Hay fechas que no deberían pasar inadvertidas. El Día de la Mujer Rural es una de ellas. Más allá de la conmemoración simbólica, nos invita a mirar hacia nuestras raíces, hacia esos rostros y manos que han cultivado no solo la tierra, sino también los valores que sostienen a nuestra sociedad. La historia de La Gomera —como la de tantas islas y pueblos rurales— no se entiende sin las mujeres que la han labrado con esfuerzo, silencio y amor.

En cada rincón de nuestra isla, desde las medianías hasta las costas, late la huella de esas mujeres que han sido madres, trabajadoras, agricultoras, ganaderas, artesanas, maestras y cuidadoras. Ellas han sido el motor invisible del progreso. Han levantado familias, mantenido tradiciones y sostenido pueblos enteros cuando los tiempos eran duros. Son, sin exagerar, las arquitectas silenciosas de nuestra identidad.

En el acto celebrado este año, rendimos homenaje a seis mujeres que encarnan ese espíritu inquebrantable: Obdulia Correa, Bella Esmeralda Bethencourt, Clara Montesino, Teresa Katharina Manzl, Gasparina Santos y Gloria Negrín. Seis vidas distintas, unidas por un mismo hilo: la entrega y el amor a su tierra. Ellas simbolizan a todas las mujeres gomeras que, generación tras generación, han convertido el esfuerzo en legado y el trabajo cotidiano en cultura.

Pero este reconocimiento no debe quedarse en la emoción del momento. La mujer rural no pide homenajes vacíos, sino oportunidades reales. Es tiempo de que las políticas públicas respondan a su esfuerzo con proyectos que garanticen la conciliación, la formación y el liderazgo femenino en el ámbito rural. Porque el desarrollo sin equidad no es progreso, sino desequilibrio.

Hoy, la mujer rural ya no es solo una figura esencial en la economía familiar: es empresaria, gestora, formadora y creadora. Combina la herencia del pasado con la visión del futuro, y demuestra cada día que tradición e innovación pueden caminar juntas. Cuidar la tierra sigue siendo su forma de cuidar la vida, pero ahora lo hace desde la ciencia, el emprendimiento o la gestión pública.

La Gomera necesita seguir contando con ellas, con su sabiduría y su sensibilidad, para mantener viva la esencia de nuestra identidad insular. El futuro del mundo rural pasa inevitablemente por la mujer. Por su capacidad de resistir, de adaptarse y de transformar. Por eso, desde el Cabildo de La Gomera seguiremos apostando por un modelo de desarrollo donde ellas sean protagonistas, no invitadas.

Porque sin ellas, La Gomera no sería lo que es: una isla que late con fuerza de mujer.