera ilustrado suficientemente cuán importante es el movimiento 15-M para la historia. Estamos ante una verdadera revolución,cambios profundos que no dejan nada en su lugar,aunque los de arriba se empeñen en creer que todo seguirá igual cuando las plazas se disuelvan,cuando pierda fuerza el movimiento,etc. Obvian,que es partir de este instante cuando comenzaran a surgir nuevos retos y proyectos,indistintamente de que lleven el sello 15-M,este es sólo el espíritu,no desvinculándose,al contrario,dando paso a nuevas manifestaciones a nivel regional,en barrios; en fin,actuando localmente,donde vivimos y donde nos vemos afectados por los desajustes de nuestro mundo. Y es que son muchas las voces que piden cambios en los partidos para que atiendan a lo que piensa la gente.
A nuestro parecer,el mismo concepto de revolución debiera revisarse. Cuando pensamos en revoluciones,pronto nos llega a la mente: revolución francesa o revolución rusa de manera recurrente,al modo que se enseña hoy en nuestros centros educativos; templos del saber anquilosados en la vieja y mera reproducción de mano de obra para un tiempo que no existe ya. Sin embargo,existen las otras revoluciones,las espontáneas,en las que las personas como tal se reúnen,convergen,dialogan y sienten que es el momento de hacer algo,es ineludible la responsabilidad. Percibimos que debemos poner freno a los de arriba y la manera es,a saber,abriendo más áreas de democracia directa y participación colectiva sin representantes.
Desde esta perspectiva,la nuestra,ha habido unas cuantas revoluciones mundiales más,siendo las más trascendentales: la revolución de 1848 y la revolución de 1968. Para muchos,ambas constituyeron un fracaso histórico; pero ambas transformaron el mundo. La historia,tal y como se enseña hoy día en las escuelas y las universidades es parte y cómplice de un sistema de valores y juicios contrarios a los cambios profundos,cambios que se darán; aunque es sabido,que son muchas las fuerzas que tratan y han tratado,bien ralentizar,o inclusive,desconectar cualquier salto hacia adelante que supusiese un bien general y consecuentemente una pérdida de privilegios para las clases dominantes: un ataque a la propiedad privada,a grupos privilegiados,etc. Por tanto,menospreciar el valor e importancia del movimiento 15-M y todo lo que derive de él,es una visión reduccionista,simplista e interesada de la historia; en nuestra nueva definición de revolución,de auténticas revoluciones,la lista es más amplia,menos reduccionista.
Ambas revoluciones,las nuestras,no fueron planeadas y sí se precipitaron espontáneamente; porque frente a una idea de revolución centrada exclusivamente en el asalto del poder estatal,aparece otra más compleja pero sobre todo más armónica,que no excluye la estrategia estatal pero que la descuella y sobrepasa.
Decimos más: que las revoluciones 1848 y 1968 fueron sucesos más importantes que 1789 y 1917,en referencia a la revolución francesa y rusa. Éstas,fueron superadas por aquéllas en conquistas sociales y nuevas conductas cívicas y participativas no vistas hasta entonces.
Cuando se intenta crear un mundo nuevo,lo que menos sirve es la política tradicional,paralizada en la figura de la representación que consiste en suplantar las mayorías por una clase política que no representa a casi nadie ya. Por el contrario,ese mundo nuevo debe ensayar y experimentar otras relaciones sociales y políticas; más horizontales,más comunitarias,más pequeñas; porque lo pequeño puede ser bello también; donde nadie impone y manda el colectivo.
En este punto hay que aceptar que no hay una razón instrumental,sino que cada sujeto tiene su lógica propia,y que todos y todas podemos ser sujetos cuando decimos ¡Ya basta! Se trata,entonces,de comprender el imaginario y realidades del otro,de nuestro vecino,cuestión que sólo puede hacerse introspectivamente y en movimiento,a partir de la lógica inherente que hay en mirar con solidaridad a los sujetos del abajo. Eso indica que se trata de participar.
Movimientos así desbordan la conducta y cultura política tradicional de las izquierdas,movimientos sindicales y desplaza a las derechas. Ese tipo de política ha mostrado sus insuficiencias,incluso como rechazo a lo existente,porque al no romper con los clásicos conductos institucionales es incapaz de frenar a los de arriba y se limita,solamente,a abonar el terreno para el relevo de los aparatos gobernantes sin cambios de políticas reales. Las revoluciones de hoy se alimentan del camino recorrido en la historia del saber y la experiencia del hombre; largo andar con cientos de pequeñas iniciativas que nacieron como espacios de resistencia y que en momentos como el actual confluyen en la consecución de una misma meta; algunas revoluciones actuales todavía beben las aguas de 1968 y de otras tantas; pero las de hoy superan en profundidad y densidad a aquellas.