Parece que cada vez es más frecuente encontrar ganado,principalmente ovino,suelto y sin control alguno en diferentes lugares de la isla. No me refiero a aquel ganado que se pastorea y de cuyo aprovechamiento de semi-estabulación existe una notable producción de queso de calidad. Hablo sobre rebaños,en muchos casos muy amplios de ovejas y carneros de diferentes edades que deambulan por doquier sin que,por lo general,nadie reclame abiertamente su propiedad. Empiezan siendo unas parejas que se sueltan y acaban por suponer rebaños cuantiosos que dañan injustificadamente vegetación,suelo,cultivos y patrimonio cultural.
Los animales en su deambular destrozan paredones y tramos enteros de senderos,en ciertos lugares de concentración se aprecian calveros donde la vegetación hace tiempo que no crecen,ramonean en perales,higueras y almendros,penetran en fincas de viñas etc.
Resulta paradójico comprobar como cuadrillas de trabajadores rehabilitan senderos y a los pocos metros decenas de ovejas esperan la finalización de la obra para estrenar su tránsito. Por ejemplo en Chijeré la Administración ha invertido una importante cantidad de dinero para la “restauración hidrológica y paisajística” de ese espacio,y ahora se puede comprobar como los muros y las redecillas de protección de sabinas están deterioradas y pisoteadas.
En más de una ocasión he ayudado a redactar escritos de particulares que se quejan a la Administración por la impunidad con que ese ganado se mueve.
No soy capaz de saber cuál sería la adecuada solución. En algún momento he pensado que una “apañada” al estilo herreño en la que se pongan los animales capturados a disposición de los dueños o reclamantes,y a partir de ahí empezar de cero con un control más severo podría ser útil.
Siendo consciente de que nuestra isla tiene problemas ambientales más graves,no dejo de reconocer el impacto de que el ganado asilvestrado circule,cada vez más abundantemente,por espacios protegidos y de singular belleza,sin que nadie se haga responsable de los daños ocasionados al medio y también a otras propiedades particulares.
Me crié,como muchos,en una familia donde siempre tuvimos cabras,ovejas y vacas. De su cuidado dependía tener carne,leche y queso,pero también teníamos responsabilidades sobre ellos: buscarle comida y cobijo,atender sus enfermedades etc.
Sin embargo ahora parece que nadie quiere adquirir responsabilidades sobre el ganado asilvestrado,nadie se responsabiliza de su bienestar ni tampoco de los daños de diversa índole que provoca.
A mi me resulta especialmente llamativo el desinterés y la desidia con que las diferentes administraciones responsables afrontan el tema.