«A ver si nos toca». Esta frase dicha tantas veces,sencilla pero llena de significado,es la expresión,tan de todos,a la que se agarró Loterías y Apuestas del Estado cuando hubo que pensar en la campaña -«El mayor premio es compartirlo»- de la Lotería de Navidad en el bar de Manolo. Porque hoy es el día del premio pero,sobre todo,el de la expectativa,esa capacidad tan humana de esperar siempre más y mejor,de apostar por todo aquello que -se cree que- aporta felicidad. El orden es personal pero la enumeración siempre es la misma: salud,dinero,amor.
Cuenta Juan Antonio López Martínez,subdirector de Comercialización de Juegos de Loterías y Apuestas del Estado,que el éxito de la campaña les ha impresionado incluso a ellos y que «están convencidos» de que gracias a ella «han subido las ventas» de números,series,décimos. «Pensamos que no necesitábamos contar el juego,sino lo que sucede con él,la realidad,esa unión que genera el compartir»,explica.
Pedro Trujillo Escalona,taxista nacido en Alía (Cáceres) hace 28 años (la edad de su primer hijo) que se encarga de comprar y vender décimos con el número de su licencia,01067,coincide plenamente con Loterías y Apuestas del Estado,sin él saberlo: «Estoy muy contento con la promoción de este año,yo vendo mi número en mi pueblo,Alía,y en los bares donde tomo café,la Cafetería Dulcinea,en la calle Caballero de Gracia,y el Bar Guti,en Carabanchel. Entre todos,seremos 1.000 personas».
Trujillo dice que no cobra por los décimos,sino por las bellotas de su pueblo que lo acompañan. En una bolsita de plástico,donde mete el número,también incluye una tarjeta con un dibujo de su pueblo,tres bellotas y una rima: «Si quieres hacerte millo,millo,millo,millonario,juega al 1067 en el último sorteo del año». Como explica él,«si hay jamón de bellota y lomo de bellota,por qué no va a haber lotería de bellota…».
Dice que le encanta la jornada del sorteo porque le «recuerda a su infancia» -«Sólo juego el 22 de diciembre porque le tengo cariño»- pero,por el momento,sólo ha conseguido un par de pequeños premios. «Me falta una tercera,y grande»,augura. La tendencia al fetiche es connatural al sorteo y,así,cuentan desde Loterías y Apuestas del Estado que «el número que más se juega es el que acaba en 13».
Lo explica el subdirector de Comercialización de Juego: «Se agota el primero,y otro que también se agota rápido es el que termina en 69». Supersticiones al revés,cifras que recuerdan las bondades del sexo y también fechas,por supuesto. Más allá de bodas y cumpleaños,en este 2014 que se termina han triunfado las efemérides de la coronación del Rey Felipe VI y de la muerte de la Duquesa de Alba. «Otro clásico es la fecha de la muerte de Michael Jackson y,este año,los números acabados en 14».
López Martínez trabaja diseñando los juegos y la distribución de la Lotería desde hace más de dos décadas y hoy estará presente en la mesa que certificará los números; estará sentado tras los niños de San Ildefonso que cantarán El Gordo. «Casi la tercera parte de la facturación depende de la jornada de hoy,la previsión es que va a crecer»,señala. «Estos últimos días es cuando más se vende»,augura.
Sobre el tópico que asegura que,en tiempos de crisis,se juega más,dice López Martínez que «no es verdad». «Juega la misma gente,pero menos dinero. Si antes compraban cuatro pues ahora compran tres».
Esto encaja con la actividad lotera de Teresa Alonso,empleada de El Corte Inglés de la Puerta del Sol de Madrid y abonada a un número de lotería que está presente en su familia desde hace tres décadas. Este año se ha gastado unos 140 euros,mucho menos de lo que suele ser habitual en ella. «Mis abuelos se abonaron al número porque en una ocasión lo llevaban y ganaron El Gordo. A partir de entonces,se convirtió en una tradición,en un clásico familiar que yo gustosamente continúo. Normalmente gasto seis euros a la semana,a veces son 12 y un par 20,como ahora,por Navidad»,resume.
El uso del verbo llevar cuando de lotería se trata,como acaba de hacer Teresa,también denota algo: la lotería no se compra,ni se trae,la lotería va con uno,se lleva casi pegada a la piel. «Sigo el sorteo por televisión todos los años. Me levanto,preparo mis números,enciendo el televisor y espero,y me lo veo entero»,prosigue Teresa que,hasta el momento,no se ha llevado ningún premio.
Desde Loterías y Apuestas del Estado explican que «entre un 50% y un 60% de las ventas están relacionadas con números abonados». También cuentan otros detalles relacionados con la gran jornada,como que el suelo es de moqueta para evitar que la bolita,que sólo mide tres centímetros,se escape hasta el otro lado del salón si alguno de los niños tiene la mala pata de que se le caiga.
Nadie excepto los pequeños puede tocar las bolas,es algo prohibido. «Desde que se introducen las bolas en el bombo hasta que se cantan sólo los niños pueden tocarlas»,narra López Martínez. En una ocasión,había entre los bombos y la mesa en la que se certifican las bolas un centro de flores,y a un niño se le cayó una dentro y no podía encontrarla. Nunca más se ha colocado un centro de flores o algo similar. Se evita cualquier tipo de contratiempo.
«Los asistentes esperan desde la madrugada para ver el sorteo,hay mucha tensión. Para los niños también es mucha responsabilidad,se preparan durante meses para este día»,sigue contando López Martínez,que reconoce que,«una vez que se canta El Gordo,el sorteo es otro». «Pero mejor que tarde en salir».