El viernes 4 de marzo se celebró un pleno ordinario del Cabildo Insular de la Gomera,ordinario y sin embargo con un punto extraordinario en el orden del día. Dos consejeros,compañeros de mesa de estos últimos años cada uno en una formación política – Javier Trujillo con el PSOE y Eustaquio Dorta por CC – abandonaron los partidos por los que fueron elegidos como representantes insulares y pasaron al grupo de los no adscritos.
Se plasmaba así una estrategia política fijada para concurrir a las próximas elecciones,pues en ambos casos son hombres que conocen en gran medida los entresijos de los partidos políticos y,por supuesto,los éxitos y fracasos de la gestión pública que por sus responsabilidades han desarrollado.
Con ambos protagonistas he compartido conversaciones,impresiones,discrepancias desde mi posición de novata en estos lares,frente a su veteranía y experiencia. Siempre les tuve respeto y admiración,ya que independientemente de la ideología de cada uno,entiendo que ellos igual que yo habían sido elegidos en las urnas.
Los ciudadanos votaron a Javier Trujillo porque estaba en la lista del PSOE o a Eustaquio Dorta como integrante de CC. Yo creí que uno compartía conmigo el cambio de la sociedad a través de los valores y los principios del socialismo,y que el otro defendía,entre otras,el modelo nacionalista que con muchas lagunas promulga Coalición Canaria.
Me equivocaba. Ahora al parecer esta es la norma de la política actual,pues estos días asistimos a un trasiego de candidatos de un partido a otro como si de fichajes de jugadores de la liga de fútbol profesional se tratara. Sólo así se explica que un histórico de CC,alcalde toda la vida,fiche ahora por el PP; que un concejal de CCN se apunte también a los populares,o que un exalcalde socialista se arrime a Socialistas por La Gomera,por no hablar de Nueva Gomera,que pretende reciclar dinosaurios y,rizando el rizo,el concejal de CC que pactó con PSOE y ahora se inscribe en Socialista por la Gomera.
Son muchos los trasvases del mismo tipo y muchas las preguntas que se me plantean: ¿qué es lo cierto lo de antes o lo de ahora? Ninguna de las dos cosas ¿tal vez? ¿Qué es la política para estos señores?(curiosamente no hay ninguna señora) ¿Están en política por un sueldo como meros gestores? ¿Están por el poder? Yo creía que estaban porque defendían valores como honestidad,justicia social,libertad,democracia o igualdad,solidaridad,etc. ,y que los identificaban con las ideologías de los partidos a los que representan. No obstante,veo que me equivocaba nuevamente,porque se puede entender que en ocasiones no compartamos como se producen las cosas en el partido en el que estamos o las decisiones que se toman,pero la pataleta de si no me pones aquí o allí me voy a otro no es serio,es decepcionante.
Asombro y tristeza es lo que siento,sin descartar el enfado. No se puede justificar esto en ningún caso. Creo que es necesario tener más respeto en primer lugar por los ciudadanos a los que representamos; en segundo lugar por las siglas a las que se representa,y en tercero,por el trabajo político en si mismo.
Vivimos inmersos en una profunda crisis económica y social,en la que debemos dar respuesta a la ciudadanía. Tenemos que resolver asuntos tan importantes como la falta de empleo,la precariedad de la educación de los jóvenes o las deficiencias en la sanidad. Pero para lograrlo los ciudadanos deberían poder creer en nosotros,en nuestro trabajo,en nuestra lealtad a ellos y a las instituciones que representamos.
Afortunadamente la mayoría de los hombres y las mujeres que están en los distintos partidos políticos trabajan duro cada día para cumplir sus compromisos con los ciudadanos,pero casos como los apuntados hacen que perdamos la credibilidad y la confianza ciudadana. Actitudes como las descritas contribuyen a generar desconfianza en la política; desconcierto en el ciudadano que no entiende que hoy representemos A y mañana B,e incredulidad ante las propuestas políticas que les trasladamos.
Aboguemos pues por un trabajo político correcto,coherente,libre y democrático,que fortalezca la vida interna de los partidos políticos y por encima de todo se defienda el interés general y no el personal,ya que de lo contrario esta decadencia nos llevará al sin sentido definitivo de la labor política.