*Ventura del Carmen Rodríguez.- En este 2025 en que se cumplen 50 años de la muerte del dictador Franco, arrastramos aún sombras demasiado largas. Durante la dictadura, avalada también por la Iglesia católica, las mujeres fueron tratadas como propiedades: los maridos podían golpearlas, controlar su vida y decidir por ellas con total impunidad. Con la llegada de la democracia, comenzó una conquista de derechos que parecían irreversibles, pero hoy vuelven a verse amenazados por una derecha que, incluso, cuestiona la existencia misma de la violencia machista.

Llegamos a este 25N con 34.600 mujeres víctimas de violencia de género en 2024. Cada cifra es una vida fracturada. En Canarias, más de 11.500 denuncias muestran la dimensión de un drama que no se detiene y, aun así, estos días escuchamos al alcalde de Alpedrete, defendido por Ayuso, referirse a una mujer  asesinada como “muerta por las circunstancias”, evitando decir lo evidente: su marido le asestó 50 puñaladas. Se niegan a nombrar la violencia de género para no señalar a los agresores, pero callar es encubrir.

Por eso, la violencia machista no se condena solo el 25 de noviembre. Sí, ese día importa, pero no basta. En San Sebastián de La Gomera, echamos en falta un compromiso firme, estable y valiente por parte del Ayuntamiento en materia de igualdad, prevención y educación. Valoramos el convenio con la Asociación de Mujeres GARA -herramienta necesaria y útil para la isla-, pero un convenio no es una política pública completa.

¿Qué hace el Ayuntamiento en los colegios para educar en igualdad? ¿Qué mensajes transmite a la juventud en los eventos que organiza? ¿Dónde está el Plan de Igualdad municipal, sus objetivos, sus recursos y su seguimiento? Porque parece que algunos creen que violencia de género es solo cuando un hombre asesina a una mujer, pese a ser muchísimo más.

Violencia machista también es controlar la ropa, el móvil o las amistades; decirle a una mujer que sin él no es nada; humillarla, insultarla, romper su autoestima; obligarla a mantener relaciones sexuales sin desearlo; impedirle trabajar o estudiar; controlar su dinero; vigilarla, acosarla, seguirla; gritarle, intimidarla, castigarla con silencios; decidir por ella dónde puede estar o con quién; ridiculizarla en público o en privado; chantajearla con los hijos e hijas.

Todo eso también es violencia. Todo eso también mata por dentro. Y todo eso exige políticas reales, no solo declaraciones simbólicas ni fotos en actos institucionales.

La violencia machista desaparecerá cuando la igualdad deje de ser un eslogan y se convierta en una práctica política sostenida, cuando desde todo los niveles del gobierno  -no solo estatal, sino también autonómico y local- se comprometan de verdad con la educación, la prevención y la protección, y cuando ningún responsable público vuelva a esconder la palabra violencia detrás de eufemismos cobardes.

Ese es el horizonte: un 25N para la transformación y para el compromiso real.

*Portavoz del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de San Sebastián de La Gomera.