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Si pasea por el centro de Augsburgo de noche comprobará como el centro de la ciudad alemana vive casi a oscuras. Menos alumbrado público, semáforos apagados, luces en edificios oficiales e incluso las fuentes no funcionan. Son algunas de las medidas adoptadas por el ayuntamiento para ahorrar energía en un país que vive con el miedo a la escasez de gas por el corte del suministro ruso. Tras diez días cerrado por tareas de mantenimiento, el gas ruso ha vuelto a fluir esta semana hacia Alemania por el gasoducto Nord Stream: un alivió también para toda Europa.

«Estamos dando ejemplo», asegura Eva Weber, alcaldesa de esta ciudad de Baviera a Reuters. «Ahorramos la energía que no se necesita para el funcionamiento de la ciudad. Porque aunque nosotros como obtengamos electricidad verde a partir de energías renovables, tenemos que ahorrar», ha señalado. Una manera de concienciar a la población que también incluye otras medidas como bajar la temperatura del agua de las piscinas públicas y cortar o racionar el agua caliente por las noches.

Por si Rusia vuelve a cortar el grifo, desde Alemania dan una serie de recomendaciones caseras para ahorrar como bajar calefacción, apagar luces, duchas más cortas o utilizar la bicicleta en lugar del coche. «No se puede excluir ninguna posibilidad», advirtió el ministro de Economía, Robert Habeck, para quien Moscú usa «el arma del gas» contra Europa para minar su apoyo a Ucrania. Ante las señales de alerta, el sector industrial, los municipios y las administraciones buscan reducir su consumo energético por todos los medios.

La cámara baja alemana, el Bundestag, ya adoptó hace 15 días un plan de ahorro energético: se acabó la calefacción por encima de 20 grados en invierno y no habrá agua caliente en los lavabos individuales. En Dresde una cooperativa inmobiliaria provocó un escándalo nacional al cortar el agua caliente de 600 viviendas durante la noche y el primer grupo inmobiliario alemán, Vonovia, anunció que limitará la temperatura de la calefacción a 17 grados por la noche a más de 350.000 alojamientos.

A principios de junio, Alemania importaba el 35% de su gas de Rusia, cuando antes de la guerra en Ucrania era el 55%. Mientras que el 50% de la calefacción doméstica sigue siendo de gas.