BORJA VALCARCE – (ENVIADO ESPECIAL) Visiblemente contrariado tras correr como la pólvora la noticia de que el treinta aniversario del fallido golpe de Estado del 23-F lo celebraba en La Palma,Antonio Tejero se fue a dormir ayer pasadas las diez de la noche: «Estaba tan tranquilo aquí hasta que llegaron los periodistas»,dijo en tono distendido a un redactor de LA PROVINCIA / DLP que acudió a su encuentro en el hotel donde se aloja. «No es la primera vez que venimos porque este es un sitio muy tranquilo que nos gusta mucho y en el que nos encontramos muy cómodos»,afirmó en compañía de su esposa la persona cuyo nombre se repite miles de veces por estas fechas desde hace 30 años.
Sonrisa pícara cuando se le pregunta por la historia,la mujer del que fuera el teniente coronel más popular de la Guardia Civil,Carmen Díez Pereira,toma la palabra: «Sólo se conoce lo que han querido contar en los libros de historia. Pero no todo ocurrió realmente como se cuenta. Esa no es toda la verdad,faltan cosas por contar»,explica la esposa ante la mirada afirmativa de Tejero. «Pero qué se le va a hacer,ahora estamos aquí tranquilos,descansando en un sitio en el que normalmente pasamos desapercibidos,pero hoy salió en los medios que estábamos aquí»,se lamenta.
Minutos antes,Tejero se dedicó a leer la prensa en Internet tras tomar una copa en el hotel,viendo el típico espectáculo nocturno para extranjeros. Hasta ayer nadie lo había reconocido en la Isla Bonita,donde llevaba desde el martes. Durante unos quince minutos,Antonio Tejero utilizó el ordenador comunitario del hotel,mientras su esposa se fue a dar una vuelta. Luego volvió y terminaron de leer los periódicos juntos hasta que,en torno a las 22.15 horas,pusieron rumbo a su habitación. La tranquilidad del teniente coronel Tejero se había acabado justo cuando los medios de comunicación del país ya afrontaban la recta final de los suplementos especiales dedicados al golpe de Estado fallido. Porque él,mientras su nombre se repetía negro sobre blanco en los diarios,se tostaba al sol de Canarias. En pleno mes de febrero y con la Península Ibérica tiritando de frío.
A pesar de que desde primera hora de ayer,24 de febrero,Antonio Tejero sabía que la prensa seguía sus pasos,no tuvo problemas de lucir torso bronceado en la piscina del hotel Sol La Palma,a pocos metros de la playa de Puerto Naos,un paraje alejado unos ocho kilómetros de los Llanos de Aridane,en un lugar en el que también habitan la paz y el sosiego: «Ya hemos venido otras veces. Esto es muy tranquilo y nos sentimos muy cómodos»,afirmaba Tejero horas después de pasearse por la piscina con su bañador de cuadros verdes,en medio de una multitud,extranjeros en su mayoría,entre la que no despertaba interés alguno.
Así pasaron Antonio Tejero y Carmen Díez el 23-F,treinta años después de que la imagen del teniente coronel de la Guardia Civil,uniformado,prominente mostacho negro y pistola en mano,pusiera a todo un país en alerta.